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La Bancada Doritos, “nueva imagen, misma actitud”

Redacción
20 de diciembre, 2015

A nadie le sorprende la salida de 20 diputados del Partido LIDER. El modelo político guatemalteco se ha caracterizado por partidos que funcionan como marcas. Al desgastarse la “franquicia”, usualmente a raíz de mal desempeño en el gobierno, se opta por crear una nueva o cambiarse de color de corbata. La historia se repitió el pasado jueves, pero con una diferencia: LIDER no llegó a hacer gobierno. Sin embargo, la alianza con el Partido Patriota les costó las elecciones, y al parecer, también la existencia del partido.

Llamó la atención que los diputados salientes no se consideran tránsfugas, pues a decir de ellos, están creando un nuevo partido político. En efecto, la nueva bancada PROGRESISTA recuerda a una campaña de los famosos Doritos, resumida en el eslogan, “nueva imagen, misma actitud”. Precisamente de eso se trata la creación de una nueva organización: una nueva imagen, nuevo nombre y dibujito, pero la esencia seguirá siendo la misma. Un partido sin identidad, sin cuadros, sin ideología, sin democracia interna, que luego buscará reclutar un candidato presidencial reciclado para mantener a sus diputados vivos.

Esto nos dice algo sobre nuestro sistema político. Más allá de la obvia falta de identidad, ideología, y lealtad, observamos un enorme vacío de ideas, de innovación en la política. Hace muchos años a alguien se le ocurrió la idea de crear nuevos partidos políticos para mantener la carrera de personajes reciclados. Desde entonces, todos hacen lo mismo. La innovación pareciera limitarse a crear nuevas marcas, no nuevos productos.

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A decir verdad, hasta ahora el modelo había funcionado a las mil maravillas. Diputados como Arístides Crespo han ido cambiando de partido para mantenerse en “la jugada” política. En el plano municipal, Arnoldo Medrano siempre le apostó a la marca ganadora. Eso le permitió tener acceso a recursos para consolidar su imperio en Chinautla.

Pero, ¿funcionará de nuevo? Los resultados de las elecciones 2015 nos indican que no. Las marcas ya no garantizan una elección. Este año vimos cómo un candidato sin apoyo de alcaldes y diputados distritales ganó en la primera vuelta, y cómo la marca supuestamente ganadora terminó viviendo en Nicaragua y de shopping en Miami.

El mercado electoral ha cambiado sustancialmente, no a raíz de transformaciones estructurales del país, sino de un golpe externo al sistema generado por la CICIG y el Ministerio Público. Las prácticas del pasado le dieron a los partidos tradicionales suficientes votos para mantener el control del Congreso, pero eso no significa que el modelo no se haya agotado. Los políticos deberán superar su miopía y entender que el contexto al que se enfrentan es diferente. El votante está mucho más pendiente de sus acciones y demanda más que solo un empaque nuevo. Esconderse detrás de una nueva imagen no será suficiente, sobre todo si se mantiene la misma actitud.

La Bancada Doritos, “nueva imagen, misma actitud”

Redacción
20 de diciembre, 2015

A nadie le sorprende la salida de 20 diputados del Partido LIDER. El modelo político guatemalteco se ha caracterizado por partidos que funcionan como marcas. Al desgastarse la “franquicia”, usualmente a raíz de mal desempeño en el gobierno, se opta por crear una nueva o cambiarse de color de corbata. La historia se repitió el pasado jueves, pero con una diferencia: LIDER no llegó a hacer gobierno. Sin embargo, la alianza con el Partido Patriota les costó las elecciones, y al parecer, también la existencia del partido.

Llamó la atención que los diputados salientes no se consideran tránsfugas, pues a decir de ellos, están creando un nuevo partido político. En efecto, la nueva bancada PROGRESISTA recuerda a una campaña de los famosos Doritos, resumida en el eslogan, “nueva imagen, misma actitud”. Precisamente de eso se trata la creación de una nueva organización: una nueva imagen, nuevo nombre y dibujito, pero la esencia seguirá siendo la misma. Un partido sin identidad, sin cuadros, sin ideología, sin democracia interna, que luego buscará reclutar un candidato presidencial reciclado para mantener a sus diputados vivos.

Esto nos dice algo sobre nuestro sistema político. Más allá de la obvia falta de identidad, ideología, y lealtad, observamos un enorme vacío de ideas, de innovación en la política. Hace muchos años a alguien se le ocurrió la idea de crear nuevos partidos políticos para mantener la carrera de personajes reciclados. Desde entonces, todos hacen lo mismo. La innovación pareciera limitarse a crear nuevas marcas, no nuevos productos.

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A decir verdad, hasta ahora el modelo había funcionado a las mil maravillas. Diputados como Arístides Crespo han ido cambiando de partido para mantenerse en “la jugada” política. En el plano municipal, Arnoldo Medrano siempre le apostó a la marca ganadora. Eso le permitió tener acceso a recursos para consolidar su imperio en Chinautla.

Pero, ¿funcionará de nuevo? Los resultados de las elecciones 2015 nos indican que no. Las marcas ya no garantizan una elección. Este año vimos cómo un candidato sin apoyo de alcaldes y diputados distritales ganó en la primera vuelta, y cómo la marca supuestamente ganadora terminó viviendo en Nicaragua y de shopping en Miami.

El mercado electoral ha cambiado sustancialmente, no a raíz de transformaciones estructurales del país, sino de un golpe externo al sistema generado por la CICIG y el Ministerio Público. Las prácticas del pasado le dieron a los partidos tradicionales suficientes votos para mantener el control del Congreso, pero eso no significa que el modelo no se haya agotado. Los políticos deberán superar su miopía y entender que el contexto al que se enfrentan es diferente. El votante está mucho más pendiente de sus acciones y demanda más que solo un empaque nuevo. Esconderse detrás de una nueva imagen no será suficiente, sobre todo si se mantiene la misma actitud.