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César Vargas, el abogado sin papeles que desafía a Trump

Allan Martinez
10 de febrero, 2017

Nueva York, Estados Unidos | AFP |

César Vargas llegó a Nueva York a los cinco años, tras cruzar la frontera con México por debajo de una cerca. Hoy, a los 33, es abogado y defiende a otros inmigrantes indocumentados como él en la turbulenta era Trump.

Un viento helado sopla en Manhattan, pero Vargas pide encontrarse con la AFP en el Battery Park, frente a la Estatua de la Libertad, un símbolo de esperanza para varias generaciones de inmigrantes que llegaron a Nueva York.

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“Yo sé que algún día prestaré juramento como ciudadano estadounidense. Pero no necesito un papel que me diga que soy estadounidense. Lo soy, y voy a luchar por el derecho de todos de conseguir su sueño americano”, dice el joven, ambas manos en los bolsillos de su abrigo de paño castaño.

Tras graduarse como abogado, Vargas se enfrascó en una batalla legal de cuatro años para poder ejercer. Hace un año lo logró, y se convirtió en el primer abogado abiertamente indocumentado de Nueva York.

“Fue una gran victoria. El estado de Nueva York enfrentó al gobierno federal y dijo que no importaba mi estatus migratorio, podía ser un abogado”, cuenta en inglés, el idioma en el cual se siente más cómodo.

La vida en una bolsa

Vargas creció en el seno de una familia humilde de las afueras de Puebla, en el centro de México. Recuerda que muchas veces solo tenían café y pan dulce para comer. Eran ocho hijos.

Un par de años después de enviudar, su madre Teresa se enteró que sus cuatro hijos adolescentes, que ya habían partido a Estados Unidos, estaban durmiendo en la playa, sin hogar, y decidió emigrar con los más pequeños para ayudarlos.

“Aún recuerdo nuestro último día en México. Mi mamá me fue a buscar a la escuela y nos llevó a la catedral de Puebla a rezar, y dijo: ‘Diosito, cuídanos’. Tengo una foto frente a la catedral. Mi mamá llevaba una bolsa de plástico en la que cabía nuestra vida”.

El comienzo no fue fácil. En Brooklyn, Teresa, que es analfabeta, cocinaba, vendía comida, cuidaba niños, recolectaba latas que luego revendía por cinco centavos de dólar para reciclar.

Vargas crecía, y vio en carne propia cómo muchos abogados estafaban a los inmigrantes con falsas promesas de papeles y elevados honorarios.

“Fue ahí que decidí defenderme a mí mismo, no quedarme a un costado. Necesitaba contar mi historia”, dice. Y salió del closet en 2010, revelando que era indocumentado… en un evento para defender la reforma migratoria en el Congreso estadounidense.

“Eso me hizo entender el poder de mi historia. Dejé de sentirme avergonzado de no tener papeles. Me sentí liberado. Este soy yo. No tengo que esconderme. Sentí que debía ser activista y ayudar a otros”, explica.

Pero su caso más importante, el que da razón a su vida, es conseguir los papeles para su madre, que ya tiene más de 70 años.

Luchar contra el miedo

Vargas, que en la campaña electoral fue asesor del excandidato presidencial Bernie Sanders, no sabe qué hará finalmente Trump, que ha prometido deportar a millones de inmigrantes y ordenó construir un muro con México.

Pero con las reglas ya cambiando rápidamente para refugiados e inmigrantes de siete países musulmanes, se prepara “para lo peor”.

Co-director de Dream Action Coalition, una asociación que lucha para dar a los indocumentados un camino a la ciudadanía, ha diseñado un plan de emergencia para inmigrantes en caso de que sean detenidos, y trabaja en muchos casos de manera gratuita para proteger a los indocumentados de Nueva York, sobre todo los mexicano-estadounidenses.

“Mi trabajo principal es que puedan entender sus derechos, que no se dejen vencer por el miedo, que estemos unidos en los próximos cuatro años”, afirma.

Hoy Vargas puede trabajar legalmente gracias a un decreto conocido como “DACA” que el expresidente Barack Obama firmó en 2012, antes de su reelección, y que otorgó a cientos de miles de jóvenes un permiso de residencia y trabajo de dos años, renovable.

Pese a ello, Vargas recuerda que Obama fue el presidente que deportó más inmigrantes en la historia del país, y asegura que solo aprobó el DACA porque pensó que podría ayudarle a su reelección.

“No sabemos qué pasará con Trump, si el DACA será eliminado. Pero sin importar lo que pase, vamos a seguir luchando por el derecho de permanecer en el país que es nuestro hogar”, dice. “Mi madre me enseñó que el sueño americano no es un coche de moda, una casa grande. Es abrir la puerta a muchas personas, sin importar su estatus migratorio o su religión”.

César Vargas, el abogado sin papeles que desafía a Trump

Allan Martinez
10 de febrero, 2017

Nueva York, Estados Unidos | AFP |

César Vargas llegó a Nueva York a los cinco años, tras cruzar la frontera con México por debajo de una cerca. Hoy, a los 33, es abogado y defiende a otros inmigrantes indocumentados como él en la turbulenta era Trump.

Un viento helado sopla en Manhattan, pero Vargas pide encontrarse con la AFP en el Battery Park, frente a la Estatua de la Libertad, un símbolo de esperanza para varias generaciones de inmigrantes que llegaron a Nueva York.

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“Yo sé que algún día prestaré juramento como ciudadano estadounidense. Pero no necesito un papel que me diga que soy estadounidense. Lo soy, y voy a luchar por el derecho de todos de conseguir su sueño americano”, dice el joven, ambas manos en los bolsillos de su abrigo de paño castaño.

Tras graduarse como abogado, Vargas se enfrascó en una batalla legal de cuatro años para poder ejercer. Hace un año lo logró, y se convirtió en el primer abogado abiertamente indocumentado de Nueva York.

“Fue una gran victoria. El estado de Nueva York enfrentó al gobierno federal y dijo que no importaba mi estatus migratorio, podía ser un abogado”, cuenta en inglés, el idioma en el cual se siente más cómodo.

La vida en una bolsa

Vargas creció en el seno de una familia humilde de las afueras de Puebla, en el centro de México. Recuerda que muchas veces solo tenían café y pan dulce para comer. Eran ocho hijos.

Un par de años después de enviudar, su madre Teresa se enteró que sus cuatro hijos adolescentes, que ya habían partido a Estados Unidos, estaban durmiendo en la playa, sin hogar, y decidió emigrar con los más pequeños para ayudarlos.

“Aún recuerdo nuestro último día en México. Mi mamá me fue a buscar a la escuela y nos llevó a la catedral de Puebla a rezar, y dijo: ‘Diosito, cuídanos’. Tengo una foto frente a la catedral. Mi mamá llevaba una bolsa de plástico en la que cabía nuestra vida”.

El comienzo no fue fácil. En Brooklyn, Teresa, que es analfabeta, cocinaba, vendía comida, cuidaba niños, recolectaba latas que luego revendía por cinco centavos de dólar para reciclar.

Vargas crecía, y vio en carne propia cómo muchos abogados estafaban a los inmigrantes con falsas promesas de papeles y elevados honorarios.

“Fue ahí que decidí defenderme a mí mismo, no quedarme a un costado. Necesitaba contar mi historia”, dice. Y salió del closet en 2010, revelando que era indocumentado… en un evento para defender la reforma migratoria en el Congreso estadounidense.

“Eso me hizo entender el poder de mi historia. Dejé de sentirme avergonzado de no tener papeles. Me sentí liberado. Este soy yo. No tengo que esconderme. Sentí que debía ser activista y ayudar a otros”, explica.

Pero su caso más importante, el que da razón a su vida, es conseguir los papeles para su madre, que ya tiene más de 70 años.

Luchar contra el miedo

Vargas, que en la campaña electoral fue asesor del excandidato presidencial Bernie Sanders, no sabe qué hará finalmente Trump, que ha prometido deportar a millones de inmigrantes y ordenó construir un muro con México.

Pero con las reglas ya cambiando rápidamente para refugiados e inmigrantes de siete países musulmanes, se prepara “para lo peor”.

Co-director de Dream Action Coalition, una asociación que lucha para dar a los indocumentados un camino a la ciudadanía, ha diseñado un plan de emergencia para inmigrantes en caso de que sean detenidos, y trabaja en muchos casos de manera gratuita para proteger a los indocumentados de Nueva York, sobre todo los mexicano-estadounidenses.

“Mi trabajo principal es que puedan entender sus derechos, que no se dejen vencer por el miedo, que estemos unidos en los próximos cuatro años”, afirma.

Hoy Vargas puede trabajar legalmente gracias a un decreto conocido como “DACA” que el expresidente Barack Obama firmó en 2012, antes de su reelección, y que otorgó a cientos de miles de jóvenes un permiso de residencia y trabajo de dos años, renovable.

Pese a ello, Vargas recuerda que Obama fue el presidente que deportó más inmigrantes en la historia del país, y asegura que solo aprobó el DACA porque pensó que podría ayudarle a su reelección.

“No sabemos qué pasará con Trump, si el DACA será eliminado. Pero sin importar lo que pase, vamos a seguir luchando por el derecho de permanecer en el país que es nuestro hogar”, dice. “Mi madre me enseñó que el sueño americano no es un coche de moda, una casa grande. Es abrir la puerta a muchas personas, sin importar su estatus migratorio o su religión”.