Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

La Arquitectura de la Ciudad, Cuarta Parte

Redacción República
07 de febrero, 2017

               Vimos en el artículo anterior que la república es el gobierno del régimen político o asociación civil. En este régimen se instituye un gobierno republicano, cuyos administradores son elegidos por los ciudadanos, al que se le adjudica el poder exclusivo de imponer ciertas reglas de conducta social. La autoridad de su gobierno reside en el consentimiento de sus gobernados. Esto significa que el gobierno no es el soberano, sino que el agente al servicio de los ciudadanos. El gobierno como tal no goza de ningún derecho a excepción de los derechos delegados en él por sus ciudadanos y para fines específicos. Y los fines específicos del gobierno republicano son: proteger los derechos del ciudadano protegiéndolo de la violencia física.

                La urbe es la arquitectura de la ciudad. La palabra se deriva de la palabra latina “urbs” que significa la fábrica rodeada de murallas de una población. La urbe es el conjunto de los edificios, las calles, las plazas, los parques, la infraestructura de instalaciones, los monumentos, acueductos, las murallas, etc. Su estructura fundamental es su trazado o la adición de los sucesivos trazados que la constituyen. Debido a que antiguamente estaba rodeada de murallas y a que la movilización principal dentro de estas era peatonal, las urbes antiguas eran de trazado compacto para así aumentar su densidad poblacional y acercar los servicios dentro de éstas al mayor número posible de habitantes.  El trazado que forma el tejido urbano está estructurado por una trama o red primaria. Esta está compuesta por las vías principales de circulación, espacios singulares y zonas verdes. Las tramas secundarias dividen a las primarias. Son las calles transversales comprendidas entre las arterias de la red primaria y forman una red más flexible y de menor importancia estructural. Una micro estructura urbana compuesta de callejones, pasajes abiertos o cubiertos y patios vecinales dividen la trama secundaria. La estructura urbana con sus tres tramas se superpone a los elementos naturales y topográficos de un sitio. La urbe es la estructura física compacta y de alta densidad habitacional donde reside un poblado con un orden político. La urbe expresa por medio de sus edificaciones el orden político de quien la construye. Así, la urbe de un régimen monárquico, de una tiranía, o de la ciudad, expresa en sus edificios sus respectivos órdenes políticos.

                La ciudad, cual auto-organización sistémica abierta, espontánea y dinámica, es un instrumento para que cada asociado, cada ciudadano, pueda hacer realidad su proyecto de vida, y la urbe civil es el instrumento físico, estructurado y contingente, que facilita las conexiones para comerciar y dividir el trabajo. Un individuo puede guiar su vida por medio de su propio pensar. Puede planificar su presupuesto, sus inversiones, su carrera, su matrimonio, su residencia, etc. El factor dominante que determina el curso de su vida es su mente. Gracias a que en la ciudad hay un mercado libre, existe respeto a la propiedad, el  cumplimiento de los contratos y el afán de lucro, es posible un sistema de precios que le informa al individuo donde orientar sus inversiones y sus esfuerzos. El sistema de precios, que es un sistema de comunicación de demandas  permite relacionar las economías individuales coordinadamente entre sí por el intercambio. De esta manera, bajo el sistema político-económico de la ciudad, una gran cantidad de mentes están dedicadas a la planeación económica. En este mercado libre, debido a que el cálculo económico es posible, cada quien puede planificar su propia economía.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

                  La intervención de burócratas, planificando la urbe, haciendo leyes violatorias del derecho de propiedad de los ciudadanos, contradice el concepto de ciudad y su función, provoca la falta de libertad que hace irrelevante el pensar del individuo para determinar el curso de su vida, ya que no existe posibilidad de planear inversiones, carrera, o lo que sea. Debe conformarse con lo que lo deja hacer el Estado. Esta no es  sólo  una planificación de la urbe sino que de la economía, obligando a la arbitraria  colocación de recursos. Es un error pensar que se puede dar la  planificación centralizada. La verdad es que bajo esas condiciones no existe planificación de ningún tipo. Para planificar se necesita de información real. Quien quiera planificar la construcción de un edificio, deberá contar con la información técnica pertinente –resistencia de los materiales a las cargas, efectos climáticos, tipo de zona sísmica, etc., -y de la información económica –estudios de factibilidad y de mercado. Sin esta información es imposible planificar. Al carecer el gobierno intervencionista de la información que provee el sistema de precios, sólo puede fingir que planifica. Pero falsificar la realidad no evita las consecuencias de la deshonestidad, como lo ha evidenciado el fracaso económico de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, el de la República Democrática Alemana, el de Cuba, el de Venezuela, etc. La zonificación y leyes de planes de ordenamiento territorial (POT) ocasionan que la urbe se extienda hacia zonas aledañas al trazado original, desparramándose por la campiña en un orden lineal con ramales tipo árbol. Pero la urbe no es un árbol.

                Otras leyes, llamadas del Patrimonio Nacional, impiden al dueño nominal de una edificación, modificarla, botarla, o construir otra. El nuevo dueño, el usurpador, es el Estado, usado como arma para despojar al legítimo dueño de su derecho a usar y disponer de su propiedad, con el propósito de satisfacer los caprichos de algunos individuos, que desean convertir la urbe en un museo.  Estos individuos no comprenden que la arquitectura de la ciudad es como cualquier otro bien que producen los ciudadanos, y que por tanto debe regirse por el mercado. La intervención por la fuerza en el mercado, distorsiona la información y desincentiva la producción, provocando pobreza y eventualmente la destrucción de la ciudad. Y el efecto es visible en la urbe que se deteriora. En Guatemala, la zona 1, supuestamente protegida por esta nefasta ley, se ha deteriorado. Ha dejado de ser el lugar de riqueza que antes fuera y se ha convertido en una barriada de miseria.

               La zonificación provoca aislamiento y des-habitación temporal en las mal llamadas ciudades dormitorio, los centros financieros, centros industriales, centro cívico, etc.  Tanto las calles, las plazas, las tiendas y las viviendas, necesitan de usuarios que estén en el vecindario por razones diferentes entre ellos. De lo contrario su uso será sólo esporádico.  Los trabajadores de los almacenes, de los laboratorios, de las plantas de empaquetado, de las impresoras, de los café internet, de las oficinas, de los cines, de los teatros, de los lugares de comida, desde los de comida rápida, hasta los de comida gourmet, de las tiendas, los residentes, etc., que usan las facilidades urbanas, hacen posible la gran variedad de conveniencias que mejoran su calidad de vida. El orden de la urbe es un orden espontaneo, dinámico  y complejo que responde a la información que da el sistema de precios del mercado.  Su esencia reside en lo intrincado del uso de  sus aceras, que reúne a gente que no se conoce en forma íntima y que en muchas ocasiones no tienen siquiera interés en conocerse, pero que les permite interactuar y cooperar para beneficiarse mutuamente.  Ahora las condiciones para que se genere toda esta diversidad  y prosperidad son el respeto a los derechos de libertad y propiedad. Y la función de la urbe es permitir y facilitar la interacción y cooperación de los ciudadanos.

              Cuando se coarta la libertad, por medio de la planificación urbana y zonificación, se destruye el orden dinámico de la ciudad, y lo que se consigue es el estancamiento y deterioro urbano. Un ejemplo es la historia de Pruitt-Igoe, un proyecto residencial, de 33 edificios, diseñado por el famoso arquitecto Minoru Yamasaki, y que fue ocupado en 1954, en san Luis Missouri. Al poco tiempo de su inauguración, las condiciones de vida se empezaron a deteriorar. Para 1960, debido a la falta de mezcla de usos y diversidad, consecuencia de la zonificación, el crimen, pobreza y segregación florecieron hasta llegar a ser  insoportables. El 16 de marzo de 1972, el proyecto fue demolido, convirtiéndose en un icono emblemático del fracaso de la planificación centralizada y zonificación burocrática de la urbe.

             La alternativa entre el florecimiento de la ciudad y su decadencia es: los individuos deciden lo que quieren o el gobierno hace que sus deseos sean irrelevantes; los individuos tienen la libertad de perseguir sus valores o reciben sólo aquello que el gobierno decide darles.

             En toda forma posible, la ciudad, la civitas, libera a la mente humana, a los productores y a los consumidores, a los genios innovadores e inventores, a los planificadores diarios, a los empresarios y a los obreros, a los ahorradores y gastadores. Este poder cerebral liberado es la causa fundamental epistémica del gran éxito de la ciudad. Y termino citando a Mises:

“La expresión más obvia de la economía de intercambio es   el asentamiento urbano, que es posible solo en esa economía.”

Republica es ajena a la opinión expresada en este artículo

                                                                            

La Arquitectura de la Ciudad, Cuarta Parte

Redacción República
07 de febrero, 2017

               Vimos en el artículo anterior que la república es el gobierno del régimen político o asociación civil. En este régimen se instituye un gobierno republicano, cuyos administradores son elegidos por los ciudadanos, al que se le adjudica el poder exclusivo de imponer ciertas reglas de conducta social. La autoridad de su gobierno reside en el consentimiento de sus gobernados. Esto significa que el gobierno no es el soberano, sino que el agente al servicio de los ciudadanos. El gobierno como tal no goza de ningún derecho a excepción de los derechos delegados en él por sus ciudadanos y para fines específicos. Y los fines específicos del gobierno republicano son: proteger los derechos del ciudadano protegiéndolo de la violencia física.

                La urbe es la arquitectura de la ciudad. La palabra se deriva de la palabra latina “urbs” que significa la fábrica rodeada de murallas de una población. La urbe es el conjunto de los edificios, las calles, las plazas, los parques, la infraestructura de instalaciones, los monumentos, acueductos, las murallas, etc. Su estructura fundamental es su trazado o la adición de los sucesivos trazados que la constituyen. Debido a que antiguamente estaba rodeada de murallas y a que la movilización principal dentro de estas era peatonal, las urbes antiguas eran de trazado compacto para así aumentar su densidad poblacional y acercar los servicios dentro de éstas al mayor número posible de habitantes.  El trazado que forma el tejido urbano está estructurado por una trama o red primaria. Esta está compuesta por las vías principales de circulación, espacios singulares y zonas verdes. Las tramas secundarias dividen a las primarias. Son las calles transversales comprendidas entre las arterias de la red primaria y forman una red más flexible y de menor importancia estructural. Una micro estructura urbana compuesta de callejones, pasajes abiertos o cubiertos y patios vecinales dividen la trama secundaria. La estructura urbana con sus tres tramas se superpone a los elementos naturales y topográficos de un sitio. La urbe es la estructura física compacta y de alta densidad habitacional donde reside un poblado con un orden político. La urbe expresa por medio de sus edificaciones el orden político de quien la construye. Así, la urbe de un régimen monárquico, de una tiranía, o de la ciudad, expresa en sus edificios sus respectivos órdenes políticos.

                La ciudad, cual auto-organización sistémica abierta, espontánea y dinámica, es un instrumento para que cada asociado, cada ciudadano, pueda hacer realidad su proyecto de vida, y la urbe civil es el instrumento físico, estructurado y contingente, que facilita las conexiones para comerciar y dividir el trabajo. Un individuo puede guiar su vida por medio de su propio pensar. Puede planificar su presupuesto, sus inversiones, su carrera, su matrimonio, su residencia, etc. El factor dominante que determina el curso de su vida es su mente. Gracias a que en la ciudad hay un mercado libre, existe respeto a la propiedad, el  cumplimiento de los contratos y el afán de lucro, es posible un sistema de precios que le informa al individuo donde orientar sus inversiones y sus esfuerzos. El sistema de precios, que es un sistema de comunicación de demandas  permite relacionar las economías individuales coordinadamente entre sí por el intercambio. De esta manera, bajo el sistema político-económico de la ciudad, una gran cantidad de mentes están dedicadas a la planeación económica. En este mercado libre, debido a que el cálculo económico es posible, cada quien puede planificar su propia economía.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

                  La intervención de burócratas, planificando la urbe, haciendo leyes violatorias del derecho de propiedad de los ciudadanos, contradice el concepto de ciudad y su función, provoca la falta de libertad que hace irrelevante el pensar del individuo para determinar el curso de su vida, ya que no existe posibilidad de planear inversiones, carrera, o lo que sea. Debe conformarse con lo que lo deja hacer el Estado. Esta no es  sólo  una planificación de la urbe sino que de la economía, obligando a la arbitraria  colocación de recursos. Es un error pensar que se puede dar la  planificación centralizada. La verdad es que bajo esas condiciones no existe planificación de ningún tipo. Para planificar se necesita de información real. Quien quiera planificar la construcción de un edificio, deberá contar con la información técnica pertinente –resistencia de los materiales a las cargas, efectos climáticos, tipo de zona sísmica, etc., -y de la información económica –estudios de factibilidad y de mercado. Sin esta información es imposible planificar. Al carecer el gobierno intervencionista de la información que provee el sistema de precios, sólo puede fingir que planifica. Pero falsificar la realidad no evita las consecuencias de la deshonestidad, como lo ha evidenciado el fracaso económico de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, el de la República Democrática Alemana, el de Cuba, el de Venezuela, etc. La zonificación y leyes de planes de ordenamiento territorial (POT) ocasionan que la urbe se extienda hacia zonas aledañas al trazado original, desparramándose por la campiña en un orden lineal con ramales tipo árbol. Pero la urbe no es un árbol.

                Otras leyes, llamadas del Patrimonio Nacional, impiden al dueño nominal de una edificación, modificarla, botarla, o construir otra. El nuevo dueño, el usurpador, es el Estado, usado como arma para despojar al legítimo dueño de su derecho a usar y disponer de su propiedad, con el propósito de satisfacer los caprichos de algunos individuos, que desean convertir la urbe en un museo.  Estos individuos no comprenden que la arquitectura de la ciudad es como cualquier otro bien que producen los ciudadanos, y que por tanto debe regirse por el mercado. La intervención por la fuerza en el mercado, distorsiona la información y desincentiva la producción, provocando pobreza y eventualmente la destrucción de la ciudad. Y el efecto es visible en la urbe que se deteriora. En Guatemala, la zona 1, supuestamente protegida por esta nefasta ley, se ha deteriorado. Ha dejado de ser el lugar de riqueza que antes fuera y se ha convertido en una barriada de miseria.

               La zonificación provoca aislamiento y des-habitación temporal en las mal llamadas ciudades dormitorio, los centros financieros, centros industriales, centro cívico, etc.  Tanto las calles, las plazas, las tiendas y las viviendas, necesitan de usuarios que estén en el vecindario por razones diferentes entre ellos. De lo contrario su uso será sólo esporádico.  Los trabajadores de los almacenes, de los laboratorios, de las plantas de empaquetado, de las impresoras, de los café internet, de las oficinas, de los cines, de los teatros, de los lugares de comida, desde los de comida rápida, hasta los de comida gourmet, de las tiendas, los residentes, etc., que usan las facilidades urbanas, hacen posible la gran variedad de conveniencias que mejoran su calidad de vida. El orden de la urbe es un orden espontaneo, dinámico  y complejo que responde a la información que da el sistema de precios del mercado.  Su esencia reside en lo intrincado del uso de  sus aceras, que reúne a gente que no se conoce en forma íntima y que en muchas ocasiones no tienen siquiera interés en conocerse, pero que les permite interactuar y cooperar para beneficiarse mutuamente.  Ahora las condiciones para que se genere toda esta diversidad  y prosperidad son el respeto a los derechos de libertad y propiedad. Y la función de la urbe es permitir y facilitar la interacción y cooperación de los ciudadanos.

              Cuando se coarta la libertad, por medio de la planificación urbana y zonificación, se destruye el orden dinámico de la ciudad, y lo que se consigue es el estancamiento y deterioro urbano. Un ejemplo es la historia de Pruitt-Igoe, un proyecto residencial, de 33 edificios, diseñado por el famoso arquitecto Minoru Yamasaki, y que fue ocupado en 1954, en san Luis Missouri. Al poco tiempo de su inauguración, las condiciones de vida se empezaron a deteriorar. Para 1960, debido a la falta de mezcla de usos y diversidad, consecuencia de la zonificación, el crimen, pobreza y segregación florecieron hasta llegar a ser  insoportables. El 16 de marzo de 1972, el proyecto fue demolido, convirtiéndose en un icono emblemático del fracaso de la planificación centralizada y zonificación burocrática de la urbe.

             La alternativa entre el florecimiento de la ciudad y su decadencia es: los individuos deciden lo que quieren o el gobierno hace que sus deseos sean irrelevantes; los individuos tienen la libertad de perseguir sus valores o reciben sólo aquello que el gobierno decide darles.

             En toda forma posible, la ciudad, la civitas, libera a la mente humana, a los productores y a los consumidores, a los genios innovadores e inventores, a los planificadores diarios, a los empresarios y a los obreros, a los ahorradores y gastadores. Este poder cerebral liberado es la causa fundamental epistémica del gran éxito de la ciudad. Y termino citando a Mises:

“La expresión más obvia de la economía de intercambio es   el asentamiento urbano, que es posible solo en esa economía.”

Republica es ajena a la opinión expresada en este artículo