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El último rey Tonatiuh

José Carlos Ortega
19 de noviembre, 2016

El emperador del palacio de la loba ha generado varias crisis más. Su intransigencia, al estilo Trump (¿o podríamos decir que lo Arzuesco de Trump?), ha afectado a miles de guatemaltecos directa o indirectamente. Siempre demostró incapacidad para el diálogo, su imposición que lo llevó a la firma unilateral de unos Acuerdos de Paz, que aunque necesarios, igualmente fueron derrotados en la Consulta Popular que los refrendarían. Vandalismo, daños a monumentos históricos, cierre de comercios, caos de tráfico, incremento de precios, conflictos, paro de aduanas, falta de ingresos tributarios, menos comercio, etc. Su modus operandi, cual crimen organizado, ha sido siempre la imposición, con la excusa de la mayoría.
Para esta ciudad, con el problema de tráfico actual, por supuesto que la solución parecía la lógica, la obvia. Una mayoría de los que conducimos vehículos nos sentiríamos aliviados por esos momentos en que en medio de la vorágine no hay transporte pesado, excepto de aquellos que han pactado con el emperador. Por otro lado, siempre ha sido desagradable como la ciudad es tomada por vendedores ambulantes, sobre todo en un lugar que ya parecía haber sido recuperado.
El daño que le hacemos a la economía, al privilegiar los miles de intereses individuales, el utilizar vehículo privado para transportarnos, no lo convierten en interés público. En todo caso, el transporte pesado, que es el que genera la producción, y que puede o no volver eficiente, mejorar la productividad es el que debiera privilegiarse. Los vendedores callejeros no debieron permitirse desde el primero momento, no cuando ya el problema había superado la capacidad de tomar medidas autoritarias. Pero las ideas ya son escasas, es más fácil imponer, y poner al bufón de la corte a dar las explicaciones más retrógradas. El abuso llega al extremo de incitar, y no veladamente como alguno querrá defender, a actuar con violencia. Esos llamados a “sacar a garrotazos” me recuerdan los llamados al levantamiento ruandés entre las etnias hutus y tutsis, o en la “noche de los cristales rotos” en la Alemania nazi.
No debe olvidarse el “jocoso” comentario que hiciera en la conferencia del Foro Esquipulas que a él también le gustan las mujeres, cuando se sabe que el comentario en todo puede compararse a los comentarios del recién electo presidente de la nación americana de abuso.
El daño a las empresas y a las familias de los conductores es aún mayor, mayores costes, horarios inadecuados y peligrosos. El daño al Centro Histórico es real, años de construcción destruidos en un par de días.
Tonatiuh ya fue superado por la modernidad. Hace cinco años, en un despliegue de juventud, se mostraba en un anuncio mostrando todo lo que puede hacer… la televisión y la tecnología, que él ya no puede hacer: recolectores de agua (significativos), semáforos inteligentes (no solo un reloj), etc.
No puede abordar los grandes problemas de la ciudad porque se enfoca en su reino, sin poder ser un visionario del futuro, sin poder entender que la democracia en parte obliga a los gobernantes a reconocer sus limitaciones y colaborar, sin enfocarse en las personas, sino solo en sus intereses.
El asunto va por la incapacidad de tener un transporte público digno, eficiente, seguro, que sea capaz de convertir los miles de vehículos en transporte público… El asunto es su incapacidad de ser una persona civilizada, que dialogue, que coordine.
Y el agua… y las aguas servidas, y el basurero, y las licencias de construcción…
¡Pobre Tonatiuh, peleando su última batalla con las armas del siglo pasado…!
@josekrlos

El último rey Tonatiuh

José Carlos Ortega
19 de noviembre, 2016

El emperador del palacio de la loba ha generado varias crisis más. Su intransigencia, al estilo Trump (¿o podríamos decir que lo Arzuesco de Trump?), ha afectado a miles de guatemaltecos directa o indirectamente. Siempre demostró incapacidad para el diálogo, su imposición que lo llevó a la firma unilateral de unos Acuerdos de Paz, que aunque necesarios, igualmente fueron derrotados en la Consulta Popular que los refrendarían. Vandalismo, daños a monumentos históricos, cierre de comercios, caos de tráfico, incremento de precios, conflictos, paro de aduanas, falta de ingresos tributarios, menos comercio, etc. Su modus operandi, cual crimen organizado, ha sido siempre la imposición, con la excusa de la mayoría.
Para esta ciudad, con el problema de tráfico actual, por supuesto que la solución parecía la lógica, la obvia. Una mayoría de los que conducimos vehículos nos sentiríamos aliviados por esos momentos en que en medio de la vorágine no hay transporte pesado, excepto de aquellos que han pactado con el emperador. Por otro lado, siempre ha sido desagradable como la ciudad es tomada por vendedores ambulantes, sobre todo en un lugar que ya parecía haber sido recuperado.
El daño que le hacemos a la economía, al privilegiar los miles de intereses individuales, el utilizar vehículo privado para transportarnos, no lo convierten en interés público. En todo caso, el transporte pesado, que es el que genera la producción, y que puede o no volver eficiente, mejorar la productividad es el que debiera privilegiarse. Los vendedores callejeros no debieron permitirse desde el primero momento, no cuando ya el problema había superado la capacidad de tomar medidas autoritarias. Pero las ideas ya son escasas, es más fácil imponer, y poner al bufón de la corte a dar las explicaciones más retrógradas. El abuso llega al extremo de incitar, y no veladamente como alguno querrá defender, a actuar con violencia. Esos llamados a “sacar a garrotazos” me recuerdan los llamados al levantamiento ruandés entre las etnias hutus y tutsis, o en la “noche de los cristales rotos” en la Alemania nazi.
No debe olvidarse el “jocoso” comentario que hiciera en la conferencia del Foro Esquipulas que a él también le gustan las mujeres, cuando se sabe que el comentario en todo puede compararse a los comentarios del recién electo presidente de la nación americana de abuso.
El daño a las empresas y a las familias de los conductores es aún mayor, mayores costes, horarios inadecuados y peligrosos. El daño al Centro Histórico es real, años de construcción destruidos en un par de días.
Tonatiuh ya fue superado por la modernidad. Hace cinco años, en un despliegue de juventud, se mostraba en un anuncio mostrando todo lo que puede hacer… la televisión y la tecnología, que él ya no puede hacer: recolectores de agua (significativos), semáforos inteligentes (no solo un reloj), etc.
No puede abordar los grandes problemas de la ciudad porque se enfoca en su reino, sin poder ser un visionario del futuro, sin poder entender que la democracia en parte obliga a los gobernantes a reconocer sus limitaciones y colaborar, sin enfocarse en las personas, sino solo en sus intereses.
El asunto va por la incapacidad de tener un transporte público digno, eficiente, seguro, que sea capaz de convertir los miles de vehículos en transporte público… El asunto es su incapacidad de ser una persona civilizada, que dialogue, que coordine.
Y el agua… y las aguas servidas, y el basurero, y las licencias de construcción…
¡Pobre Tonatiuh, peleando su última batalla con las armas del siglo pasado…!
@josekrlos