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Conflicto en Siria: Guerra Fría 2.0

Redacción
01 de noviembre, 2015

Para referirse a la historia reciente de la región en la que hoy se asienta Siria, basta con recordar que franceses e ingleses, después de la 2ª. Guerra Mundial, fijaron las fronteras de medio oriente, sin tomar en cuenta que agrupar a muchas etnias y religiones diferentes en los mismos territorios, con rivalidades milenarias y sucesivas ocupaciones extranjeras bajo el yugo de distintos imperios, sembrarían las semillas de conflictos posteriores. Una de estas facciones religiosas, la de los Alauitas –a la cual pertenece la familia Al Asad-, ha tenido el poder en Siria desde la década de los 70’s, a pesar de sólo representar al 12% de la población de ese país.
Bashar al Assad asumió el poder luego de la muerte de su padre y, al inicio, dio señales de ser un gobierno diferente, pero a las primeras críticas y disidencias restringió la Libertad de Expresión, cerró la economía y dejó claro que dentro de sus planes no estaba para nada un régimen democrático. Impuso la ideología Baaz -Partido del Renacimiento Árabe Socialista- como fundamento de su régimen, la cual mezcla peligrosamente islamismo y nacionalismo con marxismo. Los sirios toleraron esto por 12 años, hasta que miles de personas inspiradas en la Primavera Árabe, salieron a protestar exigiendo reformas. A pesar del discurso aparentemente conciliador de Al Asad en esa etapa, el Ejército respondió disparándole a los manifestantes, causando cientos de muertes y apresando a otros que hoy se cuentan por millares.
Una de las raíces determinantes del conflicto en Siria sin duda es la llamada Primavera Árabe“, que es el nombre con el que mediáticamente se ha identificado a la serie de manifestaciones de carácter popular y político que se sucedieron en la región árabe principalmente desde inicios del 2011 y que condujeron a la caída de las dictaduras de Ben Alí en Túnez y Hosni Mubarak en Egipto.
Al no existir posibilidad de una resolución pacífica a este conflicto surgieron milicias alzadas en armas. Desde entonces, Gobierno y rebeldes se encuentran enfrascados en una guerra que ha cobrado más de 60,000 muertos.
Aunque los rebeldes han incrementado su fuerza en hombres y armas, no han logrado derrocar al Gobierno de Al Asad, quien recibe apoyo bélico de Irán, Rusia y Hezbolá. Estas milicias han abusado y asesinado a miles de civiles durante este período y eso hace pensar a los sirios si “el remedio no será peor que la enfermedad”, como dice el conocido refrán.
Esta crisis es aprovechada por el Estado Islámico -organización terrorista-, para incluir un nuevo factor de lucha, el fundamentalismo religioso lo que también representa una amenaza para prácticamente todos los países involucrados, ya que la violencia y la saña con la que operan no tiene precedentes.
Hasta ahora, Rusia y China han bloqueado cualquier sanción contra Siria usando el poder de veto con el cuentan en la ONU. Estos países tienen intereses económicos en Siria, principalmente por la producción de petróleo, lo que ha incidido en el respaldo hacia Al Assad. Por su parte, Estados Unidos decidió intervenir en este conflicto al comprobarse que el Gobierno sirio utilizó armas químicas contra los ciudadanos, por lo que trata de inclinar la balanza a favor de las milicias rebeldes al proporcionarles armamento.
Aunque los principales grupos rebeldes firmaron un pacto de alianza, se considera que este se podría romper al lograr derrocar al actual presidente Al Assad, y luego entrar en una nueva etapa de guerra civil en la lucha por el poder, incluso extenderse a países como Turquía, Libia e Irak.
Aunque China y EEUU no han emplazado fuerzas militares en Siria, Rusia sí lo ha hecho estableciendo 2 bases de operaciones en esa región. Lejos de verse una posibilidad de resolución del conflicto en Siria, la amenaza es de convertirse en una nueva “Guerra Fría”, en la que grandes potencias mundiales luchan por la hegemonía geopolítica, sin importarles los millones de víctimas, lisiados y exiliados civiles que se encuentran atrapados entre múltiples fuegos.
Nuevamente, los intereses geopolíticos de las grandes potencias llenan de muerte un territorio considerado de importancia estratégica.

Conflicto en Siria: Guerra Fría 2.0

Redacción
01 de noviembre, 2015

Para referirse a la historia reciente de la región en la que hoy se asienta Siria, basta con recordar que franceses e ingleses, después de la 2ª. Guerra Mundial, fijaron las fronteras de medio oriente, sin tomar en cuenta que agrupar a muchas etnias y religiones diferentes en los mismos territorios, con rivalidades milenarias y sucesivas ocupaciones extranjeras bajo el yugo de distintos imperios, sembrarían las semillas de conflictos posteriores. Una de estas facciones religiosas, la de los Alauitas –a la cual pertenece la familia Al Asad-, ha tenido el poder en Siria desde la década de los 70’s, a pesar de sólo representar al 12% de la población de ese país.
Bashar al Assad asumió el poder luego de la muerte de su padre y, al inicio, dio señales de ser un gobierno diferente, pero a las primeras críticas y disidencias restringió la Libertad de Expresión, cerró la economía y dejó claro que dentro de sus planes no estaba para nada un régimen democrático. Impuso la ideología Baaz -Partido del Renacimiento Árabe Socialista- como fundamento de su régimen, la cual mezcla peligrosamente islamismo y nacionalismo con marxismo. Los sirios toleraron esto por 12 años, hasta que miles de personas inspiradas en la Primavera Árabe, salieron a protestar exigiendo reformas. A pesar del discurso aparentemente conciliador de Al Asad en esa etapa, el Ejército respondió disparándole a los manifestantes, causando cientos de muertes y apresando a otros que hoy se cuentan por millares.
Una de las raíces determinantes del conflicto en Siria sin duda es la llamada Primavera Árabe“, que es el nombre con el que mediáticamente se ha identificado a la serie de manifestaciones de carácter popular y político que se sucedieron en la región árabe principalmente desde inicios del 2011 y que condujeron a la caída de las dictaduras de Ben Alí en Túnez y Hosni Mubarak en Egipto.
Al no existir posibilidad de una resolución pacífica a este conflicto surgieron milicias alzadas en armas. Desde entonces, Gobierno y rebeldes se encuentran enfrascados en una guerra que ha cobrado más de 60,000 muertos.
Aunque los rebeldes han incrementado su fuerza en hombres y armas, no han logrado derrocar al Gobierno de Al Asad, quien recibe apoyo bélico de Irán, Rusia y Hezbolá. Estas milicias han abusado y asesinado a miles de civiles durante este período y eso hace pensar a los sirios si “el remedio no será peor que la enfermedad”, como dice el conocido refrán.
Esta crisis es aprovechada por el Estado Islámico -organización terrorista-, para incluir un nuevo factor de lucha, el fundamentalismo religioso lo que también representa una amenaza para prácticamente todos los países involucrados, ya que la violencia y la saña con la que operan no tiene precedentes.
Hasta ahora, Rusia y China han bloqueado cualquier sanción contra Siria usando el poder de veto con el cuentan en la ONU. Estos países tienen intereses económicos en Siria, principalmente por la producción de petróleo, lo que ha incidido en el respaldo hacia Al Assad. Por su parte, Estados Unidos decidió intervenir en este conflicto al comprobarse que el Gobierno sirio utilizó armas químicas contra los ciudadanos, por lo que trata de inclinar la balanza a favor de las milicias rebeldes al proporcionarles armamento.
Aunque los principales grupos rebeldes firmaron un pacto de alianza, se considera que este se podría romper al lograr derrocar al actual presidente Al Assad, y luego entrar en una nueva etapa de guerra civil en la lucha por el poder, incluso extenderse a países como Turquía, Libia e Irak.
Aunque China y EEUU no han emplazado fuerzas militares en Siria, Rusia sí lo ha hecho estableciendo 2 bases de operaciones en esa región. Lejos de verse una posibilidad de resolución del conflicto en Siria, la amenaza es de convertirse en una nueva “Guerra Fría”, en la que grandes potencias mundiales luchan por la hegemonía geopolítica, sin importarles los millones de víctimas, lisiados y exiliados civiles que se encuentran atrapados entre múltiples fuegos.
Nuevamente, los intereses geopolíticos de las grandes potencias llenan de muerte un territorio considerado de importancia estratégica.