Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

ONG´S, instrumentos de política exterior

Redacción
30 de agosto, 2016

Cuando Francis Fukuyama, el muy polémico autor de un ensayo que a comienzos de los años 90 proclamaba el fin de la historia como proceso evolutivo de las ideas políticas, otro autor muy conocido, Lester Salamon, sostenía en un trabajo publicado en la prestigiosa revista Foreign Affaires el surgimiento de un poderoso “tercer sector”, que al amparo de la debilidad de los estados y la visión muy focalizada del sector privado, comenzaba a desarrollar una especie de poder híbrido en el mundo. Este poder basaba su notoriedad en que tomaba por un lado, el control de actividades públicas que antes solo correspondían al estado, pero por el otro operaba con la flexibilidad y formato de una actividad meramente privada. Lo mejor de los dos mundos. En opinión de Salamon era un signo de los tiempos que ante el retroceso de las grandes administraciones públicas y el desinterés de los emprendimientos privados, este tercer sector ocuparía cada vez más espacios en el cuadrante del poder global.

Qué lejos estaba Salamon de anticipar en lo que este “tercer sector” llegaría a convertirse. Con un radio de acción muy amplio, era cuestión de minutos que las organizaciones de ese tercer sector se convirtieran en tribunas de opinión política y en ocasiones llegaran incluso a sustituir la actividad de los mismos partidos políticos. Tan así que llegó a hablarse a finales de los 90’s de una especie de neo corporativismo en las sociedades latinoamericanas. Eran más importantes las instancias de la “sociedad civil” que los mismos parlamentos, y la formación de agenda política se fue deslizando cada vez más en dirección de las agendas temáticas de estas organizaciones, cuyo carácter -no hay que olvidarlo-, es mono-temático y privadamente financiado.

Ahora bien, de una primera etapa en la que el “tercer sector” fue una especie de aliado en la acción gubernamental, a una segunda etapa en la que se convirtió en poder político puro, llegamos a una tercera etapa, en mi opinión símbolo de un estado degenerativo del concepto, en que las potencias internacionales utilizan estas organizaciones para el avance de sus propias políticas exteriores en países vecinos, amigos o adversarios. Es relativamente fácil identificar un tema que coincida con los objetivos de política exterior de un gobierno (por loables que sean estos), para entonces colocar una ingente cantidad de recursos que entren por vía de cooperación y que permitan a estos gobiernos extranjeros contar con voces, operadores y activistas locales, que corran con el desgaste de impulsar una agenda foránea. El modelo es ideal. Activismo trasnacional revestido de filantropía. Tan exportable es este modelo que no solamente gobiernos hacen uso del instrumento; corporaciones internacionales, representativas de los más variados intereses económicos, ideológicos y sociales se apoyan constantemente en él.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Quién hace qué con sus propios recursos es algo que es absolutamente válido siempre que esté dentro del ámbito de lo lícito. Hay que decir también que no todas las actividades de entes no gubernamentales se mueven en la lógica descrita. Pero cuando se trata de intereses político-comerciales que afectan primero el orden político internacional y luego el orden político e incluso la estabilidad interna de un país, es importante que dicho apoyos se expliciten, se transparenten y se registren. Al fin y al cabo a quienes reciben dichos apoyos hay que llamarles, sin complejo alguno, por su nombre: instrumentos de política exterior.

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo

ONG´S, instrumentos de política exterior

Redacción
30 de agosto, 2016

Cuando Francis Fukuyama, el muy polémico autor de un ensayo que a comienzos de los años 90 proclamaba el fin de la historia como proceso evolutivo de las ideas políticas, otro autor muy conocido, Lester Salamon, sostenía en un trabajo publicado en la prestigiosa revista Foreign Affaires el surgimiento de un poderoso “tercer sector”, que al amparo de la debilidad de los estados y la visión muy focalizada del sector privado, comenzaba a desarrollar una especie de poder híbrido en el mundo. Este poder basaba su notoriedad en que tomaba por un lado, el control de actividades públicas que antes solo correspondían al estado, pero por el otro operaba con la flexibilidad y formato de una actividad meramente privada. Lo mejor de los dos mundos. En opinión de Salamon era un signo de los tiempos que ante el retroceso de las grandes administraciones públicas y el desinterés de los emprendimientos privados, este tercer sector ocuparía cada vez más espacios en el cuadrante del poder global.

Qué lejos estaba Salamon de anticipar en lo que este “tercer sector” llegaría a convertirse. Con un radio de acción muy amplio, era cuestión de minutos que las organizaciones de ese tercer sector se convirtieran en tribunas de opinión política y en ocasiones llegaran incluso a sustituir la actividad de los mismos partidos políticos. Tan así que llegó a hablarse a finales de los 90’s de una especie de neo corporativismo en las sociedades latinoamericanas. Eran más importantes las instancias de la “sociedad civil” que los mismos parlamentos, y la formación de agenda política se fue deslizando cada vez más en dirección de las agendas temáticas de estas organizaciones, cuyo carácter -no hay que olvidarlo-, es mono-temático y privadamente financiado.

Ahora bien, de una primera etapa en la que el “tercer sector” fue una especie de aliado en la acción gubernamental, a una segunda etapa en la que se convirtió en poder político puro, llegamos a una tercera etapa, en mi opinión símbolo de un estado degenerativo del concepto, en que las potencias internacionales utilizan estas organizaciones para el avance de sus propias políticas exteriores en países vecinos, amigos o adversarios. Es relativamente fácil identificar un tema que coincida con los objetivos de política exterior de un gobierno (por loables que sean estos), para entonces colocar una ingente cantidad de recursos que entren por vía de cooperación y que permitan a estos gobiernos extranjeros contar con voces, operadores y activistas locales, que corran con el desgaste de impulsar una agenda foránea. El modelo es ideal. Activismo trasnacional revestido de filantropía. Tan exportable es este modelo que no solamente gobiernos hacen uso del instrumento; corporaciones internacionales, representativas de los más variados intereses económicos, ideológicos y sociales se apoyan constantemente en él.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Quién hace qué con sus propios recursos es algo que es absolutamente válido siempre que esté dentro del ámbito de lo lícito. Hay que decir también que no todas las actividades de entes no gubernamentales se mueven en la lógica descrita. Pero cuando se trata de intereses político-comerciales que afectan primero el orden político internacional y luego el orden político e incluso la estabilidad interna de un país, es importante que dicho apoyos se expliciten, se transparenten y se registren. Al fin y al cabo a quienes reciben dichos apoyos hay que llamarles, sin complejo alguno, por su nombre: instrumentos de política exterior.

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo