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Mandantes, no tiranos

María Dolores Arias
28 de abril, 2015

A raíz del escándalo de corrupción en el gobierno por el caso de la Superintendencia de Administración Tributaria –SAT-, el sábado pasado, miles nos manifestamos en contra de la corrupción, no sólo en la capital de Guatemala sino también en varios lugares del país. También alrededor del mundo las manifestaciones de descontento fueron publicadas por las redes sociales.

Las fotos áreas muestran la magnitud de la manifestación en la Plaza de la Constitución. Las fotos de las manifestaciones en todo el país y varias partes del mundo son una clara muestra del hastío generalizado. Las pancartas muestran el descontento por la corrupción, desde la solicitud de la renuncia de la vicepresidente Roxana Baldetti hasta el reclamo de justicia. De esta manifestación muchas cosas llamaron mi atención, por cuestiones de espacio solo abordaré la participación espontánea y el cuestionamiento de muchos sobre lo que sigue.

Esta manifestación fue una muestra, más para los mismos participantes que para los políticos, de quiénes son los mandantes. Fue un ejercicio para muchos de establecer límites al poder. Fue una manera de mostrar dignidad y exigir el respeto que como ciudadanos se merecen. Fue un llamado de atención a los políticos para que entiendan que son servidores públicos y no reyezuelos en su comarca o feudo.

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Fue interesante observar la diversidad de personas que se reunieron para mostrar su cansancio, la diversidad de pancartas que expresaban su descontento. Las redes sociales fueron utilizadas por todos aquellos que pudieron enviar sus mensajes y por quienes más tarde enviaron las fotografías y las reseñas de la protesta.

Si consideramos que cada quien llegó con sus propios medios, cada quien elaboró sus pancartas y que no había ninguna promesa de dádivas o privilegios a quienes se presentaran, esta manifestación pacífica fue un éxito.

Ahora bien, después de esta protesta, los polítiqueros confían en que baje la efervescencia de la indignación y nos acostumbremos a vivir con una corrupción ya no solapada sino descarada y sistemática. Han mantenido bajo su perfil en los medios y apariciones públicas, en especial la vicepresidente Roxana Baldetti principal sospechosa –al menos para la mayoría de guatemaltecos- de liderar esta banda de criminales, cuyo lugarteniente era su secretario privado, Juan Carlos Monzón.

Ante este panorama surge el cuestionamiento ¿qué sigue? En lo personal considero que se debe seguir presionando por todos los medios disponibles para que las investigaciones del Ministerio Público -MP- y la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala –CICIG- vayan al fondo del asunto, que lleguen hasta las últimas consecuencias y presenten pruebas contundentes para que la juez a cargo del caso emita una sentencia.

Sigue, continuar presionando para que, aunque sea por conveniencia política y no por dignidad, la vicepresidente presente su renuncia o en su defecto el presidente Otto Pérez Molina se la solicite. Para que entonces el MP y la CICIG puedan investigar sin limitaciones, interferencias o pretextos de ningún tipo. Sigue presionar para que la CICIG investigue a profundidad no sólo esta sino las demás mafias que operan en el gobierno y demuestre con hechos su compromiso con la justicia y no solo con prorrogar su mandato.

Sigue, aclararnos las ideas y entender los conceptos de República y Democracia. Justo en plena manifestación pensaba que no podemos –legalmente- correr a la vicepresidente o al presidente mismo. Que el hecho de que seamos muchos -tal vez la mayoría- los que deseamos su renuncia para que se le investigue, no hace válido o correcto quebrantar la Constitución.

Sigue, involucrarnos y exigir una real separación de poderes. Un Congreso que cumpla su función de limitar y fiscalizar las acciones del ejecutivo. Un Organismo Judicial capaz de llevar a cabo los juicios sin temor a presiones o represalias por parte de nadie sino en estricto apego de la Ley. Un MP con la suficiente autonomía para realizar las investigaciones contra los corruptos.

Sigue asumir nuestro papel de mandantes para construir y exigir un mejor país apegado a un Estado de Derecho, donde la igualdad sea ante la Ley y que nadie asuma el papel de tirano.

Sigue presionar como mandantes sin convertirnos en tiranos.

@Md30

Facebook.com/mda30

Mandantes, no tiranos

María Dolores Arias
28 de abril, 2015

A raíz del escándalo de corrupción en el gobierno por el caso de la Superintendencia de Administración Tributaria –SAT-, el sábado pasado, miles nos manifestamos en contra de la corrupción, no sólo en la capital de Guatemala sino también en varios lugares del país. También alrededor del mundo las manifestaciones de descontento fueron publicadas por las redes sociales.

Las fotos áreas muestran la magnitud de la manifestación en la Plaza de la Constitución. Las fotos de las manifestaciones en todo el país y varias partes del mundo son una clara muestra del hastío generalizado. Las pancartas muestran el descontento por la corrupción, desde la solicitud de la renuncia de la vicepresidente Roxana Baldetti hasta el reclamo de justicia. De esta manifestación muchas cosas llamaron mi atención, por cuestiones de espacio solo abordaré la participación espontánea y el cuestionamiento de muchos sobre lo que sigue.

Esta manifestación fue una muestra, más para los mismos participantes que para los políticos, de quiénes son los mandantes. Fue un ejercicio para muchos de establecer límites al poder. Fue una manera de mostrar dignidad y exigir el respeto que como ciudadanos se merecen. Fue un llamado de atención a los políticos para que entiendan que son servidores públicos y no reyezuelos en su comarca o feudo.

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Fue interesante observar la diversidad de personas que se reunieron para mostrar su cansancio, la diversidad de pancartas que expresaban su descontento. Las redes sociales fueron utilizadas por todos aquellos que pudieron enviar sus mensajes y por quienes más tarde enviaron las fotografías y las reseñas de la protesta.

Si consideramos que cada quien llegó con sus propios medios, cada quien elaboró sus pancartas y que no había ninguna promesa de dádivas o privilegios a quienes se presentaran, esta manifestación pacífica fue un éxito.

Ahora bien, después de esta protesta, los polítiqueros confían en que baje la efervescencia de la indignación y nos acostumbremos a vivir con una corrupción ya no solapada sino descarada y sistemática. Han mantenido bajo su perfil en los medios y apariciones públicas, en especial la vicepresidente Roxana Baldetti principal sospechosa –al menos para la mayoría de guatemaltecos- de liderar esta banda de criminales, cuyo lugarteniente era su secretario privado, Juan Carlos Monzón.

Ante este panorama surge el cuestionamiento ¿qué sigue? En lo personal considero que se debe seguir presionando por todos los medios disponibles para que las investigaciones del Ministerio Público -MP- y la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala –CICIG- vayan al fondo del asunto, que lleguen hasta las últimas consecuencias y presenten pruebas contundentes para que la juez a cargo del caso emita una sentencia.

Sigue, continuar presionando para que, aunque sea por conveniencia política y no por dignidad, la vicepresidente presente su renuncia o en su defecto el presidente Otto Pérez Molina se la solicite. Para que entonces el MP y la CICIG puedan investigar sin limitaciones, interferencias o pretextos de ningún tipo. Sigue presionar para que la CICIG investigue a profundidad no sólo esta sino las demás mafias que operan en el gobierno y demuestre con hechos su compromiso con la justicia y no solo con prorrogar su mandato.

Sigue, aclararnos las ideas y entender los conceptos de República y Democracia. Justo en plena manifestación pensaba que no podemos –legalmente- correr a la vicepresidente o al presidente mismo. Que el hecho de que seamos muchos -tal vez la mayoría- los que deseamos su renuncia para que se le investigue, no hace válido o correcto quebrantar la Constitución.

Sigue, involucrarnos y exigir una real separación de poderes. Un Congreso que cumpla su función de limitar y fiscalizar las acciones del ejecutivo. Un Organismo Judicial capaz de llevar a cabo los juicios sin temor a presiones o represalias por parte de nadie sino en estricto apego de la Ley. Un MP con la suficiente autonomía para realizar las investigaciones contra los corruptos.

Sigue asumir nuestro papel de mandantes para construir y exigir un mejor país apegado a un Estado de Derecho, donde la igualdad sea ante la Ley y que nadie asuma el papel de tirano.

Sigue presionar como mandantes sin convertirnos en tiranos.

@Md30

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