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“Divide y vencerás”

Marina Martínez
23 de enero, 2017

Luego de varios meses de escándalos políticos, señalamientos, juicios eternos y casos mediáticos, podemos ver con tristeza que en lugar de tener una Guatemala unida, cada vez más contamos con divisionismo que está generando no solo un proceso desacelerado en la agenda del desarrollo, sino que estamos regresando a un conflicto ridículo que solo algunos cuantos se están beneficiando.

Vemos cómo ahora no somos guatemaltecos sino cada vez más estamos segmentados en grupos: oligarcas, resentidos, ladino, indígena, izquierda, derecha, feminista, ambientalista, salubrista, sindicalista, pobres, ricos, millennials, mi vida social está en zona 16, mi vida social está en zona 1, los ataques son mutuos (especialmente por los radicales), se generaliza y se ataca si pensamos diferente, y defendemos si estas en mi grupo aún y cuando las actitudes sea totalmente carente de valores y ética.  

Es muy normal, entrar a las redes sociales (más que nada en Twitter) y encontramos esos representantes del odio, que tienen como agenda personal tuitear todo el día, atacando al contrario, generalizando y sobre todo promoviendo un discurso de odio que jamás acabará. ¿Acaso alguien les paga por vivir en redes sociales y atacar? ¿Cuáles serán los países o agendas que les conviene que Guatemala nunca logre unión y se mantenga divida para mantenernos bajo el yugo del subdesarrollo y de la pobreza?

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El mal llamado “cambio de poderes” “refundación del Estado” y varios términos que están utilizando tanto medios, como líderes políticos y representantes de sectores, está convirtiendo efectivo aquella famosa frase del emperador Julio César “Divide y vencerás”. Sin embargo, los que están pagando este resultado no son los líderes del conflicto, ni los promotores pagados por generarlo, sino son las madres que tienen que ver morir a sus hijos por falta de desarrollo en sus comunidades, hombres que deciden participar en actos ilícitos porque hace más de un año no encuentran trabajo y es la única fuente de subsistencia de su familia, niños que crecerán y no tendrán más futuro que en la agricultura porque nadie se preocupó de su nutrición en los primeros 1000 días de su vida, aquel adulto mayor que fue olvidado por un sistema de pensiones que está poco presente o es inexistente donde vive.

No creo que ninguno de nosotros, “exceptuando” esos que se benefician económicamente de promover ese conflicto, no deseemos que nuestras futuras generaciones tengan la oportunidad de desarrollarse, no importando si se nació en Huehuetenango o en la Capital, todo deseamos contar con un trabajo digno con el cual poder llevar el sustento diario a nuestra casa, la mayoría deseamos que las escuelas tengan profesores que enseñen y alumnos lo suficientemente nutridos para poder aprender y superarse oportunamente. Entonces ¿Por qué nos enfrentamos? ¿Estamos siendo títeres de un país que ama la mano de obra barata o enviar millones en inversión para justificar los bolsillos de algunos cuantos? Si tanto nos interesa el desarrollo, ¿cuál es la razón de cerrar la puerta y no sentarnos a dialogar con el que piensa diferente a mí? Romper esa barrera, pasarle encima a ese obstáculo, aprender del otro y ponernos en los zapatos de alguien más, puede ayudarnos a generar un país más inclusivo, con mejores indicadores socio ambientales y ¿por qué no? Capaz de generar esa equidad de oportunidades que históricamente han sido carentes, no por culpa de un lado ni del otro, ya que la mayoría de los grupos ha estado en el poder y no ha caminado nada, sino por culpa de esa búsqueda constante de confrontamiento como forma de vida.

Tengo la dicha de una familia muy diversa, muchas creencias, pensamientos políticos diferentes y posiblemente aprender a aceptar esas diferencias, saber que tenemos la misma sangre y la bendición de llamarnos familia, nos ha hecho sobreponernos a muchas vicisitudes que de estar separados, jamás lo hubiéramos logrado.

La próxima vez que usted esté listo para atacar al diferente, piense, busque el dialogo, construya Guatemala y no sea promotor de una agenda externa, que le conviene que nos mantengamos separados y no seamos un corazón, sino 16 millones de ciudadanos útiles para el beneficio de alguien más.

@lumartinezg

 

Repúblicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo

 

 

“Divide y vencerás”

Marina Martínez
23 de enero, 2017

Luego de varios meses de escándalos políticos, señalamientos, juicios eternos y casos mediáticos, podemos ver con tristeza que en lugar de tener una Guatemala unida, cada vez más contamos con divisionismo que está generando no solo un proceso desacelerado en la agenda del desarrollo, sino que estamos regresando a un conflicto ridículo que solo algunos cuantos se están beneficiando.

Vemos cómo ahora no somos guatemaltecos sino cada vez más estamos segmentados en grupos: oligarcas, resentidos, ladino, indígena, izquierda, derecha, feminista, ambientalista, salubrista, sindicalista, pobres, ricos, millennials, mi vida social está en zona 16, mi vida social está en zona 1, los ataques son mutuos (especialmente por los radicales), se generaliza y se ataca si pensamos diferente, y defendemos si estas en mi grupo aún y cuando las actitudes sea totalmente carente de valores y ética.  

Es muy normal, entrar a las redes sociales (más que nada en Twitter) y encontramos esos representantes del odio, que tienen como agenda personal tuitear todo el día, atacando al contrario, generalizando y sobre todo promoviendo un discurso de odio que jamás acabará. ¿Acaso alguien les paga por vivir en redes sociales y atacar? ¿Cuáles serán los países o agendas que les conviene que Guatemala nunca logre unión y se mantenga divida para mantenernos bajo el yugo del subdesarrollo y de la pobreza?

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El mal llamado “cambio de poderes” “refundación del Estado” y varios términos que están utilizando tanto medios, como líderes políticos y representantes de sectores, está convirtiendo efectivo aquella famosa frase del emperador Julio César “Divide y vencerás”. Sin embargo, los que están pagando este resultado no son los líderes del conflicto, ni los promotores pagados por generarlo, sino son las madres que tienen que ver morir a sus hijos por falta de desarrollo en sus comunidades, hombres que deciden participar en actos ilícitos porque hace más de un año no encuentran trabajo y es la única fuente de subsistencia de su familia, niños que crecerán y no tendrán más futuro que en la agricultura porque nadie se preocupó de su nutrición en los primeros 1000 días de su vida, aquel adulto mayor que fue olvidado por un sistema de pensiones que está poco presente o es inexistente donde vive.

No creo que ninguno de nosotros, “exceptuando” esos que se benefician económicamente de promover ese conflicto, no deseemos que nuestras futuras generaciones tengan la oportunidad de desarrollarse, no importando si se nació en Huehuetenango o en la Capital, todo deseamos contar con un trabajo digno con el cual poder llevar el sustento diario a nuestra casa, la mayoría deseamos que las escuelas tengan profesores que enseñen y alumnos lo suficientemente nutridos para poder aprender y superarse oportunamente. Entonces ¿Por qué nos enfrentamos? ¿Estamos siendo títeres de un país que ama la mano de obra barata o enviar millones en inversión para justificar los bolsillos de algunos cuantos? Si tanto nos interesa el desarrollo, ¿cuál es la razón de cerrar la puerta y no sentarnos a dialogar con el que piensa diferente a mí? Romper esa barrera, pasarle encima a ese obstáculo, aprender del otro y ponernos en los zapatos de alguien más, puede ayudarnos a generar un país más inclusivo, con mejores indicadores socio ambientales y ¿por qué no? Capaz de generar esa equidad de oportunidades que históricamente han sido carentes, no por culpa de un lado ni del otro, ya que la mayoría de los grupos ha estado en el poder y no ha caminado nada, sino por culpa de esa búsqueda constante de confrontamiento como forma de vida.

Tengo la dicha de una familia muy diversa, muchas creencias, pensamientos políticos diferentes y posiblemente aprender a aceptar esas diferencias, saber que tenemos la misma sangre y la bendición de llamarnos familia, nos ha hecho sobreponernos a muchas vicisitudes que de estar separados, jamás lo hubiéramos logrado.

La próxima vez que usted esté listo para atacar al diferente, piense, busque el dialogo, construya Guatemala y no sea promotor de una agenda externa, que le conviene que nos mantengamos separados y no seamos un corazón, sino 16 millones de ciudadanos útiles para el beneficio de alguien más.

@lumartinezg

 

Repúblicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo