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Jayro en los tennis de Erick

Redacción
07 de enero, 2017

Había escuchado hace algunos meses ya acerca de esta noticia; la vida de Erick Barrondo sería llevada al cine de la mano de Jayro Bustamante. Y he de admitir que la sola posibilidad me emocionó bastante. Dos guatemaltecos que a pesar de las adversidades lograron cumplir sus sueños, apoyándose a seguir construyendo su camino, dejando atrás el individualismo que a veces significa triunfar en Guatemala.
Por si le suena el nombre de Jayro Bustamante, pero sigue sin recordar por qué, él fue el director de la película “Ixcanul”. Una obra que alcanzó muchos premios, que puso a hablar al mundo del cine guatemalteco y como, por si fuera poco, nos daba una cachetada con su realismo. Un golpe fuerte, casi aniquilador, pero también uno que necesitábamos recibir.
Por el otro lado está Erick Barrondo, quién en 2012, en los Juegos Olímpicos de Londres, ganó una medalla de plata en 20 kilómetros de marcha. Por cosas de la vida en mi casa empezamos a ver desde los primeros kilómetros la competencia y la cosa se miraba medio complicada, chinos y un ruso se estaban disputando las medallas, pero ahí estaba Barrondo luchando constantemente para al final lograr una presea.
De ambos he escuchado, y estoy segura que usted también, comentarios de todo tipo. Algunos (pocos) alegrándose por su éxito y otros (bastantes) encontrando siempre una manera de demeritar las cosas que han logrado. Como una vez que escuché a alguien decir que consideraba a “Ixcanul” una obra “mediana”. Y si bien cada uno tiene una opinión, se podía sentir en los argumentos que la idea venía más bien por crítica visceral que por la de alguien que simplemente no gustó de la historia o de la manera en la que fue realizada. Y sobre Barrondo pues eso de siempre, que igual y es su trabajo entonces por qué alegrase o que ya “solo por eso” se nos va a olvidar exigirle más resultados.
Independientemente de los logros cosechados, de si nos agradan como personas o si creemos que lo que han hecho es digno de respeto o no, ambos lucharon para cumplir sus sueños. Y lo hicieron en un país, donde todos sabemos, que sale caro (en todo sentido), soñar. Vivir del arte o del deporte es una decisión que solo toma la gente valiente. Del arte porque en general a nadie le interesa y del deporte porque aquí sabemos que quién manda en don Fútbol y no hay espacio para nadie más. Así que de verdad me alegra muchísimo saber que la historia de superación, entrega y lucha de Erick Barrondo sea llevada a más personas a través de alguien que también sabe de lo complicado que es salir adelante. Escuché esta semana hablar del tema al señor Bustamante y decía que admiraba mucho a Barrondo y su historia y todos los esfuerzos que su familia y él debieron hacer para llegar hasta la medalla de plata. Y también me sentí contenta de saber que a lo mejor y esto nos ayuda a comprender que cuando alguien triunfe en nuestro país, en nuestro entorno, en lugar de solamente criticarlo desde la comodidad de nuestro sillón compartir de alguna manera su éxito y que esto nos invite a impulsarnos a lograr aquello que nosotros soñamos sin tanta excusa y más acción.

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo

Jayro en los tennis de Erick

Redacción
07 de enero, 2017

Había escuchado hace algunos meses ya acerca de esta noticia; la vida de Erick Barrondo sería llevada al cine de la mano de Jayro Bustamante. Y he de admitir que la sola posibilidad me emocionó bastante. Dos guatemaltecos que a pesar de las adversidades lograron cumplir sus sueños, apoyándose a seguir construyendo su camino, dejando atrás el individualismo que a veces significa triunfar en Guatemala.
Por si le suena el nombre de Jayro Bustamante, pero sigue sin recordar por qué, él fue el director de la película “Ixcanul”. Una obra que alcanzó muchos premios, que puso a hablar al mundo del cine guatemalteco y como, por si fuera poco, nos daba una cachetada con su realismo. Un golpe fuerte, casi aniquilador, pero también uno que necesitábamos recibir.
Por el otro lado está Erick Barrondo, quién en 2012, en los Juegos Olímpicos de Londres, ganó una medalla de plata en 20 kilómetros de marcha. Por cosas de la vida en mi casa empezamos a ver desde los primeros kilómetros la competencia y la cosa se miraba medio complicada, chinos y un ruso se estaban disputando las medallas, pero ahí estaba Barrondo luchando constantemente para al final lograr una presea.
De ambos he escuchado, y estoy segura que usted también, comentarios de todo tipo. Algunos (pocos) alegrándose por su éxito y otros (bastantes) encontrando siempre una manera de demeritar las cosas que han logrado. Como una vez que escuché a alguien decir que consideraba a “Ixcanul” una obra “mediana”. Y si bien cada uno tiene una opinión, se podía sentir en los argumentos que la idea venía más bien por crítica visceral que por la de alguien que simplemente no gustó de la historia o de la manera en la que fue realizada. Y sobre Barrondo pues eso de siempre, que igual y es su trabajo entonces por qué alegrase o que ya “solo por eso” se nos va a olvidar exigirle más resultados.
Independientemente de los logros cosechados, de si nos agradan como personas o si creemos que lo que han hecho es digno de respeto o no, ambos lucharon para cumplir sus sueños. Y lo hicieron en un país, donde todos sabemos, que sale caro (en todo sentido), soñar. Vivir del arte o del deporte es una decisión que solo toma la gente valiente. Del arte porque en general a nadie le interesa y del deporte porque aquí sabemos que quién manda en don Fútbol y no hay espacio para nadie más. Así que de verdad me alegra muchísimo saber que la historia de superación, entrega y lucha de Erick Barrondo sea llevada a más personas a través de alguien que también sabe de lo complicado que es salir adelante. Escuché esta semana hablar del tema al señor Bustamante y decía que admiraba mucho a Barrondo y su historia y todos los esfuerzos que su familia y él debieron hacer para llegar hasta la medalla de plata. Y también me sentí contenta de saber que a lo mejor y esto nos ayuda a comprender que cuando alguien triunfe en nuestro país, en nuestro entorno, en lugar de solamente criticarlo desde la comodidad de nuestro sillón compartir de alguna manera su éxito y que esto nos invite a impulsarnos a lograr aquello que nosotros soñamos sin tanta excusa y más acción.

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo