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Guatemala está herida de gravedad

Redacción República
14 de marzo, 2017

Los últimos días en Guatemala han sido motivo de indignación, repudio e impotencia por la tragedia acontecida el pasado 8 de marzo, en una fecha  que quedara marcada con una cicatriz en Guatemala. Que de nuevo demuestra como ya lo he mencionado en otras ocasiones, la poca atención que reciben del Estado nuestros niños y adolescentes, y todo producto de esa cooptación del Estado que a nuestro sector político le “cuesta” reconocer.

Ante esta lamentable tragedia, rememoro que hace varios años desempeñe mi primer trabajo en la Procuraduría General de la Nación (PGN), como auxiliar de rescate en la Procuraduría de la Niñez, y ahí fue donde pude observar cómo se encontraba la niñez en el país.

Mi labor consistía en asistir junto a un equipo multidisciplinario, trabajadoras sociales, psicólogas y abogados en el rescate de niñas y niños que eran maltratados por sus padres, en el que después se procedía a la judicialización por parte del juez competente.

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En ese entonces fue que pude reconocer los casos más desgarradores y los episodios más crudos que me llevaron a formar una conciencia social. En aquellos años los hogares estatales como ahora, en su mayoría se encontraban bajo la burocracia y la ineficiencia que ha caracterizado al Estado de Guatemala.

Fueron dos años en los que trabaje para la unidad, y suficientes para generar un sentido de humanidad, y de sensibilización. Debo decir con suma decepción, que con el tiempo el panorama no ha logrado mejorar pues los gobiernos que han pasado, algunos que se han definido de derecha o izquierda, ninguno ha logrado mejorar la situación de la niñez, y lo reafirmo “ninguno”.

Creo importante recordar que ahora que todos los políticos se dan “golpes de pecho”, y se rasgan las vestiduras, todo se pudo evitar, sabemos que la corrupción ha tenido sus efectos y no hablo solo de mejorar las condiciones de los hogares, porque si la niñez ha sido violentada en sus hogares es el Estado que no ha logrado dar una adecuada formación a todos los ciudadanos, y hablo de educación, fuentes de empleo y seguridad porque todo está vinculado a esa desprotección histórica.

De nada sirve entonces que se lamenten si no se hace algo ahora, porque lo que necesitamos son acciones firmes y que tengan consecuencias que eviten que este tipo de tragedias ocurran de nuevo.

Guatemala está herida y de gravedad, sin que nuestras autoridades den respuestas claras y peor aún sin reacciones concretas, para la población guatemalteca.

El sábado tuve la oportunidad de asistir a la manifestación de repudio a este incidente y el sentimiento es generalizado, nuestro papel como ciudadanos es mostrar nuestro sentimiento, pero más allá de ser fiscalizadores, porque hoy son 40 niñas las que murieron.

Dígame usted ¿Cuántos menores más están sufriendo las consecuencias de ese abandono del Estado?, ojalá que este hecho no quede en la impunidad, porque a diario un niño es violentado y nuestras autoridades siguen sin reconocerlo.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Guatemala está herida de gravedad

Redacción República
14 de marzo, 2017

Los últimos días en Guatemala han sido motivo de indignación, repudio e impotencia por la tragedia acontecida el pasado 8 de marzo, en una fecha  que quedara marcada con una cicatriz en Guatemala. Que de nuevo demuestra como ya lo he mencionado en otras ocasiones, la poca atención que reciben del Estado nuestros niños y adolescentes, y todo producto de esa cooptación del Estado que a nuestro sector político le “cuesta” reconocer.

Ante esta lamentable tragedia, rememoro que hace varios años desempeñe mi primer trabajo en la Procuraduría General de la Nación (PGN), como auxiliar de rescate en la Procuraduría de la Niñez, y ahí fue donde pude observar cómo se encontraba la niñez en el país.

Mi labor consistía en asistir junto a un equipo multidisciplinario, trabajadoras sociales, psicólogas y abogados en el rescate de niñas y niños que eran maltratados por sus padres, en el que después se procedía a la judicialización por parte del juez competente.

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En ese entonces fue que pude reconocer los casos más desgarradores y los episodios más crudos que me llevaron a formar una conciencia social. En aquellos años los hogares estatales como ahora, en su mayoría se encontraban bajo la burocracia y la ineficiencia que ha caracterizado al Estado de Guatemala.

Fueron dos años en los que trabaje para la unidad, y suficientes para generar un sentido de humanidad, y de sensibilización. Debo decir con suma decepción, que con el tiempo el panorama no ha logrado mejorar pues los gobiernos que han pasado, algunos que se han definido de derecha o izquierda, ninguno ha logrado mejorar la situación de la niñez, y lo reafirmo “ninguno”.

Creo importante recordar que ahora que todos los políticos se dan “golpes de pecho”, y se rasgan las vestiduras, todo se pudo evitar, sabemos que la corrupción ha tenido sus efectos y no hablo solo de mejorar las condiciones de los hogares, porque si la niñez ha sido violentada en sus hogares es el Estado que no ha logrado dar una adecuada formación a todos los ciudadanos, y hablo de educación, fuentes de empleo y seguridad porque todo está vinculado a esa desprotección histórica.

De nada sirve entonces que se lamenten si no se hace algo ahora, porque lo que necesitamos son acciones firmes y que tengan consecuencias que eviten que este tipo de tragedias ocurran de nuevo.

Guatemala está herida y de gravedad, sin que nuestras autoridades den respuestas claras y peor aún sin reacciones concretas, para la población guatemalteca.

El sábado tuve la oportunidad de asistir a la manifestación de repudio a este incidente y el sentimiento es generalizado, nuestro papel como ciudadanos es mostrar nuestro sentimiento, pero más allá de ser fiscalizadores, porque hoy son 40 niñas las que murieron.

Dígame usted ¿Cuántos menores más están sufriendo las consecuencias de ese abandono del Estado?, ojalá que este hecho no quede en la impunidad, porque a diario un niño es violentado y nuestras autoridades siguen sin reconocerlo.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo