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El mundo está mejor

Redacción
29 de noviembre, 2016

Hoy el mundo está mejor.
Murió otro tirano con pretensiones de reyezuelo.
Murió el oportunista que removió al Batista corrupto y ladrón solamente para suplantarlo después.
Murió el embaucador que prometió libertad, y esclavizó a sus compatriotas.
Murió el timador que anunció prosperidad para la isla, y la sumió en la miseria.
Murió la bestia voraz que destruyó a una nación de lo más civilizada, con un estándar de vida más alto que el de muchos países europeos y la convirtió en un tugurio y cloaca con el índice de suicidios más alto del hemisferio occidental.
Murió el embustero que con el propósito de conseguir ayuda y simpatía para su aventura afirmó: «Yo no soy comunista.» Y luego se quitó la máscara.
Murió el ladrón que despojó de sus propiedades a los laboriosos isleños.
Murió el repugnante que exilió de su tierra a los cerebros.
Murió el traidor que castró a los soldados compañeros de su revolución.
Murió el carnicero, el perverso genocida que asesinó a miles de miles de sus hermanos cubanos.
Murió el cobarde que por miedo a las ideas de quienes piensan nunca permitió ni un solo periódico independiente, estación de radio o televisión no gubernamentales.
Murió el sádico carcelero que torturó y enjauló a sus disidentes.
Murió el proxeneta que prostituyó a las jovencitas del malecón.
Murió el engañabobos que con su retórica fascinó al idiota latinoamericano.

Hoy la chusma socialista se rasga las vestiduras y lloriquea, lamentándose no poder postrarse más ante el sátrapa. Confunden libertad con gratuidad –comprensible sólo para el imbécil angloparlante, pues free es un término equívoco– ¿pero para el hispano hablante?

El sofista les hizo creer que ser libre era tener acceso gratuito a ciertas formas de arte que él valoró, al adoctrinamiento del que él dependió, y a una precaria sanación para que su ganado funcionara.

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La gratuidad para estos inmaduros es acceder a los bienes y servicios que otro paga con su servidumbre. Estos pre-ilustrados anhelan al taita que les de todo, al que les diga cómo vivir su vida, a la tutoría que se responsabilice por ellos. Han perdido la habilidad de hacer uso de su entendimiento sin la dirección de su mayoral. Esta dependencia del tutelaje es auto-impuesta, pues su causa no reside en falta de razón sino que en falta de resolución y coraje para usarla sin la dirección de otro. Nunca advirtieron la consigna de la Ilustración: “Atrévete a pensar.”

Su indolencia y cobardía son la razón de querer seguir siendo hijos de papi por siempre, y de por qué es tan fácil para otros picaros aprovechados convertirse en sus guardianes. «Tengo mi libro, mi doctrina que me indica que creer. Tengo al amado comandante y consejero que entiende por mí, que decide mi vida, siguiéndolo a él llegaré al paraíso terrenal, al mejor de todos los mundos posibles, donde todos seremos iguales y viviremos felices para siempre, sin ninguna necesidad, sin ninguna ambición, por lo que yo no tengo por qué preocuparme.»

Arrastrados son que no se atreven a sostenerse sobre sus dos piernas, dándole la cara a la vida, de frente y con valentía, responsabilizándose de su existencia. Han perdido el respeto a sí mismos, el amor a sí mismos, a la verdadera libertad incondicional frente a sí mismos.

Decadentes son, que eligen para sí mismos aquello que les es perjudicial. Su desamor hacia sí mismos les hace insoportable la vista del que se respeta a sí mismo, del libre pensador. Su resentimiento y odio los lleva, aun encontrándose en condiciones bastante beneficiosas, hasta el punto de estar dispuestos a aceptar graves desventajas con tal de ver perjudicado al objeto de su odio. Desean con ansias que también el rico al que envidian salga perdiendo. A menudo oímos decir a la chusma socialista que incluso la miseria material en la sociedad socialista es más soportable porque se tiene la certeza de que nadie estará mejor. «Deben hacer cola con gusto» dice la psicópata a los venezolanos muertos de hambre.

Perdonan al genocida si este aniquila al inocente que envidian y odian. Califican de adalid de las ideas libertarias al monstruo que despojó de su libertad a millones de cubanos; de justo a quien le negó la justicia al que emitía su opinión; de amante de su pueblo al sádico que los hundió en la desventura, en el infortunio y en la penuria, provocando que muchos de estos miserables prefirieran arriesgar su vida en una balsa para escapar del infierno castrista.

Ha muerto un engendro que vino a este mundo a sembrar dolor, miseria y muerte.

Hoy el mundo está mejor.

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo

El mundo está mejor

Redacción
29 de noviembre, 2016

Hoy el mundo está mejor.
Murió otro tirano con pretensiones de reyezuelo.
Murió el oportunista que removió al Batista corrupto y ladrón solamente para suplantarlo después.
Murió el embaucador que prometió libertad, y esclavizó a sus compatriotas.
Murió el timador que anunció prosperidad para la isla, y la sumió en la miseria.
Murió la bestia voraz que destruyó a una nación de lo más civilizada, con un estándar de vida más alto que el de muchos países europeos y la convirtió en un tugurio y cloaca con el índice de suicidios más alto del hemisferio occidental.
Murió el embustero que con el propósito de conseguir ayuda y simpatía para su aventura afirmó: «Yo no soy comunista.» Y luego se quitó la máscara.
Murió el ladrón que despojó de sus propiedades a los laboriosos isleños.
Murió el repugnante que exilió de su tierra a los cerebros.
Murió el traidor que castró a los soldados compañeros de su revolución.
Murió el carnicero, el perverso genocida que asesinó a miles de miles de sus hermanos cubanos.
Murió el cobarde que por miedo a las ideas de quienes piensan nunca permitió ni un solo periódico independiente, estación de radio o televisión no gubernamentales.
Murió el sádico carcelero que torturó y enjauló a sus disidentes.
Murió el proxeneta que prostituyó a las jovencitas del malecón.
Murió el engañabobos que con su retórica fascinó al idiota latinoamericano.

Hoy la chusma socialista se rasga las vestiduras y lloriquea, lamentándose no poder postrarse más ante el sátrapa. Confunden libertad con gratuidad –comprensible sólo para el imbécil angloparlante, pues free es un término equívoco– ¿pero para el hispano hablante?

El sofista les hizo creer que ser libre era tener acceso gratuito a ciertas formas de arte que él valoró, al adoctrinamiento del que él dependió, y a una precaria sanación para que su ganado funcionara.

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La gratuidad para estos inmaduros es acceder a los bienes y servicios que otro paga con su servidumbre. Estos pre-ilustrados anhelan al taita que les de todo, al que les diga cómo vivir su vida, a la tutoría que se responsabilice por ellos. Han perdido la habilidad de hacer uso de su entendimiento sin la dirección de su mayoral. Esta dependencia del tutelaje es auto-impuesta, pues su causa no reside en falta de razón sino que en falta de resolución y coraje para usarla sin la dirección de otro. Nunca advirtieron la consigna de la Ilustración: “Atrévete a pensar.”

Su indolencia y cobardía son la razón de querer seguir siendo hijos de papi por siempre, y de por qué es tan fácil para otros picaros aprovechados convertirse en sus guardianes. «Tengo mi libro, mi doctrina que me indica que creer. Tengo al amado comandante y consejero que entiende por mí, que decide mi vida, siguiéndolo a él llegaré al paraíso terrenal, al mejor de todos los mundos posibles, donde todos seremos iguales y viviremos felices para siempre, sin ninguna necesidad, sin ninguna ambición, por lo que yo no tengo por qué preocuparme.»

Arrastrados son que no se atreven a sostenerse sobre sus dos piernas, dándole la cara a la vida, de frente y con valentía, responsabilizándose de su existencia. Han perdido el respeto a sí mismos, el amor a sí mismos, a la verdadera libertad incondicional frente a sí mismos.

Decadentes son, que eligen para sí mismos aquello que les es perjudicial. Su desamor hacia sí mismos les hace insoportable la vista del que se respeta a sí mismo, del libre pensador. Su resentimiento y odio los lleva, aun encontrándose en condiciones bastante beneficiosas, hasta el punto de estar dispuestos a aceptar graves desventajas con tal de ver perjudicado al objeto de su odio. Desean con ansias que también el rico al que envidian salga perdiendo. A menudo oímos decir a la chusma socialista que incluso la miseria material en la sociedad socialista es más soportable porque se tiene la certeza de que nadie estará mejor. «Deben hacer cola con gusto» dice la psicópata a los venezolanos muertos de hambre.

Perdonan al genocida si este aniquila al inocente que envidian y odian. Califican de adalid de las ideas libertarias al monstruo que despojó de su libertad a millones de cubanos; de justo a quien le negó la justicia al que emitía su opinión; de amante de su pueblo al sádico que los hundió en la desventura, en el infortunio y en la penuria, provocando que muchos de estos miserables prefirieran arriesgar su vida en una balsa para escapar del infierno castrista.

Ha muerto un engendro que vino a este mundo a sembrar dolor, miseria y muerte.

Hoy el mundo está mejor.

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo