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Buscando a Marlin

Redacción
24 de enero, 2017

Marlin es el nombre del pez payaso que pierde a su hijo Nemo y luego a su mejor amiga Dory en la inmensidad del océano. La saga es ya un clásico para los chicos y para nosotros los padres oportunidad de mostrarles las virtudes de la perseverancia, el coraje y la amistad.

Pues en la historia que hoy quiero contar es Marlin a quien se busca…

Cuando aún trabajaba para el Programa Regional Forestal de Centroamérica (PROCAFOR), en 2002 o 2003, tuve la oportunidad de acompañar a uno de mis superiores en una visita al área del proyecto. Recuerdo que la zona era árida, de escasa vegetación y de pobreza abundante. Debimos atravesar un río para llegar, posiblemente el Tzalá, el Quivichil o el Cuilco.

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Cinco años antes había iniciado el proceso de exploración, el cual determinaría que los habitantes de la zona estarían parados sobre 1,400 millones de onzas de oro. Así, en 2003 iniciaba operaciones y es desde entonces que Marlin, la Mina, ha venido desarrollando uno de los procesos productivos quizás más complejos, elementales, antiguos y costosos que ha debido emprender la humanidad.

El extraer minerales del subsuelo es una práctica muy antigua. Sin ir muy lejos, en nuestras tierras ya los mayas empleaban técnicas de extracción de minerales ¡a cielo abierto! y es de aquella actividad y esas piedras calizas que hoy disfrutamos muchos en Tikal, por ejemplo.

En diciembre de 2016 tuve la oportunidad de volver a la mina, 17 años después del inicio de operaciones. Nada queda por discutir en cuanto al proceso de cierre técnico. El rajo u hoyo de donde finalmente se extrajo el mineral ha sido rellenado técnicamente, logrando incluso y a manera de guinda, un paraje en el cual se pasean algunos animales y surca un cultivo de café y algunos frutales. Por cierto, en cuanto al agua y al cianuro que tanto ha dado de que hablar, todo en orden y nada finalmente que lamentar.

Goldcorp, Inc. y su subsidiaria local, Montana Exploradora de Guatemala, se van y dejan a su paso la evidencia de que es posible extraer minerales sin perjudicar el medio ambiente. Deja también a su paso buen resultado de “eso” que llaman Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y que a la postre se traduce en paternalismo y ausencia de responsabilidad por parte habitantes locales y gobiernos municipales y nacional. Bajo este perverso concepto y sistema, las empresas asumen un rol que no les corresponde y de tal cuenta emerge una gran cantidad de proyectos (viveros forestales, orquídeas, granjas de cerdos, hortalizas, frutales, café, educación y salud) que eventualmente no serán sostenibles para los habitantes del lugar.

Y es que yo sigo NO creyendo en el sistema de regalías prevaleciente en nuestros países, incluida toda la América Latina, excepto Chile. Este sistema u orden jurídico entorno a la actividad minera sigue causando conflictividad social, ahuyenta las inversiones y hace proclive a los gobiernos y demás “actores clave” a la corrupción y al fraude.

Creo que si otra lección buena puede dejarnos Marlin, sus inversores, gerentes, operadores técnicos, colaboradores, proveedores y vecinos es que debemos transitar hacia un Sistema de Derechos de Propiedad, en el cual sean dueños del subsuelo los dueños del suelo. ¿Y por qué no?

Un sistema tal permitiría que los habitantes de la zona establecieran contratos privados con las empresas de capital internacional o nacional –ello carece de importancia–, la subcontratación de terceras empresas que auditen los temas técnicos y ambientales y sobre todo posibilitaría que las ganancias queden en manos de los dueños del subsuelo, generando inaudita riqueza material y un genuino progreso en aquellos pueblos.

El sistema de regalías produce seres humanos obedientes y excesivo paternalismo, encarece el proceso productivo y desvirtúa a la empresa de su principal Responsabilidad Social: el generar utilidades. Por el contrario, el sistema de derechos de propiedad supone, primero, la libertad de elegir si se quiere o no aquella actividad productiva y además genera condiciones para que emerja la responsabilidad individual, facilita las inversiones, reduce el conflicto social y lo mejor, permite que parte de las utilidades se queden en manos de quienes debe quedarse, los habitantes de la zona.

De momento Marlin se va y seguro habrá que buscarle…desde este espacio, mis felicitaciones y admiración por el derroche de profesionalismo, perseverancia y valentía. Ojalá esta y otras empresas mineras se embarquen ahora en lo que quizás sea un reto mayor al encontrado en las canteras y rajos: cambiar el sistema de regalías a un sistema basado en la propiedad privada del subsuelo. ¡Piénsenlo!

_____________

Jorge David Chapas es guatemalteco y empresario forestal. Fundador y CEO de Rana. Miembro del CEES, del Heartland Institute y del PERC. Sus artículos se publican en varios medios digital en América Latina.

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo

Buscando a Marlin

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24 de enero, 2017

Marlin es el nombre del pez payaso que pierde a su hijo Nemo y luego a su mejor amiga Dory en la inmensidad del océano. La saga es ya un clásico para los chicos y para nosotros los padres oportunidad de mostrarles las virtudes de la perseverancia, el coraje y la amistad.

Pues en la historia que hoy quiero contar es Marlin a quien se busca…

Cuando aún trabajaba para el Programa Regional Forestal de Centroamérica (PROCAFOR), en 2002 o 2003, tuve la oportunidad de acompañar a uno de mis superiores en una visita al área del proyecto. Recuerdo que la zona era árida, de escasa vegetación y de pobreza abundante. Debimos atravesar un río para llegar, posiblemente el Tzalá, el Quivichil o el Cuilco.

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Cinco años antes había iniciado el proceso de exploración, el cual determinaría que los habitantes de la zona estarían parados sobre 1,400 millones de onzas de oro. Así, en 2003 iniciaba operaciones y es desde entonces que Marlin, la Mina, ha venido desarrollando uno de los procesos productivos quizás más complejos, elementales, antiguos y costosos que ha debido emprender la humanidad.

El extraer minerales del subsuelo es una práctica muy antigua. Sin ir muy lejos, en nuestras tierras ya los mayas empleaban técnicas de extracción de minerales ¡a cielo abierto! y es de aquella actividad y esas piedras calizas que hoy disfrutamos muchos en Tikal, por ejemplo.

En diciembre de 2016 tuve la oportunidad de volver a la mina, 17 años después del inicio de operaciones. Nada queda por discutir en cuanto al proceso de cierre técnico. El rajo u hoyo de donde finalmente se extrajo el mineral ha sido rellenado técnicamente, logrando incluso y a manera de guinda, un paraje en el cual se pasean algunos animales y surca un cultivo de café y algunos frutales. Por cierto, en cuanto al agua y al cianuro que tanto ha dado de que hablar, todo en orden y nada finalmente que lamentar.

Goldcorp, Inc. y su subsidiaria local, Montana Exploradora de Guatemala, se van y dejan a su paso la evidencia de que es posible extraer minerales sin perjudicar el medio ambiente. Deja también a su paso buen resultado de “eso” que llaman Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y que a la postre se traduce en paternalismo y ausencia de responsabilidad por parte habitantes locales y gobiernos municipales y nacional. Bajo este perverso concepto y sistema, las empresas asumen un rol que no les corresponde y de tal cuenta emerge una gran cantidad de proyectos (viveros forestales, orquídeas, granjas de cerdos, hortalizas, frutales, café, educación y salud) que eventualmente no serán sostenibles para los habitantes del lugar.

Y es que yo sigo NO creyendo en el sistema de regalías prevaleciente en nuestros países, incluida toda la América Latina, excepto Chile. Este sistema u orden jurídico entorno a la actividad minera sigue causando conflictividad social, ahuyenta las inversiones y hace proclive a los gobiernos y demás “actores clave” a la corrupción y al fraude.

Creo que si otra lección buena puede dejarnos Marlin, sus inversores, gerentes, operadores técnicos, colaboradores, proveedores y vecinos es que debemos transitar hacia un Sistema de Derechos de Propiedad, en el cual sean dueños del subsuelo los dueños del suelo. ¿Y por qué no?

Un sistema tal permitiría que los habitantes de la zona establecieran contratos privados con las empresas de capital internacional o nacional –ello carece de importancia–, la subcontratación de terceras empresas que auditen los temas técnicos y ambientales y sobre todo posibilitaría que las ganancias queden en manos de los dueños del subsuelo, generando inaudita riqueza material y un genuino progreso en aquellos pueblos.

El sistema de regalías produce seres humanos obedientes y excesivo paternalismo, encarece el proceso productivo y desvirtúa a la empresa de su principal Responsabilidad Social: el generar utilidades. Por el contrario, el sistema de derechos de propiedad supone, primero, la libertad de elegir si se quiere o no aquella actividad productiva y además genera condiciones para que emerja la responsabilidad individual, facilita las inversiones, reduce el conflicto social y lo mejor, permite que parte de las utilidades se queden en manos de quienes debe quedarse, los habitantes de la zona.

De momento Marlin se va y seguro habrá que buscarle…desde este espacio, mis felicitaciones y admiración por el derroche de profesionalismo, perseverancia y valentía. Ojalá esta y otras empresas mineras se embarquen ahora en lo que quizás sea un reto mayor al encontrado en las canteras y rajos: cambiar el sistema de regalías a un sistema basado en la propiedad privada del subsuelo. ¡Piénsenlo!

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Jorge David Chapas es guatemalteco y empresario forestal. Fundador y CEO de Rana. Miembro del CEES, del Heartland Institute y del PERC. Sus artículos se publican en varios medios digital en América Latina.

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo