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Cooperación no quiere decir cooptación ni mucho menos conquista

Giovanni Fratti
23 de noviembre, 2016

Es un error subestimar el tamaño del cambio político e ideológico que ha sucedido en Washington con la elección presidencial y la mayoría republicana en el senado y el congreso.

Se desea por la izquierda guatemalteca y la izquierda extranjera que quieren seguir operando en Guatemala como gobernadores, que esa grosera intervención continúe como si nada hubiese pasado en la elección norteamericana.

Esa vergüenza nacional de tolerar semejante intervención extranjera en nuestros asuntos internos sin respeto a nuestra soberanía y nuestras instituciones debe ser resistida con toda fuerza por el Congreso y las instituciones guatemaltecas.

El mejor ejemplo es la derrota de esa postura ideológica fracasada en Washington, y en Guatemala, es la derrota del nefasto diputado Taracena en la Junta Directiva del Congreso y la vergüenza de invitaciones de diplomáticos a recepciones para Sandra Torres, una de las políticas más repudiadas en la historia política reciente del país. 

Ambos políticos representan a uno de los partidos más corruptos y radicales de la historia moderna de la democracia guatemalteca, pero como son un tapete de embajadas extranjeras y de sus agendas extremistas, entre ellas querer forzar una desastrosa reforma constitucional que quiere forzar el racismo y la discriminación en la Constitución y, entre otras cosas, viola la forma de gobierno republicano con un consejo nacional de justicia que se convierte en un suprapoder que puede controlar hasta seis de los nueve magistrados de la nueva Corte de Constitucionalidad (CC) propuesta, invadiendo la designación de magistrados del Ejecutivo y el Legislativo a la CC.

Es una miopía creer que, por ejemplo, con un secretario de Estado como Rudy Guiliani o un “establishment de hawks” republicanos recién nombrados a muchos de los puestos claves de las instituciones de la seguridad nacional y la defensa en los Estados Unidos. aquí todo seguirá “business as usual”.

Insisto en que la cooperación internacional para mejorar la capacidad de investigación criminal y el ataque a la corrupción en el MP, la PNC, el Mingob, Digicri y Presidios debe ser una prioridad para la política exterior guatemalteca, pero cooperación no quiere decir cooptación ni mucho menos conquista o una rendición nacional a la fracasada agenda socialista del partido demócrata norteamericano, que ha sido derrotado lapidariamente en las recientes elecciones en el gigante del Norte.

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo

Cooperación no quiere decir cooptación ni mucho menos conquista

Giovanni Fratti
23 de noviembre, 2016

Es un error subestimar el tamaño del cambio político e ideológico que ha sucedido en Washington con la elección presidencial y la mayoría republicana en el senado y el congreso.

Se desea por la izquierda guatemalteca y la izquierda extranjera que quieren seguir operando en Guatemala como gobernadores, que esa grosera intervención continúe como si nada hubiese pasado en la elección norteamericana.

Esa vergüenza nacional de tolerar semejante intervención extranjera en nuestros asuntos internos sin respeto a nuestra soberanía y nuestras instituciones debe ser resistida con toda fuerza por el Congreso y las instituciones guatemaltecas.

El mejor ejemplo es la derrota de esa postura ideológica fracasada en Washington, y en Guatemala, es la derrota del nefasto diputado Taracena en la Junta Directiva del Congreso y la vergüenza de invitaciones de diplomáticos a recepciones para Sandra Torres, una de las políticas más repudiadas en la historia política reciente del país. 

Ambos políticos representan a uno de los partidos más corruptos y radicales de la historia moderna de la democracia guatemalteca, pero como son un tapete de embajadas extranjeras y de sus agendas extremistas, entre ellas querer forzar una desastrosa reforma constitucional que quiere forzar el racismo y la discriminación en la Constitución y, entre otras cosas, viola la forma de gobierno republicano con un consejo nacional de justicia que se convierte en un suprapoder que puede controlar hasta seis de los nueve magistrados de la nueva Corte de Constitucionalidad (CC) propuesta, invadiendo la designación de magistrados del Ejecutivo y el Legislativo a la CC.

Es una miopía creer que, por ejemplo, con un secretario de Estado como Rudy Guiliani o un “establishment de hawks” republicanos recién nombrados a muchos de los puestos claves de las instituciones de la seguridad nacional y la defensa en los Estados Unidos. aquí todo seguirá “business as usual”.

Insisto en que la cooperación internacional para mejorar la capacidad de investigación criminal y el ataque a la corrupción en el MP, la PNC, el Mingob, Digicri y Presidios debe ser una prioridad para la política exterior guatemalteca, pero cooperación no quiere decir cooptación ni mucho menos conquista o una rendición nacional a la fracasada agenda socialista del partido demócrata norteamericano, que ha sido derrotado lapidariamente en las recientes elecciones en el gigante del Norte.

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo