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Del circo a la realidad

Betty Marroquin
21 de febrero, 2016

Leyendo la entrevista que le hicieran al General Benedicto Lucas en el año 2000, queda nuevamente en evidencia, que esta agenda de “justicia” dista mucho de ser justa. Entre otras mentiras dantescas, en el caso Dos Erres, se le acusa de algo que sucedió cuando el General ya estaba de baja. Pareciera que tanto la Jueza Yasmin Barrios, como los acusadores, los testigos falsos, y sus apoyos internacionales (el Embajador de Alemania y la Administración Obama, para ser exactos), creen que los guatemaltecos somos una partida de idiotas (que según varios diccionarios significa estúpido o tonto), que somos unos apáticos o egoístas a los que no les importa nada más que su propia nariz, unos miedosos que jamás reaccionarán contra tanto abuso, o que nuestra dependencia de los Estados Unidos (está no aplica a Alemania) es tal que soportaremos todo lo que nos impongan. Es una tremenda injusticia lo que están viviendo el General Lucas y sus colegas, para rematarla, en el ocaso de sus vidas cuando sus fuerzas se han reducido con la vejez.

Lo cierto del caso es que en lugar de enfocar toda nuestra energía a hacer país, a construir, a crear, edificar, resolver, trabajando juntos (izquierda y derecha), seguimos enfrascados en este corral estéril y obtuso. Seguimos enfrentando resarcimientos que no podemos pagar. Con juicios costosos que solamente sirven a los intereses de quienes no tienen la menor idea como ser productivos con trabajo honesto y deben recurrir a la mentira, a la tragedia ajena, a revivir capítulos de una guerra perdida para justificar su existencia. Y sobre todo, que viven del dinero que les donan los incautos europeos y norteamericanos estancados en el políticamente correcto, que les hace apoyar una cruzada por demás detestable.

Creo que si esto sigue, la misma furia pacífica con que los guatemaltecos se manifestaron para bajar a las autoridades máximas del país, ladrones en pedestal cabecillas de esa mafia que llamamos la Línea, terminará por sacar de sus respectivos tronos a quienes insisten en mantenernos en la polarización, en el antagonismo y en esta la perenne caza de brujas.

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En Sepur Zarco hemos visto desde declaraciones donde las fechas no cuadran, donde difuntos han reconocido hijos después de la muerte, donde una mujer ha dado a luz dos veces en un lapso de 3 meses, hasta usado psíquicas para testificar, entre tantos otros abusos descomunales. Si piensa que es un absurdo, no está sólo. Basta con leer los comentarios en redes sociales. Son mucho más los comentarios contra ese circo de proceso que los insultos de quienes atacan a quienes como yo, no estamos a favor de esta payasada. Tapar el sol con un dedo es imposible, tal como lo es vivir en la mentira.

Ahora me pregunto que ganan la Administración Obama o el Embajador Alemán, por ejemplo, con apoyar esta cruzada detestable. Cuál es la ventaja que les da el financiar y dar apoyo político a estas causas contrarias a la voluntad popular del país anfitrión. El Principio de no Intervención es un principio que se refiere a la obligación de los Estados soberanos de abstenerse a intervenir directa o indirectamente, en los asuntos internos de otro Estado con la intención de afectar su voluntad y obtener su subordinación. Este es un principio del Derecho Internacional Público que protege la independencia de las naciones y el derecho a la libre autodeterminación de los pueblos. Irónicamente, los “padres” del no intervencionismo fueron precisamente estadounidenses: George Washington y Thomas Jefferson. Me pregunto qué opinarían hoy día al ver lo que sucede en los tribunales en los que se apersonan los diplomáticos.

Muchos ven a los Demócratas como los patrocinadores de esa política intervencionista que vemos plasmada en Guatemala hoy día. Sinceramente, no puedo meterlos a todos los demócratas en la misma bolsa. El mismo Presidente Clinton no manejó su política exterior como lo hiciera su esposa Hilary, por ejemplo, que insultó al Primer Ministro Netanyahu y al pueblo de Israel. Pienso en el mítico Representante Lee Hamilton (D-Indiana), quién como Líder Demócrata del Comité de Relaciones Internacionales de la Cámara de Representantes trabajó cosas vitales durante la guerra fría en forma bipartidista con el también mítico Rep. Ben Gilman (R-NY), Líder Republicano del mismo Comité, luchando ambos contra el comunismo y combatiendo desde su pluma contra los promotores de las guerras de guerrilla que como en Guatemala, se libraron en tantos otros escenarios del mundo. El Rep. Hamilton jamás hubiera apoyado esta caza de brujas. Si bien han sido siempre campeones de los derechos humanos, dudo que se prestara a semejante payasada. Hamilton dijo que “debemos (los EEUU) insistir en que los gobiernos que reciben asistencia (de los EEUU) se comporten a la altura de los estándares de responsabilidad y transparencia, y debieran apoyar países que adopten reformas de mercado, democracia y estado de Derecho”. Esos principios no han cambiado, es la interpretación de lo que son esos conceptos la que pareciera distinta.

Los guatemaltecos queremos apoyo en la lucha contra la corrupción, contra la impunidad, contra la malnutrición y desnutrición a todo nivel, para mejorar nuestro sistema de salud, fortalecer y ampliar nuestra infraestructura, construir y fortalecer las escuelas que ayuden a nuestros niños, jóvenes y adulto mayor que se quiere educar a lograr sus metas, queremos trabajo digno y comerciar nuestros productos libremente, queremos alimentos en las mesas de todas las familias guatemaltecas, queremos que nadie pase hambre o frío, queremos que todos los guatemaltecos tengan una vida digna, y deseamos vivir en libertad; y no es a base de juicios circenses y resarcimientos que lograremos todo esto. Por el contrario, éstos sólo nos hundirán cada vez más en las arenas movedizas del odio y el divisionismo, y tristemente, en estos momentos no veo la liana que nos ayude a salir de ellas.

Así que no es cuestión de ser Demócrata o Republicano, es cuestión de visión a futuro, de querer comprender realmente las necesidades del país anfitrión, de objetividad, de amor a la libertad y a la democracia, valores que con frecuencia parecieran conceptos abstractos para quienes hoy día lideran ese partido. Creo que ven en el caso de Guatemala uno en el cual sentar un precedente para luego caerle a los muchos otros símiles en otros países. Y si esto es correcto, no ven el riesgo que corren con sus propias acciones en diversos escenarios del planeta, como Vietnam. Esos, al igual que Guatemala, fueron escenarios del conflicto armado entre Rusia y su eje y los Estados Unidos y sus aliados, un conflicto ideológico que debió morir con la caída del Muro de Berlín a nivel internacional, y con los Acuerdos de Paz en Guatemala. Evidentemente no ha sido así, ya que de la guerra hemos pasado a los tribunales, donde las batallas ya no las pelean militares sino abogados, cambiando armas por plumas y lapiceros. Mentalidad cerrada y obtusa que nos quiere mantener en el atraso. Lástima que han olvidado lo que decía el Chairman Gilman: “La democracia siempre estará en conflicto natural con formas cerradas de gobierno”.

Del circo a la realidad

Betty Marroquin
21 de febrero, 2016

Leyendo la entrevista que le hicieran al General Benedicto Lucas en el año 2000, queda nuevamente en evidencia, que esta agenda de “justicia” dista mucho de ser justa. Entre otras mentiras dantescas, en el caso Dos Erres, se le acusa de algo que sucedió cuando el General ya estaba de baja. Pareciera que tanto la Jueza Yasmin Barrios, como los acusadores, los testigos falsos, y sus apoyos internacionales (el Embajador de Alemania y la Administración Obama, para ser exactos), creen que los guatemaltecos somos una partida de idiotas (que según varios diccionarios significa estúpido o tonto), que somos unos apáticos o egoístas a los que no les importa nada más que su propia nariz, unos miedosos que jamás reaccionarán contra tanto abuso, o que nuestra dependencia de los Estados Unidos (está no aplica a Alemania) es tal que soportaremos todo lo que nos impongan. Es una tremenda injusticia lo que están viviendo el General Lucas y sus colegas, para rematarla, en el ocaso de sus vidas cuando sus fuerzas se han reducido con la vejez.

Lo cierto del caso es que en lugar de enfocar toda nuestra energía a hacer país, a construir, a crear, edificar, resolver, trabajando juntos (izquierda y derecha), seguimos enfrascados en este corral estéril y obtuso. Seguimos enfrentando resarcimientos que no podemos pagar. Con juicios costosos que solamente sirven a los intereses de quienes no tienen la menor idea como ser productivos con trabajo honesto y deben recurrir a la mentira, a la tragedia ajena, a revivir capítulos de una guerra perdida para justificar su existencia. Y sobre todo, que viven del dinero que les donan los incautos europeos y norteamericanos estancados en el políticamente correcto, que les hace apoyar una cruzada por demás detestable.

Creo que si esto sigue, la misma furia pacífica con que los guatemaltecos se manifestaron para bajar a las autoridades máximas del país, ladrones en pedestal cabecillas de esa mafia que llamamos la Línea, terminará por sacar de sus respectivos tronos a quienes insisten en mantenernos en la polarización, en el antagonismo y en esta la perenne caza de brujas.

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En Sepur Zarco hemos visto desde declaraciones donde las fechas no cuadran, donde difuntos han reconocido hijos después de la muerte, donde una mujer ha dado a luz dos veces en un lapso de 3 meses, hasta usado psíquicas para testificar, entre tantos otros abusos descomunales. Si piensa que es un absurdo, no está sólo. Basta con leer los comentarios en redes sociales. Son mucho más los comentarios contra ese circo de proceso que los insultos de quienes atacan a quienes como yo, no estamos a favor de esta payasada. Tapar el sol con un dedo es imposible, tal como lo es vivir en la mentira.

Ahora me pregunto que ganan la Administración Obama o el Embajador Alemán, por ejemplo, con apoyar esta cruzada detestable. Cuál es la ventaja que les da el financiar y dar apoyo político a estas causas contrarias a la voluntad popular del país anfitrión. El Principio de no Intervención es un principio que se refiere a la obligación de los Estados soberanos de abstenerse a intervenir directa o indirectamente, en los asuntos internos de otro Estado con la intención de afectar su voluntad y obtener su subordinación. Este es un principio del Derecho Internacional Público que protege la independencia de las naciones y el derecho a la libre autodeterminación de los pueblos. Irónicamente, los “padres” del no intervencionismo fueron precisamente estadounidenses: George Washington y Thomas Jefferson. Me pregunto qué opinarían hoy día al ver lo que sucede en los tribunales en los que se apersonan los diplomáticos.

Muchos ven a los Demócratas como los patrocinadores de esa política intervencionista que vemos plasmada en Guatemala hoy día. Sinceramente, no puedo meterlos a todos los demócratas en la misma bolsa. El mismo Presidente Clinton no manejó su política exterior como lo hiciera su esposa Hilary, por ejemplo, que insultó al Primer Ministro Netanyahu y al pueblo de Israel. Pienso en el mítico Representante Lee Hamilton (D-Indiana), quién como Líder Demócrata del Comité de Relaciones Internacionales de la Cámara de Representantes trabajó cosas vitales durante la guerra fría en forma bipartidista con el también mítico Rep. Ben Gilman (R-NY), Líder Republicano del mismo Comité, luchando ambos contra el comunismo y combatiendo desde su pluma contra los promotores de las guerras de guerrilla que como en Guatemala, se libraron en tantos otros escenarios del mundo. El Rep. Hamilton jamás hubiera apoyado esta caza de brujas. Si bien han sido siempre campeones de los derechos humanos, dudo que se prestara a semejante payasada. Hamilton dijo que “debemos (los EEUU) insistir en que los gobiernos que reciben asistencia (de los EEUU) se comporten a la altura de los estándares de responsabilidad y transparencia, y debieran apoyar países que adopten reformas de mercado, democracia y estado de Derecho”. Esos principios no han cambiado, es la interpretación de lo que son esos conceptos la que pareciera distinta.

Los guatemaltecos queremos apoyo en la lucha contra la corrupción, contra la impunidad, contra la malnutrición y desnutrición a todo nivel, para mejorar nuestro sistema de salud, fortalecer y ampliar nuestra infraestructura, construir y fortalecer las escuelas que ayuden a nuestros niños, jóvenes y adulto mayor que se quiere educar a lograr sus metas, queremos trabajo digno y comerciar nuestros productos libremente, queremos alimentos en las mesas de todas las familias guatemaltecas, queremos que nadie pase hambre o frío, queremos que todos los guatemaltecos tengan una vida digna, y deseamos vivir en libertad; y no es a base de juicios circenses y resarcimientos que lograremos todo esto. Por el contrario, éstos sólo nos hundirán cada vez más en las arenas movedizas del odio y el divisionismo, y tristemente, en estos momentos no veo la liana que nos ayude a salir de ellas.

Así que no es cuestión de ser Demócrata o Republicano, es cuestión de visión a futuro, de querer comprender realmente las necesidades del país anfitrión, de objetividad, de amor a la libertad y a la democracia, valores que con frecuencia parecieran conceptos abstractos para quienes hoy día lideran ese partido. Creo que ven en el caso de Guatemala uno en el cual sentar un precedente para luego caerle a los muchos otros símiles en otros países. Y si esto es correcto, no ven el riesgo que corren con sus propias acciones en diversos escenarios del planeta, como Vietnam. Esos, al igual que Guatemala, fueron escenarios del conflicto armado entre Rusia y su eje y los Estados Unidos y sus aliados, un conflicto ideológico que debió morir con la caída del Muro de Berlín a nivel internacional, y con los Acuerdos de Paz en Guatemala. Evidentemente no ha sido así, ya que de la guerra hemos pasado a los tribunales, donde las batallas ya no las pelean militares sino abogados, cambiando armas por plumas y lapiceros. Mentalidad cerrada y obtusa que nos quiere mantener en el atraso. Lástima que han olvidado lo que decía el Chairman Gilman: “La democracia siempre estará en conflicto natural con formas cerradas de gobierno”.