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En búsqueda de la felicidad

Redacción
08 de enero, 2017

Un esfuerzo por ser feliz y hacer feliz a los demás es en suma la condición humana. Alejarse de las apariencias de felicidad es imposible porque es el mundo en el que cada quien vive y experimenta esas emociones que nos dan esa notación de la que carecen otras especies: la condición humana.

Esa condición es adquirida con el tiempo. Se puede perder o ganar, como en el mercado. Solo nuestra especie puede renunciar a esa humanización y des-humanizarse. En suma, perder el horizonte de la propia felicidad y las de los demás. Ésta pérdida de horizonte creó en América, una corriente literaria impulsada por los seguidores de Alisa Zinóvievna Rosenbaumel que gestó un surrealismo que se conoce como objetivismo. El objetivismo, intenta fundamentar el egoísmo virtud y fundamentarlo con la razón y la realidad imposibilitando cualquier humanización del ser humano. El objetivismo está más cercano a la escala zoológica que lo que hemos producido por reflexión e inteligencia.

La unidad de los guatemaltecos comienza con un acrecentar nuestra conciencia. Es decir, vernos en el otro como condición humana. Si no vemos a los demás perecemos nosotros mismos, aunque egoístamente sigamos viviendo. La vida de cada quién en un don. Esa es la clave del universo. No podemos cambiar la corrupción, la violencia y transformarla en felicidad si al intentar cambiar las cosas nos excluimos como personas de ese cambio.

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Muchos políticos, y bienhechores de nuestra patria se hayan presos en su propia trampa. Son presos de esa servidumbre de confundir el objeto con el sujeto. Eliminar la corrupción incluyendo, desde la corrupción misma, la persona humana. Esto llena nuestras cárceles y calles de podredumbre e imposibilita la felicidad humana.

El privilegio de ser seres humanos, sin distinción de sexo, es que irradiamos lo que queremos ser por no tener alternativa. Al dejar de irradiar plenitud de vida para sí mismo y los demás destruimos la esencia de lo humano produciendo infelicidad en las cosas que hacemos. Algunos se extrañan que la acción quijotesca de transformar Guatemala sea una ilusión, una utopía por más encomiables que sean las personas de buena voluntad.

Si no se escruta el corazón humano seguiremos en esa errática búsqueda de la felicidad. Cada guatemalteco debe verse dentro de la humanidad y no fuera de ella. Examinando los hechos pasados como acontecimientos y buscando una trayectoria de vida hacia el futuro nos darán ese fenómeno humano que llamamos felicidad.

Hay una experiencia general de vida cuyo Norte está en uno mismo y la humanidad de la que participa. Sin embargo, ambas son constituyentes de su conciencia como persona. Nunca hemos sido espectadores de los más de Guatemala, sino actores. La base de la felicidad de los guatemaltecos se fundamenta en la individualidad de cada quién dentro de la especie humana y no zoológica.

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo

En búsqueda de la felicidad

Redacción
08 de enero, 2017

Un esfuerzo por ser feliz y hacer feliz a los demás es en suma la condición humana. Alejarse de las apariencias de felicidad es imposible porque es el mundo en el que cada quien vive y experimenta esas emociones que nos dan esa notación de la que carecen otras especies: la condición humana.

Esa condición es adquirida con el tiempo. Se puede perder o ganar, como en el mercado. Solo nuestra especie puede renunciar a esa humanización y des-humanizarse. En suma, perder el horizonte de la propia felicidad y las de los demás. Ésta pérdida de horizonte creó en América, una corriente literaria impulsada por los seguidores de Alisa Zinóvievna Rosenbaumel que gestó un surrealismo que se conoce como objetivismo. El objetivismo, intenta fundamentar el egoísmo virtud y fundamentarlo con la razón y la realidad imposibilitando cualquier humanización del ser humano. El objetivismo está más cercano a la escala zoológica que lo que hemos producido por reflexión e inteligencia.

La unidad de los guatemaltecos comienza con un acrecentar nuestra conciencia. Es decir, vernos en el otro como condición humana. Si no vemos a los demás perecemos nosotros mismos, aunque egoístamente sigamos viviendo. La vida de cada quién en un don. Esa es la clave del universo. No podemos cambiar la corrupción, la violencia y transformarla en felicidad si al intentar cambiar las cosas nos excluimos como personas de ese cambio.

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Muchos políticos, y bienhechores de nuestra patria se hayan presos en su propia trampa. Son presos de esa servidumbre de confundir el objeto con el sujeto. Eliminar la corrupción incluyendo, desde la corrupción misma, la persona humana. Esto llena nuestras cárceles y calles de podredumbre e imposibilita la felicidad humana.

El privilegio de ser seres humanos, sin distinción de sexo, es que irradiamos lo que queremos ser por no tener alternativa. Al dejar de irradiar plenitud de vida para sí mismo y los demás destruimos la esencia de lo humano produciendo infelicidad en las cosas que hacemos. Algunos se extrañan que la acción quijotesca de transformar Guatemala sea una ilusión, una utopía por más encomiables que sean las personas de buena voluntad.

Si no se escruta el corazón humano seguiremos en esa errática búsqueda de la felicidad. Cada guatemalteco debe verse dentro de la humanidad y no fuera de ella. Examinando los hechos pasados como acontecimientos y buscando una trayectoria de vida hacia el futuro nos darán ese fenómeno humano que llamamos felicidad.

Hay una experiencia general de vida cuyo Norte está en uno mismo y la humanidad de la que participa. Sin embargo, ambas son constituyentes de su conciencia como persona. Nunca hemos sido espectadores de los más de Guatemala, sino actores. La base de la felicidad de los guatemaltecos se fundamenta en la individualidad de cada quién dentro de la especie humana y no zoológica.

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo