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¿Cuál es la prisa?

Redacción República
05 de febrero, 2017

Algunos dicen que las reformas a la Constitución debieran de haber pasado ya, y que ya fueron suficientemente discutidas. Hablando con la gente que no está involucrada en temas relativos a la política, noto que a pocos pareciera importar realmente el tema, que no han ni leído la Constitución, que no entienden la magnitud de las reformas, y peor aún, que no les importa. Existe una enorme apatía al respecto, quizás derivadas de la falta de interés que la política en general ha generado en la población por lo sucia que es y ha sido, o quizás es una aparente apatía del que opina que las cosas jamás van a cambiar, y que entonces para que preocuparse.

Lo triste del tema es que nos afecta a todos y cada uno, nos guste o no, y los riesgos de que sea aprobada tal cual la quieren aprobar, son tremendos.

Si nos vamos al punto de vista legal, la propuesta de reforma de la Constitución que será sometida a votación el miércoles según parece, no fue redactada por constitucionalistas chapines, esa sería la primera inconstitucionalidad. Todos los proyectos debieran ser conocidos por el pleno, en el orden en que fueron introducidos y sin saltarse las trancas y procedimientos, pero analizados a profundidad y consultando a toda la sociedad civil, no sólo a los representantes de izquierda.

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El hecho de que eso no se respete es grave, e irónicamente, viola la misma Constitución que pretende reformar. Es especialmente alarmante cuando hemos visto en las elecciones que la izquierda recibe una cantidad ínfima de votos, perdiendo inclusive en las zonas dónde se supone que hubo mayor conflicto durante la guerra civil.

Me pregunto si de verdad queremos que luego de décadas de lucha internacional y nacional, en todos los niveles, por alcanzar la igualdad de género, de razas, de culturas, ahora vengamos a crear un “apartheid voluntario” en el que nuestros pueblos indígenas se aislan de la legislación nacional, desconocen la autoridad nacional, y deciden cual mini países independientes autogobernar su administración de justicia. ¿Que vendrá después? Acta de independencia para crear su mini país, a este punto, no me sorprendería. Y no digamos los temas de violaciones a los derechos humanos que tanto defienden quienes apoyan semejante punto de reforma.

Aducen que los derechos indígenas se han violado y se amparan en el Convenio 169 para argumentar el derecho de autoregular su administración de justicia, supuestamente con el afán de respetar sus valores culturales, pretendiendo que ignoremos que más bien los están marginando cuasi voluntariamente. Esto sería como decir que debemos respetar que en el mundo indígena el incesto es común, que está bien que casen niñas (menores de 17 años) con adultos que no son más que pedófilos de armario, o que le peguen a sus mujeres y éstas se dejen “porque es mi marido y tiene derecho a pegarme”. Ah, pero es que es todo parte de la cultura y prácticas ancestrales.

Si eso es desarrollo y democracia, estamos mal, muy mal.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

¿Cuál es la prisa?

Redacción República
05 de febrero, 2017

Algunos dicen que las reformas a la Constitución debieran de haber pasado ya, y que ya fueron suficientemente discutidas. Hablando con la gente que no está involucrada en temas relativos a la política, noto que a pocos pareciera importar realmente el tema, que no han ni leído la Constitución, que no entienden la magnitud de las reformas, y peor aún, que no les importa. Existe una enorme apatía al respecto, quizás derivadas de la falta de interés que la política en general ha generado en la población por lo sucia que es y ha sido, o quizás es una aparente apatía del que opina que las cosas jamás van a cambiar, y que entonces para que preocuparse.

Lo triste del tema es que nos afecta a todos y cada uno, nos guste o no, y los riesgos de que sea aprobada tal cual la quieren aprobar, son tremendos.

Si nos vamos al punto de vista legal, la propuesta de reforma de la Constitución que será sometida a votación el miércoles según parece, no fue redactada por constitucionalistas chapines, esa sería la primera inconstitucionalidad. Todos los proyectos debieran ser conocidos por el pleno, en el orden en que fueron introducidos y sin saltarse las trancas y procedimientos, pero analizados a profundidad y consultando a toda la sociedad civil, no sólo a los representantes de izquierda.

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El hecho de que eso no se respete es grave, e irónicamente, viola la misma Constitución que pretende reformar. Es especialmente alarmante cuando hemos visto en las elecciones que la izquierda recibe una cantidad ínfima de votos, perdiendo inclusive en las zonas dónde se supone que hubo mayor conflicto durante la guerra civil.

Me pregunto si de verdad queremos que luego de décadas de lucha internacional y nacional, en todos los niveles, por alcanzar la igualdad de género, de razas, de culturas, ahora vengamos a crear un “apartheid voluntario” en el que nuestros pueblos indígenas se aislan de la legislación nacional, desconocen la autoridad nacional, y deciden cual mini países independientes autogobernar su administración de justicia. ¿Que vendrá después? Acta de independencia para crear su mini país, a este punto, no me sorprendería. Y no digamos los temas de violaciones a los derechos humanos que tanto defienden quienes apoyan semejante punto de reforma.

Aducen que los derechos indígenas se han violado y se amparan en el Convenio 169 para argumentar el derecho de autoregular su administración de justicia, supuestamente con el afán de respetar sus valores culturales, pretendiendo que ignoremos que más bien los están marginando cuasi voluntariamente. Esto sería como decir que debemos respetar que en el mundo indígena el incesto es común, que está bien que casen niñas (menores de 17 años) con adultos que no son más que pedófilos de armario, o que le peguen a sus mujeres y éstas se dejen “porque es mi marido y tiene derecho a pegarme”. Ah, pero es que es todo parte de la cultura y prácticas ancestrales.

Si eso es desarrollo y democracia, estamos mal, muy mal.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo