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En el carnaval

Redacción República
28 de febrero, 2017

Ahora durante el Carnaval, templado conviene ser. La virtud de la Templanza o auto control, aplicación de la sensatez o buen juicio para determinar el justo medio en todo lo que se refiere a los placeres, es. La claridad y serenidad de la mente, tan necesarias cuando hay que mantener una constante vigilancia y guardarse contra los malos hábitos, procura.

La Templanza, a los placeres del cuerpo cuyo exceso o deficiencia disminuye o daña la calidad de vida, se aplica. Esto, moderación en la comida y bebida, en el ejercicio, y en el decoro incluye.

La voluntad del hombre sano orientada hacia su propio bienestar está, y por tanto, sólo sobre los medios para alcanzarlo cabe deliberar y decidir. La decisión, un deseo deliberado de cosas a nuestro alcance es. Estas decisiones acertadas o equivocadas, buenas o malas pueden ser, según con el criterio correcto estén o no de acuerdo. Si el hombre las buenas decisiones una y otra vez toma, el hábito de tomar decisiones buenas en sí mismo crea. Entonces según el criterio correcto decide. Y la virtud moral en ese hábito consiste, que una vez adquirido, al humano decidir bien sin esfuerzo y con naturalidad le permite. Ahora, difícil decidir bien es, pues uno pasarse o quedarse corto puede, y con el justo medio exacto en que consiste la decisión óptima no dar. El justo medio entre dos cantidades la medida aritmética no es, sino que de cada uno y de sus circunstancias depende, como la dosis de un medicamento, que del peso del paciente depende. De buscar el medio que conviene a cada uno se trata. La cantidad de comida adecuada para alguien, que cien libras pesa, la misma que para mí, que doscientas libras peso, no es. Lo que para esta persona adecuado sería, para mí escaso sería. Igual en el caso del ejercicio físico es: levantar quinientas libras puede para alguien que empieza en la halterofilia un exceso ser, pero adecuado para mí resultar.

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El justo medio, cuando se da, entre dos extremos se da, los vicios, uno por defecto y otro por exceso. No en todas las virtudes excesos existen, como en la Prudencia –no excesivamente prudente se puede ser. El imprudente solamente por deficiencia peca, por mal razonamiento. La Templanza, entonces, un modo de ser consistente en la elección de un medio es; un medio relativo a cada uno de nosotros, por un principio razonable determinado, y por ese principio que el hombre sensato determina.

El intemperante por exceso al buscar placeres sin ponerse límites peca, por sus pasiones hasta hacerse daño arrastrarse deja. Las cosas que no deben amar, ya por sin límite amarlas, ya por de ellas groseramente como el vulgo gozarlas, ya por cómo no debe o en un momento inoportuno gozarlas, ama. El intemperante excesos desde todos estos puntos de vista comete. Tan pronto en ciertas cosas en que no debería complacerse porque son detestables –como drogas alucinógenas que destruyen su buen juicio, se complace; tan pronto, en cosas cuyo goce es lícito recae, más allá de los justos límites lo lleva y como pudieran hacerlo las gentes más groseras goza.

Así, el intemperante que glotón denominamos, los alimentos, aún los más vulgares, hasta satisfacerse con exceso come o bebe, y una cantidad que va más allá de lo que la naturaleza reclama toma, puesto que ésta solamente la satisfacción de la necesidad exige.

El asceta es quien por deficiencia peca, menos de lo que le conviene goza, por  los placeres de la vida desdeñar. Semejante insensibilidad e insensatez apenas a la naturaleza del hombre pertenece. El asceta el cuerpo y la vida, desprecia y odia. Un corrompido que lo que le perjudica prefiere es.

El hombre templado mantenerse en el medio conveniente sabe. De esos placeres que apasionan tan violentamente al intemperante no gusta, y repugnancia ante tales desordenes siente. Su placer, cuando se traspasa lo sano cesa. Con mesura y de manera conveniente todos los placeres que contribuyen a la salud y al bienestar busca. Sólo lo que dicta la recta razón hace.

La virtud de la Templanza, la aplicación de la sensatez para definir el justo medio  en todo lo que se refiere a los placeres para disfrutar sanamente la vida, es.

¡Que del Carnaval disfrutéis! ¡Hasta el hartazgo no comáis; hasta la exaltación no bebáis; hasta la consumación no ejercitéis! ¡El hombre noble límites ponerse sabe y su placer en lo sano está!

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

En el carnaval

Redacción República
28 de febrero, 2017

Ahora durante el Carnaval, templado conviene ser. La virtud de la Templanza o auto control, aplicación de la sensatez o buen juicio para determinar el justo medio en todo lo que se refiere a los placeres, es. La claridad y serenidad de la mente, tan necesarias cuando hay que mantener una constante vigilancia y guardarse contra los malos hábitos, procura.

La Templanza, a los placeres del cuerpo cuyo exceso o deficiencia disminuye o daña la calidad de vida, se aplica. Esto, moderación en la comida y bebida, en el ejercicio, y en el decoro incluye.

La voluntad del hombre sano orientada hacia su propio bienestar está, y por tanto, sólo sobre los medios para alcanzarlo cabe deliberar y decidir. La decisión, un deseo deliberado de cosas a nuestro alcance es. Estas decisiones acertadas o equivocadas, buenas o malas pueden ser, según con el criterio correcto estén o no de acuerdo. Si el hombre las buenas decisiones una y otra vez toma, el hábito de tomar decisiones buenas en sí mismo crea. Entonces según el criterio correcto decide. Y la virtud moral en ese hábito consiste, que una vez adquirido, al humano decidir bien sin esfuerzo y con naturalidad le permite. Ahora, difícil decidir bien es, pues uno pasarse o quedarse corto puede, y con el justo medio exacto en que consiste la decisión óptima no dar. El justo medio entre dos cantidades la medida aritmética no es, sino que de cada uno y de sus circunstancias depende, como la dosis de un medicamento, que del peso del paciente depende. De buscar el medio que conviene a cada uno se trata. La cantidad de comida adecuada para alguien, que cien libras pesa, la misma que para mí, que doscientas libras peso, no es. Lo que para esta persona adecuado sería, para mí escaso sería. Igual en el caso del ejercicio físico es: levantar quinientas libras puede para alguien que empieza en la halterofilia un exceso ser, pero adecuado para mí resultar.

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El justo medio, cuando se da, entre dos extremos se da, los vicios, uno por defecto y otro por exceso. No en todas las virtudes excesos existen, como en la Prudencia –no excesivamente prudente se puede ser. El imprudente solamente por deficiencia peca, por mal razonamiento. La Templanza, entonces, un modo de ser consistente en la elección de un medio es; un medio relativo a cada uno de nosotros, por un principio razonable determinado, y por ese principio que el hombre sensato determina.

El intemperante por exceso al buscar placeres sin ponerse límites peca, por sus pasiones hasta hacerse daño arrastrarse deja. Las cosas que no deben amar, ya por sin límite amarlas, ya por de ellas groseramente como el vulgo gozarlas, ya por cómo no debe o en un momento inoportuno gozarlas, ama. El intemperante excesos desde todos estos puntos de vista comete. Tan pronto en ciertas cosas en que no debería complacerse porque son detestables –como drogas alucinógenas que destruyen su buen juicio, se complace; tan pronto, en cosas cuyo goce es lícito recae, más allá de los justos límites lo lleva y como pudieran hacerlo las gentes más groseras goza.

Así, el intemperante que glotón denominamos, los alimentos, aún los más vulgares, hasta satisfacerse con exceso come o bebe, y una cantidad que va más allá de lo que la naturaleza reclama toma, puesto que ésta solamente la satisfacción de la necesidad exige.

El asceta es quien por deficiencia peca, menos de lo que le conviene goza, por  los placeres de la vida desdeñar. Semejante insensibilidad e insensatez apenas a la naturaleza del hombre pertenece. El asceta el cuerpo y la vida, desprecia y odia. Un corrompido que lo que le perjudica prefiere es.

El hombre templado mantenerse en el medio conveniente sabe. De esos placeres que apasionan tan violentamente al intemperante no gusta, y repugnancia ante tales desordenes siente. Su placer, cuando se traspasa lo sano cesa. Con mesura y de manera conveniente todos los placeres que contribuyen a la salud y al bienestar busca. Sólo lo que dicta la recta razón hace.

La virtud de la Templanza, la aplicación de la sensatez para definir el justo medio  en todo lo que se refiere a los placeres para disfrutar sanamente la vida, es.

¡Que del Carnaval disfrutéis! ¡Hasta el hartazgo no comáis; hasta la exaltación no bebáis; hasta la consumación no ejercitéis! ¡El hombre noble límites ponerse sabe y su placer en lo sano está!

República es ajena a la opinión expresada en este artículo