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Poder y orgullo en las reformas constitucionales

Redacción República
15 de febrero, 2017

Existe una razón por la cual este proceso de reformas nos ha dejado un mal sabor de boca y es que “árbol que crece torcido, nunca se endereza”. El objetivo de la reforma que tenía su enfoque en la justicia era cómo tener un sistema fuerte, transparente, ordenado y jueces que reflejaran tales valores. Sin embargo los actores que propusieron tales reformas desde un inicio cayeron en un juego de poder y orgullo mientras la sociedad sufre de una división y confusión que ellos mismos han causado.

Tal afirmación polémica no la hago más allá de lo que todos hemos podido observar. Tampoco lo hago desde mis prejuicios o paradigmas o necesariamente de mi experiencia en especial. Digo esta afirmación porque desde un inicio ha sido claro que estos objetivos han sido opacados por intereses políticos que han desembocado en este impasse en el que estamos. Empezando por las mesas de discusión que originalmente tenían el objetivo de legitimar rápidamente (en menos de dos semanas) una propuesta hecha a escondidas por un abogado contratado por la PDH. El resultado, sin embargo, fueron meses de discusión en el cual la propuesta final incluía temas no consensuados e incluso algunos nunca discutidos. A todo esto, los sectores e individuos que habían participado en el proceso aun confiaban en una discusión profunda en el congreso. Para esto el entonces presidente del legislativo Mario Taracena, presionado o en armonía con los tres “símbolos de la justicia” del país, evitaba a toda costa una discusión amplia de reformas tan importantes como jurisdicción indígena. Su intento fracasó, su momento pasó y ahora se oculta detrás de la sombra de su efímera fama. El debate y la profundización en toda la reforma parecía un caso perdido en nuestro mayor órgano de discusión y deliberación.

De manera paralela los líderes de opinión y los medios de comunicación se encargaban de hacer girar la discusión en torno a la jurisdicción indígena desgastando no solo a los diputados sino que también a los actores externos que hasta el día de hoy siguen discutiendo sobre el tema. Del mismo modo el comisionado de CICIG realizaba un intenso activismo político en redes sociales como si la justicia dependiera de tan solo un artículo de los muchos que se estaban discutiendo. El árbol de las reformas continuaba torcido y nos íbamos por una pequeña pero larga rama.

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Ayer ocurrió nuevamente un revés en la continuidad de las reformas constitucionales. Los diputados de la bancada UNE recurrieron a tácticas de la vieja política, bajo el argumento que quieren mantener viva la discusión de este artículo, para retrasar la aprobación o rechazo del artículo 3 de la reforma. Me surge la duda de en dónde han estado los diputados de esta bancada en las constantes discusiones o si ellos han propuesto espacios de discusión ya que no es justo entrampar un proceso cuando a lo largo del mismo no han participado activamente.  Lastimosamente el poder y el orgullo de los actores de esta reforma siguen guiando el camino de la misma y si no nos tomamos una pausa para reflexionar puede que este árbol de reformas constitucionales nunca se enderece.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

 

Poder y orgullo en las reformas constitucionales

Redacción República
15 de febrero, 2017

Existe una razón por la cual este proceso de reformas nos ha dejado un mal sabor de boca y es que “árbol que crece torcido, nunca se endereza”. El objetivo de la reforma que tenía su enfoque en la justicia era cómo tener un sistema fuerte, transparente, ordenado y jueces que reflejaran tales valores. Sin embargo los actores que propusieron tales reformas desde un inicio cayeron en un juego de poder y orgullo mientras la sociedad sufre de una división y confusión que ellos mismos han causado.

Tal afirmación polémica no la hago más allá de lo que todos hemos podido observar. Tampoco lo hago desde mis prejuicios o paradigmas o necesariamente de mi experiencia en especial. Digo esta afirmación porque desde un inicio ha sido claro que estos objetivos han sido opacados por intereses políticos que han desembocado en este impasse en el que estamos. Empezando por las mesas de discusión que originalmente tenían el objetivo de legitimar rápidamente (en menos de dos semanas) una propuesta hecha a escondidas por un abogado contratado por la PDH. El resultado, sin embargo, fueron meses de discusión en el cual la propuesta final incluía temas no consensuados e incluso algunos nunca discutidos. A todo esto, los sectores e individuos que habían participado en el proceso aun confiaban en una discusión profunda en el congreso. Para esto el entonces presidente del legislativo Mario Taracena, presionado o en armonía con los tres “símbolos de la justicia” del país, evitaba a toda costa una discusión amplia de reformas tan importantes como jurisdicción indígena. Su intento fracasó, su momento pasó y ahora se oculta detrás de la sombra de su efímera fama. El debate y la profundización en toda la reforma parecía un caso perdido en nuestro mayor órgano de discusión y deliberación.

De manera paralela los líderes de opinión y los medios de comunicación se encargaban de hacer girar la discusión en torno a la jurisdicción indígena desgastando no solo a los diputados sino que también a los actores externos que hasta el día de hoy siguen discutiendo sobre el tema. Del mismo modo el comisionado de CICIG realizaba un intenso activismo político en redes sociales como si la justicia dependiera de tan solo un artículo de los muchos que se estaban discutiendo. El árbol de las reformas continuaba torcido y nos íbamos por una pequeña pero larga rama.

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Ayer ocurrió nuevamente un revés en la continuidad de las reformas constitucionales. Los diputados de la bancada UNE recurrieron a tácticas de la vieja política, bajo el argumento que quieren mantener viva la discusión de este artículo, para retrasar la aprobación o rechazo del artículo 3 de la reforma. Me surge la duda de en dónde han estado los diputados de esta bancada en las constantes discusiones o si ellos han propuesto espacios de discusión ya que no es justo entrampar un proceso cuando a lo largo del mismo no han participado activamente.  Lastimosamente el poder y el orgullo de los actores de esta reforma siguen guiando el camino de la misma y si no nos tomamos una pausa para reflexionar puede que este árbol de reformas constitucionales nunca se enderece.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo