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Los tres debates detrás de la ENCOVI 2014

Redacción
13 de diciembre, 2015

Asistí el jueves pasado a la presentación de la Encuesta de Condiciones de Vida del año 2014, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística. No esperaba resultados positivos. La pobreza en Guatemala está en todas partes y es una realidad innegable. Los números presentados en el estudio corrobaron esa premonición. Según esta encuesta, la pobreza aumentó de 51.2% a 59.3%. En la misma línea, la pobreza extrema aumentó de 15.3% a 23.4%. Todo esto en un periodo de 8 años.

Los hallazgos de la ENCOVI han generado varios debates. Me gustaría en este espacio describir el contenido de los mismos, y en algunos casos, emitir una opinión al respecto.

En primer lugar, la ENCOVI generó un debate sobre la metodología que se utiliza para medir la pobreza a lo largo del tiempo. Llamó la atención que el dato de pobreza del año 2011 fue descartado de la comparación. A decir de los técnicos, la encuesta de dicho año fue realizada con una metodología errónea, por lo que los datos no son comparables con los de 2014. Otro cambio relevante fue que el monto establecido para medir la línea de pobreza pasó de 6 mil quetzales anuales en la medición del 2006, a un poco más de 10 mil en la medición del 2014. La lógica detrás de este incremento sería un aumento en los precios de los bienes básicos en ese periodo de tiempo.

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Estos cambios tuvieron un impacto en las conclusiones. Por ejemplo, en el 2011 la ENCOVI había mostrado una reducción en la pobreza extrema y un ligero incremento en la pobreza no extrema. Al descartar los resultados de la encuesta de ese año, la narrativa cambia por completo. Ahora se habla de un crecimiento de la pobreza tanto extrema como no extrema.

Lo anterior está relacionado con el incremento en el monto de la línea de pobreza. Un cambio en el monto puede modificar los hallazgos finales, haciendo que los porcentajes de pobreza aumenten o disminuyan, según el criterio seleccionado. Existe debate técnico sobre si la metodología utilizada para dicho cálculo fue la más apropiada.

Un segundo punto de conflicto tiene que ver con el papel del Estado y de la iniciativa privada en la erradicación de la pobreza. Algunos insisten en la “necesidad” de incrementar los recursos del Estado para que este invierta en los más necesitados. Se culpa a la iniciativa privada por la situación de pobreza que vive el país.

Otros responsabilizan al Estado y su ineficiencia. Por ejemplo, al finalizar el evento, el Ministro de Economía argumentaba que, desde su perspectiva personal, los programas de entrega de alimentos no eran efectivos para reducir la pobreza, por lo que nuevas estrategias de generación de empleo eran necesarias.

Finalmente, un tercer debate, quizás menos abordado, está relacionado con los indicadores de desigualdad. La encuesta demuestra que uno de ellos, el Coeficiente Gini, disminuyó de 0.56 a 0.53. Es decir, los guatemaltecos somos más iguales, pero al mismo tiempo, somos más pobres. Esto nos plantea la pregunta: ¿Es la desigualdad el tema que debe preocuparnos? ¿Podemos tratar la pobreza sin atacar la desigualdad? En este momento pareciera que un enfoque exclusivo en la desigualdad podría cerrar las brechas entre ricos y pobres, pero no necesariamente significaría una mejora en la calidad de vida de los guatemaltecos.

Como comentario final, me gustaría señalar que la pobreza es un tema de índole humano. Los debates aquí descritos podrían estar dejando de lado esta dimensión. Politizar la situación y buscar culpables en lo público o lo privado no demuestra más que nuestra falta de ideas para enfrentar la pobreza de manera innovadora. Para dar una solución precisa a esta problemática debemos alejarnos de nuestros prejuicios. Debemos encontrar soluciones que combinen tanto los esfuerzos del sector público, como el trabajo del sector privado, para cambiar una realidad que debe unirnos, en lugar de separarnos.

Los tres debates detrás de la ENCOVI 2014

Redacción
13 de diciembre, 2015

Asistí el jueves pasado a la presentación de la Encuesta de Condiciones de Vida del año 2014, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística. No esperaba resultados positivos. La pobreza en Guatemala está en todas partes y es una realidad innegable. Los números presentados en el estudio corrobaron esa premonición. Según esta encuesta, la pobreza aumentó de 51.2% a 59.3%. En la misma línea, la pobreza extrema aumentó de 15.3% a 23.4%. Todo esto en un periodo de 8 años.

Los hallazgos de la ENCOVI han generado varios debates. Me gustaría en este espacio describir el contenido de los mismos, y en algunos casos, emitir una opinión al respecto.

En primer lugar, la ENCOVI generó un debate sobre la metodología que se utiliza para medir la pobreza a lo largo del tiempo. Llamó la atención que el dato de pobreza del año 2011 fue descartado de la comparación. A decir de los técnicos, la encuesta de dicho año fue realizada con una metodología errónea, por lo que los datos no son comparables con los de 2014. Otro cambio relevante fue que el monto establecido para medir la línea de pobreza pasó de 6 mil quetzales anuales en la medición del 2006, a un poco más de 10 mil en la medición del 2014. La lógica detrás de este incremento sería un aumento en los precios de los bienes básicos en ese periodo de tiempo.

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Estos cambios tuvieron un impacto en las conclusiones. Por ejemplo, en el 2011 la ENCOVI había mostrado una reducción en la pobreza extrema y un ligero incremento en la pobreza no extrema. Al descartar los resultados de la encuesta de ese año, la narrativa cambia por completo. Ahora se habla de un crecimiento de la pobreza tanto extrema como no extrema.

Lo anterior está relacionado con el incremento en el monto de la línea de pobreza. Un cambio en el monto puede modificar los hallazgos finales, haciendo que los porcentajes de pobreza aumenten o disminuyan, según el criterio seleccionado. Existe debate técnico sobre si la metodología utilizada para dicho cálculo fue la más apropiada.

Un segundo punto de conflicto tiene que ver con el papel del Estado y de la iniciativa privada en la erradicación de la pobreza. Algunos insisten en la “necesidad” de incrementar los recursos del Estado para que este invierta en los más necesitados. Se culpa a la iniciativa privada por la situación de pobreza que vive el país.

Otros responsabilizan al Estado y su ineficiencia. Por ejemplo, al finalizar el evento, el Ministro de Economía argumentaba que, desde su perspectiva personal, los programas de entrega de alimentos no eran efectivos para reducir la pobreza, por lo que nuevas estrategias de generación de empleo eran necesarias.

Finalmente, un tercer debate, quizás menos abordado, está relacionado con los indicadores de desigualdad. La encuesta demuestra que uno de ellos, el Coeficiente Gini, disminuyó de 0.56 a 0.53. Es decir, los guatemaltecos somos más iguales, pero al mismo tiempo, somos más pobres. Esto nos plantea la pregunta: ¿Es la desigualdad el tema que debe preocuparnos? ¿Podemos tratar la pobreza sin atacar la desigualdad? En este momento pareciera que un enfoque exclusivo en la desigualdad podría cerrar las brechas entre ricos y pobres, pero no necesariamente significaría una mejora en la calidad de vida de los guatemaltecos.

Como comentario final, me gustaría señalar que la pobreza es un tema de índole humano. Los debates aquí descritos podrían estar dejando de lado esta dimensión. Politizar la situación y buscar culpables en lo público o lo privado no demuestra más que nuestra falta de ideas para enfrentar la pobreza de manera innovadora. Para dar una solución precisa a esta problemática debemos alejarnos de nuestros prejuicios. Debemos encontrar soluciones que combinen tanto los esfuerzos del sector público, como el trabajo del sector privado, para cambiar una realidad que debe unirnos, en lugar de separarnos.