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El populismo puede “presentar grandes problemas a la libertad”

Redacción República
02 de julio, 2015

En 2012, en el diario argentino La Nación, el ensayista e historiador Enrique Krauze escribió una columna titulada “El decálogo del populista“. En este texto, el autor puntualiza en 10 puntos importantes del populismo en Latinoamérica: refiere – en una breve introducción – ejemplos de cómo este se ha plantado ante la izquierda y la derecha en el espectro ideológico. Habla del general Juan Domingo Perón y del comandante Hugo Chávez, quien aún estaba al frente de Venezuela en aquella época. Y se refiere a ambos como admiradores de los dictadores Mussolini y Castro, respectivamente. Critica los extremos y la idea de ese “líder carismático” que es capaz de “salvar a un país”. Estos casos también son visibles en Guatemala.

Uno de los primeros puntos a los que hace referencia el escritor mexicano es “la exaltación del líder carismático”. Esa figura se posiciona como una especie de héroe para la sociedad. En un segundo punto, Krauze también afirma que este personaje “abusa de la palabra y se apodera de ella”. Él o ella que, como refiere Jean-Pierre Faye en su tesis doctoral Lenguajes totalitarios, se considera, a través de las palabras, dueño de la verdad absoluta. De ahí que muchos incluso se consideren casi profetas.

Pero, de acuerdo con  Antón Toursinov, profesor de Semiótica y Análisis del Discurso y coordinador del Área de Lingüística de la Escuela de Posgrado de la UFM, el populismo es parte de una democracia. “Es que si no es populista, no habría ninguna posibilidad de alcanzar el objetivo, el poder”, dice. Y resalta: “Como la democracia es “el poder del pueblo”, el discurso debe ser populista”. Para Toursinov, de esta forma el político vende el discurso que las personas quieren escuchar.

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Por su parte, Marielos Fuentes, de Guatemala Visible, refiere que “no todos los políticos son populistas”. Para ella, alguien con estos rasgos debe “favorecer únicamente a un grupo” y es durante la campaña cuando se identifica con la población.

Este concepto, puramente político, no forma parte del Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), pero se utiliza de forma peyorativa para nombrar a personas que buscan beneficios personales luego de llegar a ocupar cierto cargo de poder. Usualmente, se hace a través del engaño. “Populismo es enfocar el discurso en las necesidades de la masa, del pueblo”, afirma Toursinov.

En el proceso electoral es cuando más pueden notarse estas actitudes. Los discursos son múltiples y siempre buscan identificarse con los votantes. “Los convencen a través de ofrecimientos”, explica la psicóloga Magdalena Chocoj y, además, asegura que el problema se refleja en “la falta de principios” de muchos candidatos.

Ataques y desinterés

Como la misma columna de Krauze explica, el populista no siempre busca un poder absoluto; intenta beneficiarse de cierta forma a través del “clamor popular”. El problema, asegura Chocoj, es que “rara vez pueden cumplir con sus promesas”. La experta en salud mental dice que estas mentiras son utilizadas para “acaparar votos” y que las personas, los votantes, son manipulados a través de las palabras. El candidato ubica las necesidades de la población y eso ofrece. “Sería muy difícil llegar al poder con un discurso honesto”, coinciden ambos.

El problema es para la población que los elige, pues nunca son beneficiados. Aunque este no es el único punto negativo. Estos líderes y sus seguidores utilizan cualquier herramienta para mantenerse vigentes en el poder y atacar a quienes no están de acuerdo con ellos.

Para Fuentes, cuando el líder “ya no son alabados, tienden a disminuir la libertad de prensa y otras libertades de los ciudadanos”. Asimismo, afirma que “lo que hacen es imponer un régimen totalitario”.

Pedro Trujillo, columnista de opinión y analista político, relata que ha sido atacado por el candidato a la Presidencia Manuel Baldizón, a quien llama, sin ningún problema, como un populista.

Un informe de inteligencia estadounidense identifica al prototipo de líder populista latinoamericano como alguien “políticamente hábil, manipulador experto  y con capacidad de fingir emociones”. El mismo reporte habla, específicamente, de Baldizón.

Trujillo, por su parte, explica que ha sido incluso denunciado en varias ocasiones ante el Ministerio Público. La última fue por un supuesto lavado de dinero, pero dice: “La denuncia es completamente falsa”. En esta se le acusa de haber hecho, en 2009, más de seis depósitos – en bancos extranjeros – por más de US$140 mil y 9 transacciones por US$155 mil. Fue colocada por un grupo de abogados que él vincula con el candidato.

Explica, además, que ha sido víctima de múltiples ataques que van desde publicaciones de prensa hasta “denuncias falsas”, como la de lavado de dinero, con la intención de “desprestigiarme y quizá lograr que me vaya del país”. Krauze dice: el populista se considera dueño de la verdad.

Marielos Fuentes, por su parte, explica que estos “líderes” tienden a presentar una “actitud recia”. Y afirma que los candidatos que actualmente se encuentran a la cabeza de la elección presidencial (al referirse a Manuel Baldizón y Sandra Torres) tienen estos rasgos. “Uno de ellos, que ya estuvo en el poder, aunque no como presidente, desarrolló proyectos que buscaban hacer favoritismo de forma clientelar. Esa asistencia social, la de la bolsa, tenía un objetivo muy claro: obtener gente afín que siempre estuviera acompañándole”.

Ejemplos de populismo en Latinoamérica 

Aunque Toursinov explica que el populismo es algo presente en toda democracia, hay algunos casos que pueden preocupar más que otros. Este concepto que se utiliza para acaparar atención y votos, en algunos países se ha deteriorado a niveles totalitarios.

Algunos casos que se citan comúnmente son países los de países como Venezuela o Ecuador. El “vox populi” adoptado por líderes para establecerse en el poder y que, además, ha afectado de forma terrible a los países que gobiernan.

“En esa casita que ven allí”, dice el fallecido expresidente venezolano Hugo Chávez, mientras señala unos balcones, “allí vivió Bolívar (…) ahora hay unos negocios. ¡Exprópiese!”. Eso se puede observar en un video de YouTube y corresponde, además, con parte del decálogo del que habla Krauze: “el populista reparte directamente la riqueza”. En diciembre de 2014, la inflación acumulada de Venezuela, cuyo presidente actualmente es Nicolás Maduro, era del 58,5 %. Asimismo, una organización dedicada al análisis de datos refirió que en 2015, “los alimentos tendrán una inflación directa del 150 %”. En este país también, en los anaqueles, faltan 43 de los 58 productos de la canasta básica.

Trujillo, y otros periodistas han sido atacados por emitir sus opiniones. No han sufrido censura, pero han sido víctimas de desprestigio. Pero en otros países, como Ecuador, los líderes llegan a niveles extremos. Este país ha sido criticado por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) por sus políticas de restricciones a la libertad de prensa. Quienes estén en contra del régimen de Rafael Correa son considerados como “enemigos del pueblo” por el mandatario.

¿Qué tan dispuesto está a perder su libertad?

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02 de julio, 2015

En 2012, en el diario argentino La Nación, el ensayista e historiador Enrique Krauze escribió una columna titulada “El decálogo del populista“. En este texto, el autor puntualiza en 10 puntos importantes del populismo en Latinoamérica: refiere – en una breve introducción – ejemplos de cómo este se ha plantado ante la izquierda y la derecha en el espectro ideológico. Habla del general Juan Domingo Perón y del comandante Hugo Chávez, quien aún estaba al frente de Venezuela en aquella época. Y se refiere a ambos como admiradores de los dictadores Mussolini y Castro, respectivamente. Critica los extremos y la idea de ese “líder carismático” que es capaz de “salvar a un país”. Estos casos también son visibles en Guatemala.

Uno de los primeros puntos a los que hace referencia el escritor mexicano es “la exaltación del líder carismático”. Esa figura se posiciona como una especie de héroe para la sociedad. En un segundo punto, Krauze también afirma que este personaje “abusa de la palabra y se apodera de ella”. Él o ella que, como refiere Jean-Pierre Faye en su tesis doctoral Lenguajes totalitarios, se considera, a través de las palabras, dueño de la verdad absoluta. De ahí que muchos incluso se consideren casi profetas.

Pero, de acuerdo con  Antón Toursinov, profesor de Semiótica y Análisis del Discurso y coordinador del Área de Lingüística de la Escuela de Posgrado de la UFM, el populismo es parte de una democracia. “Es que si no es populista, no habría ninguna posibilidad de alcanzar el objetivo, el poder”, dice. Y resalta: “Como la democracia es “el poder del pueblo”, el discurso debe ser populista”. Para Toursinov, de esta forma el político vende el discurso que las personas quieren escuchar.

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Por su parte, Marielos Fuentes, de Guatemala Visible, refiere que “no todos los políticos son populistas”. Para ella, alguien con estos rasgos debe “favorecer únicamente a un grupo” y es durante la campaña cuando se identifica con la población.

Este concepto, puramente político, no forma parte del Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), pero se utiliza de forma peyorativa para nombrar a personas que buscan beneficios personales luego de llegar a ocupar cierto cargo de poder. Usualmente, se hace a través del engaño. “Populismo es enfocar el discurso en las necesidades de la masa, del pueblo”, afirma Toursinov.

En el proceso electoral es cuando más pueden notarse estas actitudes. Los discursos son múltiples y siempre buscan identificarse con los votantes. “Los convencen a través de ofrecimientos”, explica la psicóloga Magdalena Chocoj y, además, asegura que el problema se refleja en “la falta de principios” de muchos candidatos.

Ataques y desinterés

Como la misma columna de Krauze explica, el populista no siempre busca un poder absoluto; intenta beneficiarse de cierta forma a través del “clamor popular”. El problema, asegura Chocoj, es que “rara vez pueden cumplir con sus promesas”. La experta en salud mental dice que estas mentiras son utilizadas para “acaparar votos” y que las personas, los votantes, son manipulados a través de las palabras. El candidato ubica las necesidades de la población y eso ofrece. “Sería muy difícil llegar al poder con un discurso honesto”, coinciden ambos.

El problema es para la población que los elige, pues nunca son beneficiados. Aunque este no es el único punto negativo. Estos líderes y sus seguidores utilizan cualquier herramienta para mantenerse vigentes en el poder y atacar a quienes no están de acuerdo con ellos.

Para Fuentes, cuando el líder “ya no son alabados, tienden a disminuir la libertad de prensa y otras libertades de los ciudadanos”. Asimismo, afirma que “lo que hacen es imponer un régimen totalitario”.

Pedro Trujillo, columnista de opinión y analista político, relata que ha sido atacado por el candidato a la Presidencia Manuel Baldizón, a quien llama, sin ningún problema, como un populista.

Un informe de inteligencia estadounidense identifica al prototipo de líder populista latinoamericano como alguien “políticamente hábil, manipulador experto  y con capacidad de fingir emociones”. El mismo reporte habla, específicamente, de Baldizón.

Trujillo, por su parte, explica que ha sido incluso denunciado en varias ocasiones ante el Ministerio Público. La última fue por un supuesto lavado de dinero, pero dice: “La denuncia es completamente falsa”. En esta se le acusa de haber hecho, en 2009, más de seis depósitos – en bancos extranjeros – por más de US$140 mil y 9 transacciones por US$155 mil. Fue colocada por un grupo de abogados que él vincula con el candidato.

Explica, además, que ha sido víctima de múltiples ataques que van desde publicaciones de prensa hasta “denuncias falsas”, como la de lavado de dinero, con la intención de “desprestigiarme y quizá lograr que me vaya del país”. Krauze dice: el populista se considera dueño de la verdad.

Marielos Fuentes, por su parte, explica que estos “líderes” tienden a presentar una “actitud recia”. Y afirma que los candidatos que actualmente se encuentran a la cabeza de la elección presidencial (al referirse a Manuel Baldizón y Sandra Torres) tienen estos rasgos. “Uno de ellos, que ya estuvo en el poder, aunque no como presidente, desarrolló proyectos que buscaban hacer favoritismo de forma clientelar. Esa asistencia social, la de la bolsa, tenía un objetivo muy claro: obtener gente afín que siempre estuviera acompañándole”.

Ejemplos de populismo en Latinoamérica 

Aunque Toursinov explica que el populismo es algo presente en toda democracia, hay algunos casos que pueden preocupar más que otros. Este concepto que se utiliza para acaparar atención y votos, en algunos países se ha deteriorado a niveles totalitarios.

Algunos casos que se citan comúnmente son países los de países como Venezuela o Ecuador. El “vox populi” adoptado por líderes para establecerse en el poder y que, además, ha afectado de forma terrible a los países que gobiernan.

“En esa casita que ven allí”, dice el fallecido expresidente venezolano Hugo Chávez, mientras señala unos balcones, “allí vivió Bolívar (…) ahora hay unos negocios. ¡Exprópiese!”. Eso se puede observar en un video de YouTube y corresponde, además, con parte del decálogo del que habla Krauze: “el populista reparte directamente la riqueza”. En diciembre de 2014, la inflación acumulada de Venezuela, cuyo presidente actualmente es Nicolás Maduro, era del 58,5 %. Asimismo, una organización dedicada al análisis de datos refirió que en 2015, “los alimentos tendrán una inflación directa del 150 %”. En este país también, en los anaqueles, faltan 43 de los 58 productos de la canasta básica.

Trujillo, y otros periodistas han sido atacados por emitir sus opiniones. No han sufrido censura, pero han sido víctimas de desprestigio. Pero en otros países, como Ecuador, los líderes llegan a niveles extremos. Este país ha sido criticado por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) por sus políticas de restricciones a la libertad de prensa. Quienes estén en contra del régimen de Rafael Correa son considerados como “enemigos del pueblo” por el mandatario.

¿Qué tan dispuesto está a perder su libertad?