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El ocaso del poder

Redacción
31 de enero, 2016

Lo basto de Adolfo Hitler sometiendo bajo la égida de su fuerza toda una nación europea, contrasta con Jorge Ubico Castañeda cuya fuerza de poder se centraba en una culta formación que no asoma el monstruo político de la tiranía de la democracia de Guatemala en 2016.

Ese deseo de sangre que se evidencia en la muerte de pilotos de transporte esta semana que a su vez había dado muerte a otros pilotos en una cadena que violenta la ley en su propia negación como lo diría Foucault. No existe poder en gobernación ni en el ejército de Guatemala. Mucho menos en la cadena que como diría un pensador occidental no deja afuera al gobernante y al comerciante.

El contrapoder y resistencia salvaje del individuo frente a la ley encuentra su primera manifestación en el Congreso de la República de Guatemala donde aquellos que se consideran asimismo como boca de ley pero no hacen otra cosa que agitar, revolver, confabular como un sujeto político que ha perdido su poder y no como el individuo aislado en su muerte de toda suerte y bienestar pero que como gobernante de Guatemala hizo honor a la naturaleza del poder y la función propia del estadista.

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No solo en Guatemala sino alrededor del mundo los políticos y el poder se han distanciado. Legislar o el discurso político, sin confundir Derecho y Política, se ha convertido incluso en verborrea de teólogos que asaltan la esfera pública olvidando las palabras del pastor alemán Dietrich Bonhoeffer “la iglesia se hace mundo sin que el mundo se haga iglesia”.

El ocaso del poder se ve en que representa conflicto y no paz, podredumbre y no fortaleza, conmiseración y no valentía. La percepción social es clara: el poder hace tiempo dejo la esfera pública, que ahora se vuelve sórdida hacia sí misma y retrata la mitología de los dioses griegos que devoraban a sus propios hijos para evitar ser aislados de la naturaleza del poder.

El poder político no es conquistado por aquel que carece de los arrestos de un estadista, pero tampoco por aquellos que queriendo ser abogados del Estado se han convertido en abogados del diablo. Cuéntese en esa lista a aquellos medios de comunicación de Guatemala que su forma de hacer noticia se ha vuelto grotesca y llena de epítetos que insultan al Señor Presidente y miembros de su equipo de trabajo. Ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.

El comportamiento y dinámica del Estado de Guatemala permite que los individuos se alejen de la idea de ciudadano y se orienten a sus propias comunidades. Sin embargo ahí se distancian de la figura de vecino y se aíslan del cuerpo político y reclaman para sí la soberanía como cuerpo social sin que ello implique un fanatismo o una anarquía.

El ocaso del poder

Redacción
31 de enero, 2016

Lo basto de Adolfo Hitler sometiendo bajo la égida de su fuerza toda una nación europea, contrasta con Jorge Ubico Castañeda cuya fuerza de poder se centraba en una culta formación que no asoma el monstruo político de la tiranía de la democracia de Guatemala en 2016.

Ese deseo de sangre que se evidencia en la muerte de pilotos de transporte esta semana que a su vez había dado muerte a otros pilotos en una cadena que violenta la ley en su propia negación como lo diría Foucault. No existe poder en gobernación ni en el ejército de Guatemala. Mucho menos en la cadena que como diría un pensador occidental no deja afuera al gobernante y al comerciante.

El contrapoder y resistencia salvaje del individuo frente a la ley encuentra su primera manifestación en el Congreso de la República de Guatemala donde aquellos que se consideran asimismo como boca de ley pero no hacen otra cosa que agitar, revolver, confabular como un sujeto político que ha perdido su poder y no como el individuo aislado en su muerte de toda suerte y bienestar pero que como gobernante de Guatemala hizo honor a la naturaleza del poder y la función propia del estadista.

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No solo en Guatemala sino alrededor del mundo los políticos y el poder se han distanciado. Legislar o el discurso político, sin confundir Derecho y Política, se ha convertido incluso en verborrea de teólogos que asaltan la esfera pública olvidando las palabras del pastor alemán Dietrich Bonhoeffer “la iglesia se hace mundo sin que el mundo se haga iglesia”.

El ocaso del poder se ve en que representa conflicto y no paz, podredumbre y no fortaleza, conmiseración y no valentía. La percepción social es clara: el poder hace tiempo dejo la esfera pública, que ahora se vuelve sórdida hacia sí misma y retrata la mitología de los dioses griegos que devoraban a sus propios hijos para evitar ser aislados de la naturaleza del poder.

El poder político no es conquistado por aquel que carece de los arrestos de un estadista, pero tampoco por aquellos que queriendo ser abogados del Estado se han convertido en abogados del diablo. Cuéntese en esa lista a aquellos medios de comunicación de Guatemala que su forma de hacer noticia se ha vuelto grotesca y llena de epítetos que insultan al Señor Presidente y miembros de su equipo de trabajo. Ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.

El comportamiento y dinámica del Estado de Guatemala permite que los individuos se alejen de la idea de ciudadano y se orienten a sus propias comunidades. Sin embargo ahí se distancian de la figura de vecino y se aíslan del cuerpo político y reclaman para sí la soberanía como cuerpo social sin que ello implique un fanatismo o una anarquía.