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Cuando sea grande

Redacción
24 de enero, 2017

El periodismo es una profesión en crisis. Supongo que es normal porque el periodismo es una profesión crítica, en el sentido de esencial y en el sentido de que ofrecemos críticas sobre el estado de las cosas, eso hace que estemos siempre en la mira y que, en muchos casos, nuestros colegas arriesguen hasta la vida.  

Hace poco vi un video de Reporteros sin fronteras en los que niños explican en diferentes idiomas qué les ocurrirá cuando sean grandes: serán asesinados, torturados, condenados a cadena perpetua y perseguida. Todos serán periodistas. El periodismo es una profesión que no deja de asombrarme por su capacidad de desilusionarme y llenarme el corazón de agradecimiento al mismo tiempo. Muchas veces cuando leo nuestros medios nacionales y me encuentro con descarados “copy-paste” de agencias de noticias, cuando me encuentro con faltas de ortografía, cuando veo noticias deliberadamente manipuladas, pienso que tal vez no vale la pena el esfuerzo. Pero a veces, a veces me topo con una excelente historia. Con una de esas que dejan la piel de gallina, de esas historias humanas, de esas historias que saben poner rostro a los datos y datos a los rostros. De esas historias de verdad, que abren conversaciones y generan cambios. El periodismo siempre guardará interés para quienes tienen intereses “ulteriores”( si no pregunten a Erick Archila), pero no dejará de ser necesario para la sociedad. Da igual si es en papel o en digital, solo tenemos que ir cambiando de ropa y asegurarnos de comprender a nuestra audiencia, audiencia que hoy en día es más un usuario.  

Siempre habrá lugar para el periodismo porque la sociedad siempre tendrá necesidad de verdad. Siempre habrá necesidad de que alguien diga lo que otros no quieren que sea dicho, como explicó una vez Marc Marginedas, periodista secuestrado por el Estado Islámico. Siempre necesitaremos personas, no máquinas expendedoras de datos, personas que cuenten las buenas historias que merecen ser escuchadas. Les digo siempre a mis alumnos de periodismo y comunicación audiovisual que tenemos que dejarnos del discurso apocalíptico de la “crisis del periodismo”, como si de un momento a otro las personas fueran a dejar de necesitar información. Lo que el periodismo de hoy necesita no es menos información, sino nuevas maneras de contarla. Dicen que el periodismo digital ha dado lugar a una crisis de credibilidad, pero mal periodismo puede hacerse en papel (Janet Cooke o Judith Miller, por ejemplo) o en digital o en Play Dough. Lo importante no es el medio, sino la sustancia, lo que hay dentro. Y eso solo pueden ponerlo los buenos periodistas.  

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Por eso, ante la pregunta de por qué he de creer a un periodista, ojalá la respuesta fuera porque nos debemos a la verdad. Ojalá no hubieran periodistas que empañen la profesión, que se olvidaran de confirmar la noticia, de revisar la fuente, de contextualizar, de precisar y de corroborar. Ojalá y hubieran más periodistas, de los que se merecen el nombre. Las narrativas cambian y seguirán cambiando, pero la función del periodismo no. Cuando sea grande, quiero ser periodista. 

Aquí pueden ver el video:https://www.youtube.com/watch?v=ihc6ngKjAGY&feature=youtu.be

 

Repúblicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo

Cuando sea grande

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24 de enero, 2017

El periodismo es una profesión en crisis. Supongo que es normal porque el periodismo es una profesión crítica, en el sentido de esencial y en el sentido de que ofrecemos críticas sobre el estado de las cosas, eso hace que estemos siempre en la mira y que, en muchos casos, nuestros colegas arriesguen hasta la vida.  

Hace poco vi un video de Reporteros sin fronteras en los que niños explican en diferentes idiomas qué les ocurrirá cuando sean grandes: serán asesinados, torturados, condenados a cadena perpetua y perseguida. Todos serán periodistas. El periodismo es una profesión que no deja de asombrarme por su capacidad de desilusionarme y llenarme el corazón de agradecimiento al mismo tiempo. Muchas veces cuando leo nuestros medios nacionales y me encuentro con descarados “copy-paste” de agencias de noticias, cuando me encuentro con faltas de ortografía, cuando veo noticias deliberadamente manipuladas, pienso que tal vez no vale la pena el esfuerzo. Pero a veces, a veces me topo con una excelente historia. Con una de esas que dejan la piel de gallina, de esas historias humanas, de esas historias que saben poner rostro a los datos y datos a los rostros. De esas historias de verdad, que abren conversaciones y generan cambios. El periodismo siempre guardará interés para quienes tienen intereses “ulteriores”( si no pregunten a Erick Archila), pero no dejará de ser necesario para la sociedad. Da igual si es en papel o en digital, solo tenemos que ir cambiando de ropa y asegurarnos de comprender a nuestra audiencia, audiencia que hoy en día es más un usuario.  

Siempre habrá lugar para el periodismo porque la sociedad siempre tendrá necesidad de verdad. Siempre habrá necesidad de que alguien diga lo que otros no quieren que sea dicho, como explicó una vez Marc Marginedas, periodista secuestrado por el Estado Islámico. Siempre necesitaremos personas, no máquinas expendedoras de datos, personas que cuenten las buenas historias que merecen ser escuchadas. Les digo siempre a mis alumnos de periodismo y comunicación audiovisual que tenemos que dejarnos del discurso apocalíptico de la “crisis del periodismo”, como si de un momento a otro las personas fueran a dejar de necesitar información. Lo que el periodismo de hoy necesita no es menos información, sino nuevas maneras de contarla. Dicen que el periodismo digital ha dado lugar a una crisis de credibilidad, pero mal periodismo puede hacerse en papel (Janet Cooke o Judith Miller, por ejemplo) o en digital o en Play Dough. Lo importante no es el medio, sino la sustancia, lo que hay dentro. Y eso solo pueden ponerlo los buenos periodistas.  

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Por eso, ante la pregunta de por qué he de creer a un periodista, ojalá la respuesta fuera porque nos debemos a la verdad. Ojalá no hubieran periodistas que empañen la profesión, que se olvidaran de confirmar la noticia, de revisar la fuente, de contextualizar, de precisar y de corroborar. Ojalá y hubieran más periodistas, de los que se merecen el nombre. Las narrativas cambian y seguirán cambiando, pero la función del periodismo no. Cuando sea grande, quiero ser periodista. 

Aquí pueden ver el video:https://www.youtube.com/watch?v=ihc6ngKjAGY&feature=youtu.be

 

Repúblicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo