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¿Fue el Estado? ¿Fue el colegio?

Redacción República
16 de marzo, 2017

En menos de una semana dos distintos sucesos han conmocionado a la sociedad guatemalteca. Desde luego que no son comparables el uno con el otro, pero existen puntos en común entre ambos.

#FueElEstado: El primer suceso, acaecido el 8 de marzo de 2017, en el 102 aniversario del Día Internacional de la Mujer, el trágico incendio que cobró la vida de 40 menores de edad dentro del Hogar Seguro Virgen de la Asunción. Luto para Guatemala. Vidas truncadas en la minoría de edad. Un futuro que ya no existe. A uno como padre le consterna esto de manera especial porque ahí ve reflejados a sus propios hijos.

Ya mucho se ha escrito sobre el tema, y varían las opiniones; se piden responsabilidades por aquí y por allá, se condena a unos y a otros por lo acaecido. Dejaré de lado lo referente a las condiciones en que vivían las menores, que si convivían con integrantes de las maras, que si las abandonaron sus padres, que eras sujetas de abuso. Lo que tengo que decir al respecto, es que este parece ser casi sin ninguna duda un hecho criminal, un asesinato en masa, colectivo, que el Ministerio Público debe investigar a fondo y dar con los responsables.

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¿Por qué digo que es un asesinato? Porque el hecho está encuadrado casi dentro de la totalidad de lo contemplado en el artículo 132 del Código Penal que indica: “Comete asesinato quien matare a una persona: 1) Con alevosía; 2) Por precio, recompensa, promesa, ánimo de lucro (puede ser); 3) Por medio o en ocasión de inundación, incendio, veneno, explosión, desmoronamiento, derrumbe de edificio u otro artificio que pueda ocasionar gran estrago (¿será?); 4) Con premeditación conocida; 5) Con ensañamiento; 6) Con impulso de perversidad brutal; 7) Para preparar, facilitar, consumar y ocultar otro delito o para asegurar sus resultados o la inmunidad para sí o para copartícipes o por no haber obtenido el resultado que se hubiere propuesto al intentar el otro hecho punible; 8) Con fines terroristas o en desarrollo de actividades terroristas.”

Por eso, cuando piden la responsabilidad penal y la cabeza de funcionarios, incluyendo al propio Presidente de la República, me pregunto si los actos de estas personas están enmarcados en los supuestos mencionados en el párrafo anterior. Definitivamente no fue una orden presidencial, ni siquiera parece ser una orden del Secretario de Bienestar Social o del mismo Director del “Hogar Seguro”. Me puedo equivocar, pero hasta el día de hoy, muchas evidencias apuntan a un delito, más que a una imprudencia, negligencia o impericia de funcionarios públicos. Si fuera por estas últimas casusas y se establece que no fue un delito, entonces sí que pongan en remojo las barbas los señores funcionarios, pues el artículo 154 de la Constitución es claro: “los funcionarios son depositarios de la autoridad, responsables legalmente por su conducta oficial, sujetos a la ley y jamás superiores a ella”.

Los colectivos sociales, activistas y políticos de izquierda andan gritando a los cuatro vientos que #FueElEstado y piden la cabeza de la línea de mando del Ejecutivo. En TV estaba oyendo a un “expositor zurdoide” que incluso decía que el responsable era el “sistema económico capitalista”, excluyente, egoísta y que insistía en la “refundación del Estado”. ¿Qué tendrá que ver el sistema capitalista con un delito de asesinato perpetrado por uno o varios criminales? Pero para esta gente es la ocasión ideal de reivindicar sus pretensiones políticas y de tratar de asestar un golpe de estado técnico al Presidente democráticamente electo. Lo triste es que muchos jóvenes con “espíritu revolucionario” se creen estas majaderías y las repiten y replican como borregos por todas las redes sociales. La izquierda radical sabe muy bien cómo conseguir adeptos: llegándoles a las emociones, a los sentimientos, al lagrimeo, al corazón, nunca a la razón. Excelente táctica insurgente.

No joven, ni usted ni yo somos responsables de lo que pasó en ese Hogar. No se deje engañar ni compre esa culpa que no es suya. Esto es responsabilidad de alguien o algunos con nombre y apellido. Es una responsabilidad personal, como todo en la vida. Y todo apunta a un acto terrorista.

#FueElColegio: El segundo suceso, 13 de marzo de 2017 ¿un intento de homicidio por parte de un muchacho de colegio contra sus compañeros? Hasta ahora, escribiendo estas notas, no me queda claro. Pudiera ser, o bien no. Me imagino que el muchacho vive en un hogar donde hay disciplina, comprensión y amor. Gracias a Dios no hubo ningún herido o muerto. Eso hubiera sido una tragedia innecesaria y terrible para un buen número de familias.

Muchos nos espantamos –y con razón- de que un menor pueda entrar un arma de fuego a un centro educativo. ¿Es responsable el colegio de que uno de sus alumnos lleve en la mochila un arma de fuego o un cuchillo? No. Simplemente hay cosas que no se pueden controlar. ¿Poner detectores de metales? No se trata de un aeropuerto, ¡es un colegio por Dios! Donde jamás nos imaginaríamos que un niño pudiera ingresar una pistola; no obstante todos nos hemos enterado de las masacres llevadas a cabo por menores en EEUU y México, por ejemplificar. Pero en realidad no se nos ocurre que algo así pudiera pasar donde estudian nuestros hijos. Los directores y maestros de los centros educativos tienen cero responsabilidades en este tipo de hechos. No son policías.

En la década de los ochentas, en el colegio donde estudié, al menos vi dos veces a distintos compañeros llevar armas de fuego en la mochila. Creo que a uno lo agarraron y lo expulsaron. A esa edad algo así se mira surreal.

¿Por qué el muchacho llevó la pistola y disparó dentro de las instalaciones? Que por ser víctima de bullying, que por venganza ante un abuso de compañeros, que por una niña, que por jugar tiro al blanco, que por malo, ¡¿Qué se yo?! Y no me interesa. El muchacho –menor de edad- igual es inimputable. Aunque no haya una contundente responsabilidad ante la ley por parte de un menor, el primer y quizás único responsable de este acto fue el mismo muchacho, que sin permiso cogió la pistola del papá, la metió en su mochila y la llevó de compañera de clases. ¿Llevaba en su interior el animus necandi (intención de matar) o solo quería quemar cohetes y asustar? Respuesta en buen chapín: “Sabersh”

A este incauto, confundido y seguramente buen muchacho, si es que aplica para su caso particular, le digo que tengo dos hijos hombres de 16 y 15 años, así como él; a ambos les he pedido que me lo cuenten todo. Tenemos muy buena comunicación. Ambos padres monitoreamos que todo marche bien en el cole. Igual, siempre se puede escapar algo. Lo que sí les he repetido constantemente es que ellos no ofendan a nadie. Que no se presten al bullying. Entiendo que a veces es inevitable y se pueden dejar llevar por la masa descerebrada.

En cuanto a ellos, si les hacen bullying, les he aconsejado que lo tomen con tolerancia, a veces incluso como chiste, hasta donde se pueda, hasta cuando ellos sientan que ya es suficiente. Después de ser traspasada esa delgada línea, si ya fue humillante la cuestión y no queda otro camino, les he pedido y casi ordenado como Sargento Mayor, que se armen de valor, que emitan un grito de guerra y le rompan la nariz al agresor. Esa fue mi experiencia de adolescente y me resultó genial. Un fuerte puñetazo en la cara (como defensa) es una señal de poder, un golpe de autoridad y respeto, contra la que muy pocos seguirán insistiendo. Además de que: quien pega primero, pega dos veces. No hace falta llegar a las armas.

Pueda ser que lo anterior les parezca muy vaquero-machista-fascista a los amigos/as feministas-lgbts-activistas, pero así ha sido la cosa por siglos. Así arreglamos las cosas los hombres comunes y corrientes cuando ya no queda lugar para el dialogo; y la gran mayoría hoy somos hombres de paz y de trabajo.

Y para los muchachos estos que sólo en cuadrilla, en turba, como montoneros se atreven a molestar/linchar a compañeros más débiles: ¡jódanse! Ya un día la vida los pondrá en su lugar. Andar de machitos en estos dorados tiempos, no paga.  En la calle hay fulanos que no se tientan el alma para dejarles el tórax como “panal de abejas” y sus padres con el corazón roto los pararán “cafeteando” en alguna funeraria. “Agarren la onda, ¿ok?”.

En conclusión. #NoFueElEstado y #NoFueElColegio. Asumamos cada quien nuestras responsabilidades personalísimas e individuales. He dicho.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

¿Fue el Estado? ¿Fue el colegio?

Redacción República
16 de marzo, 2017

En menos de una semana dos distintos sucesos han conmocionado a la sociedad guatemalteca. Desde luego que no son comparables el uno con el otro, pero existen puntos en común entre ambos.

#FueElEstado: El primer suceso, acaecido el 8 de marzo de 2017, en el 102 aniversario del Día Internacional de la Mujer, el trágico incendio que cobró la vida de 40 menores de edad dentro del Hogar Seguro Virgen de la Asunción. Luto para Guatemala. Vidas truncadas en la minoría de edad. Un futuro que ya no existe. A uno como padre le consterna esto de manera especial porque ahí ve reflejados a sus propios hijos.

Ya mucho se ha escrito sobre el tema, y varían las opiniones; se piden responsabilidades por aquí y por allá, se condena a unos y a otros por lo acaecido. Dejaré de lado lo referente a las condiciones en que vivían las menores, que si convivían con integrantes de las maras, que si las abandonaron sus padres, que eras sujetas de abuso. Lo que tengo que decir al respecto, es que este parece ser casi sin ninguna duda un hecho criminal, un asesinato en masa, colectivo, que el Ministerio Público debe investigar a fondo y dar con los responsables.

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¿Por qué digo que es un asesinato? Porque el hecho está encuadrado casi dentro de la totalidad de lo contemplado en el artículo 132 del Código Penal que indica: “Comete asesinato quien matare a una persona: 1) Con alevosía; 2) Por precio, recompensa, promesa, ánimo de lucro (puede ser); 3) Por medio o en ocasión de inundación, incendio, veneno, explosión, desmoronamiento, derrumbe de edificio u otro artificio que pueda ocasionar gran estrago (¿será?); 4) Con premeditación conocida; 5) Con ensañamiento; 6) Con impulso de perversidad brutal; 7) Para preparar, facilitar, consumar y ocultar otro delito o para asegurar sus resultados o la inmunidad para sí o para copartícipes o por no haber obtenido el resultado que se hubiere propuesto al intentar el otro hecho punible; 8) Con fines terroristas o en desarrollo de actividades terroristas.”

Por eso, cuando piden la responsabilidad penal y la cabeza de funcionarios, incluyendo al propio Presidente de la República, me pregunto si los actos de estas personas están enmarcados en los supuestos mencionados en el párrafo anterior. Definitivamente no fue una orden presidencial, ni siquiera parece ser una orden del Secretario de Bienestar Social o del mismo Director del “Hogar Seguro”. Me puedo equivocar, pero hasta el día de hoy, muchas evidencias apuntan a un delito, más que a una imprudencia, negligencia o impericia de funcionarios públicos. Si fuera por estas últimas casusas y se establece que no fue un delito, entonces sí que pongan en remojo las barbas los señores funcionarios, pues el artículo 154 de la Constitución es claro: “los funcionarios son depositarios de la autoridad, responsables legalmente por su conducta oficial, sujetos a la ley y jamás superiores a ella”.

Los colectivos sociales, activistas y políticos de izquierda andan gritando a los cuatro vientos que #FueElEstado y piden la cabeza de la línea de mando del Ejecutivo. En TV estaba oyendo a un “expositor zurdoide” que incluso decía que el responsable era el “sistema económico capitalista”, excluyente, egoísta y que insistía en la “refundación del Estado”. ¿Qué tendrá que ver el sistema capitalista con un delito de asesinato perpetrado por uno o varios criminales? Pero para esta gente es la ocasión ideal de reivindicar sus pretensiones políticas y de tratar de asestar un golpe de estado técnico al Presidente democráticamente electo. Lo triste es que muchos jóvenes con “espíritu revolucionario” se creen estas majaderías y las repiten y replican como borregos por todas las redes sociales. La izquierda radical sabe muy bien cómo conseguir adeptos: llegándoles a las emociones, a los sentimientos, al lagrimeo, al corazón, nunca a la razón. Excelente táctica insurgente.

No joven, ni usted ni yo somos responsables de lo que pasó en ese Hogar. No se deje engañar ni compre esa culpa que no es suya. Esto es responsabilidad de alguien o algunos con nombre y apellido. Es una responsabilidad personal, como todo en la vida. Y todo apunta a un acto terrorista.

#FueElColegio: El segundo suceso, 13 de marzo de 2017 ¿un intento de homicidio por parte de un muchacho de colegio contra sus compañeros? Hasta ahora, escribiendo estas notas, no me queda claro. Pudiera ser, o bien no. Me imagino que el muchacho vive en un hogar donde hay disciplina, comprensión y amor. Gracias a Dios no hubo ningún herido o muerto. Eso hubiera sido una tragedia innecesaria y terrible para un buen número de familias.

Muchos nos espantamos –y con razón- de que un menor pueda entrar un arma de fuego a un centro educativo. ¿Es responsable el colegio de que uno de sus alumnos lleve en la mochila un arma de fuego o un cuchillo? No. Simplemente hay cosas que no se pueden controlar. ¿Poner detectores de metales? No se trata de un aeropuerto, ¡es un colegio por Dios! Donde jamás nos imaginaríamos que un niño pudiera ingresar una pistola; no obstante todos nos hemos enterado de las masacres llevadas a cabo por menores en EEUU y México, por ejemplificar. Pero en realidad no se nos ocurre que algo así pudiera pasar donde estudian nuestros hijos. Los directores y maestros de los centros educativos tienen cero responsabilidades en este tipo de hechos. No son policías.

En la década de los ochentas, en el colegio donde estudié, al menos vi dos veces a distintos compañeros llevar armas de fuego en la mochila. Creo que a uno lo agarraron y lo expulsaron. A esa edad algo así se mira surreal.

¿Por qué el muchacho llevó la pistola y disparó dentro de las instalaciones? Que por ser víctima de bullying, que por venganza ante un abuso de compañeros, que por una niña, que por jugar tiro al blanco, que por malo, ¡¿Qué se yo?! Y no me interesa. El muchacho –menor de edad- igual es inimputable. Aunque no haya una contundente responsabilidad ante la ley por parte de un menor, el primer y quizás único responsable de este acto fue el mismo muchacho, que sin permiso cogió la pistola del papá, la metió en su mochila y la llevó de compañera de clases. ¿Llevaba en su interior el animus necandi (intención de matar) o solo quería quemar cohetes y asustar? Respuesta en buen chapín: “Sabersh”

A este incauto, confundido y seguramente buen muchacho, si es que aplica para su caso particular, le digo que tengo dos hijos hombres de 16 y 15 años, así como él; a ambos les he pedido que me lo cuenten todo. Tenemos muy buena comunicación. Ambos padres monitoreamos que todo marche bien en el cole. Igual, siempre se puede escapar algo. Lo que sí les he repetido constantemente es que ellos no ofendan a nadie. Que no se presten al bullying. Entiendo que a veces es inevitable y se pueden dejar llevar por la masa descerebrada.

En cuanto a ellos, si les hacen bullying, les he aconsejado que lo tomen con tolerancia, a veces incluso como chiste, hasta donde se pueda, hasta cuando ellos sientan que ya es suficiente. Después de ser traspasada esa delgada línea, si ya fue humillante la cuestión y no queda otro camino, les he pedido y casi ordenado como Sargento Mayor, que se armen de valor, que emitan un grito de guerra y le rompan la nariz al agresor. Esa fue mi experiencia de adolescente y me resultó genial. Un fuerte puñetazo en la cara (como defensa) es una señal de poder, un golpe de autoridad y respeto, contra la que muy pocos seguirán insistiendo. Además de que: quien pega primero, pega dos veces. No hace falta llegar a las armas.

Pueda ser que lo anterior les parezca muy vaquero-machista-fascista a los amigos/as feministas-lgbts-activistas, pero así ha sido la cosa por siglos. Así arreglamos las cosas los hombres comunes y corrientes cuando ya no queda lugar para el dialogo; y la gran mayoría hoy somos hombres de paz y de trabajo.

Y para los muchachos estos que sólo en cuadrilla, en turba, como montoneros se atreven a molestar/linchar a compañeros más débiles: ¡jódanse! Ya un día la vida los pondrá en su lugar. Andar de machitos en estos dorados tiempos, no paga.  En la calle hay fulanos que no se tientan el alma para dejarles el tórax como “panal de abejas” y sus padres con el corazón roto los pararán “cafeteando” en alguna funeraria. “Agarren la onda, ¿ok?”.

En conclusión. #NoFueElEstado y #NoFueElColegio. Asumamos cada quien nuestras responsabilidades personalísimas e individuales. He dicho.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo