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Principios y valores

Redacción
27 de diciembre, 2015

Me he preguntado en repetidas ocasiones: ¿Qué es lo que mueve a los seres humanos ser de esta o de aquella manera? ¿Qué es lo que hace que se incline por ciertas cosas y que deseche otras?

No pretendo iniciar esta reflexión por el plano de lo moral sino por aquello que de una forma u otra constituye la condición humana: la búsqueda de la excelencia. Aunque todos deseamos sacar provecho de las circunstancias para estar siempre en mejores condiciones o lo que yo llamo principio de homo agens que es la capacidad que nuestras acciones nos conduzcan a las cosas que deseamos y amamos y que hacen aflorar satisfacciones en nosotros.

Lo que trae alegría al corazón de los hombres, está ligado siempre a esa búsqueda de la felicidad que trasciende las fronteras de esta vida. Me llama mucho la atención la vida de San Pablo que después de ser a lo largo de la vida un Fariseo y cumplidor estricto de la ley se convierte a Cristo porque reconoce en él la excelencia del bien.

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Todas aquellas cosas que privan a las personas del bien, que los ciegan, que los hacen caminar por el mundo de la mentira, de la violencia y la tiranía han domesticado sus principios y valores sobre apariencias externas y creen que van por el buen camino.

La violencia con la cual se ejemplifica la muerte de Abel en manos de su hermano Caín radica precisamente que los principios y valores del primero eran menos triviales que los del segundo.

Jacob es amenazado por su hermano Esaú porque el primero recibe la bendición de su padre. El rey Saúl persigue a David porque Dios prefiere amar al último y desechar al primero.

Llegar a la miseria de la vida ha provocado que en este país muchas personas sufran por esa confianza ciega en criterios superficiales que hieren la condición humana y nos enferman socialmente. Muchas veces los guatemaltecos nos olvidamos del deber con nosotros mismos. Creo que esta semana que inicia entre la Navidad y el fin del año es la mejor ocasión de revisar nuestros principios y valores y encauzar nuestra vida por aquello que nos conduzca a la excelencia. No a lo banal y superficial sino a lo profundo.

El profeta Jeremías hablaba que los males que aquejaban al mundo habían salido de aquellos que juraban defender los principios y valores sobre los cuales todos debíamos orientar nuestro camino. Sin embargo estos principios y valores corrompieron al pueblo y lo llevaron por caminos de maldad. Los guatemaltecos y sobre todo los jóvenes deben corregir el rumbo.

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27 de diciembre, 2015

Me he preguntado en repetidas ocasiones: ¿Qué es lo que mueve a los seres humanos ser de esta o de aquella manera? ¿Qué es lo que hace que se incline por ciertas cosas y que deseche otras?

No pretendo iniciar esta reflexión por el plano de lo moral sino por aquello que de una forma u otra constituye la condición humana: la búsqueda de la excelencia. Aunque todos deseamos sacar provecho de las circunstancias para estar siempre en mejores condiciones o lo que yo llamo principio de homo agens que es la capacidad que nuestras acciones nos conduzcan a las cosas que deseamos y amamos y que hacen aflorar satisfacciones en nosotros.

Lo que trae alegría al corazón de los hombres, está ligado siempre a esa búsqueda de la felicidad que trasciende las fronteras de esta vida. Me llama mucho la atención la vida de San Pablo que después de ser a lo largo de la vida un Fariseo y cumplidor estricto de la ley se convierte a Cristo porque reconoce en él la excelencia del bien.

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La violencia con la cual se ejemplifica la muerte de Abel en manos de su hermano Caín radica precisamente que los principios y valores del primero eran menos triviales que los del segundo.

Jacob es amenazado por su hermano Esaú porque el primero recibe la bendición de su padre. El rey Saúl persigue a David porque Dios prefiere amar al último y desechar al primero.

Llegar a la miseria de la vida ha provocado que en este país muchas personas sufran por esa confianza ciega en criterios superficiales que hieren la condición humana y nos enferman socialmente. Muchas veces los guatemaltecos nos olvidamos del deber con nosotros mismos. Creo que esta semana que inicia entre la Navidad y el fin del año es la mejor ocasión de revisar nuestros principios y valores y encauzar nuestra vida por aquello que nos conduzca a la excelencia. No a lo banal y superficial sino a lo profundo.

El profeta Jeremías hablaba que los males que aquejaban al mundo habían salido de aquellos que juraban defender los principios y valores sobre los cuales todos debíamos orientar nuestro camino. Sin embargo estos principios y valores corrompieron al pueblo y lo llevaron por caminos de maldad. Los guatemaltecos y sobre todo los jóvenes deben corregir el rumbo.