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Violencia y niñez

Redacción República
26 de marzo, 2017

Ya, hay que admitirlo, la vida no es nada fácil. De alguna manera todos, sin excepción, hemos sido marcados por algo. En nuestra niñez existieron eventos que hicieron que seamos lo que somos hoy por hoy. Y cada que escucho de un piloto de autobús muerto, una policía asesinada o un maestro secuestrado; no puedo dejar de pensar en la posibilidad que tenga hijos. Y aunque perder a un ser querido siempre es difícil, debe serlo más cuando aún no se está muy consciente de la pérdida eterna que a partir de ahora se llevará. El giro de 180 grados que dará la vida por la ausencia y los vacíos que deja esa persona. Y peor aún si esa persona falleció en un hecho de violencia.

Las preguntas surgirán y con un poco de suerte, con el pasar del tiempo las respuestas irán llegando de a pocos. Sin embargo, la herida, ese sentimiento amargo de abandono y la confusión prevalecerán y en el peor de los casos estos mutarán en un sentimiento de búsqueda de venganza o de depresión total. Como nos cambia la vida en un segundo, como nos mueve el camino una decisión “superflua”, como nos determinan las palabras que escuchamos en nuestros primeros años.

La historia desgarradora se repite una y otra vez todos los días, con diferentes protagonistas, pero la misma trama que al final roba la infancia y la alegría tan natural de los pequeños. Se va el sustento de la casa, el abrazo reconfortante, el amor incondicional y los consejos sabios que algún día van a necesitar.

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Pienso en el caso particular de la agente Candy Margot Sánchez González, quién deja en la orfandad a un niño de 4 años. Quién, por cierto, cumplió años el mismo día que su madre falleció. Qué le dirán a este niño cuando crezca, cómo va a manejar la situación al saber lo que pasó. Cómo podrá vivir con el dolor de haber perdido a su madre, el día de su cumpleaños el día que debió ser el más feliz para él, a causa de la violencia que vivimos en el país. Lo que la vida le cambió al pobre en un segundo, probablemente ahora tendrá que vivir con familiares, que por buenas intenciones que tengan no podrán nunca llenar el espacio de su mamá. Y más temprano que tarde, este niño pensará en todos los momentos importantes de su vida en los que ella no podrá estar porque unos maleantes le robaron la vida por el simple motivo de ser policía.

Debemos de actuar pronto para que se deje de marcar niños a través de la violencia. Las consecuencias de las pérdidas de estos niños pueden llegar a ser fatales porque crecerán creyendo que esas es la única manera, que es la violencia la que gana al final del día. Debemos construir un mejor presente para los niños de nuestro país para que no le tengan miedo, sino que puedan, con ayuda de sus padres, aprender a afrontarlo de la mejor manera siempre. Debemos construir un lugar donde trabajar no sea un problema y que las personas que hagan mal, paguen por eso y no puedan ir libremente por las calles lastimando a personas de bien que además de todo también tienen en sus manos la responsabilidad de criar y acompañar en la vida a sus hijos. Porque no es justo arruinar tan pronto el futuro de esos niños.

Desde el fondo de mi corazón abrazo a todos los niños de mi país que han perdido a sus padres o madres de familia en hechos de violencia.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Violencia y niñez

Redacción República
26 de marzo, 2017

Ya, hay que admitirlo, la vida no es nada fácil. De alguna manera todos, sin excepción, hemos sido marcados por algo. En nuestra niñez existieron eventos que hicieron que seamos lo que somos hoy por hoy. Y cada que escucho de un piloto de autobús muerto, una policía asesinada o un maestro secuestrado; no puedo dejar de pensar en la posibilidad que tenga hijos. Y aunque perder a un ser querido siempre es difícil, debe serlo más cuando aún no se está muy consciente de la pérdida eterna que a partir de ahora se llevará. El giro de 180 grados que dará la vida por la ausencia y los vacíos que deja esa persona. Y peor aún si esa persona falleció en un hecho de violencia.

Las preguntas surgirán y con un poco de suerte, con el pasar del tiempo las respuestas irán llegando de a pocos. Sin embargo, la herida, ese sentimiento amargo de abandono y la confusión prevalecerán y en el peor de los casos estos mutarán en un sentimiento de búsqueda de venganza o de depresión total. Como nos cambia la vida en un segundo, como nos mueve el camino una decisión “superflua”, como nos determinan las palabras que escuchamos en nuestros primeros años.

La historia desgarradora se repite una y otra vez todos los días, con diferentes protagonistas, pero la misma trama que al final roba la infancia y la alegría tan natural de los pequeños. Se va el sustento de la casa, el abrazo reconfortante, el amor incondicional y los consejos sabios que algún día van a necesitar.

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Pienso en el caso particular de la agente Candy Margot Sánchez González, quién deja en la orfandad a un niño de 4 años. Quién, por cierto, cumplió años el mismo día que su madre falleció. Qué le dirán a este niño cuando crezca, cómo va a manejar la situación al saber lo que pasó. Cómo podrá vivir con el dolor de haber perdido a su madre, el día de su cumpleaños el día que debió ser el más feliz para él, a causa de la violencia que vivimos en el país. Lo que la vida le cambió al pobre en un segundo, probablemente ahora tendrá que vivir con familiares, que por buenas intenciones que tengan no podrán nunca llenar el espacio de su mamá. Y más temprano que tarde, este niño pensará en todos los momentos importantes de su vida en los que ella no podrá estar porque unos maleantes le robaron la vida por el simple motivo de ser policía.

Debemos de actuar pronto para que se deje de marcar niños a través de la violencia. Las consecuencias de las pérdidas de estos niños pueden llegar a ser fatales porque crecerán creyendo que esas es la única manera, que es la violencia la que gana al final del día. Debemos construir un mejor presente para los niños de nuestro país para que no le tengan miedo, sino que puedan, con ayuda de sus padres, aprender a afrontarlo de la mejor manera siempre. Debemos construir un lugar donde trabajar no sea un problema y que las personas que hagan mal, paguen por eso y no puedan ir libremente por las calles lastimando a personas de bien que además de todo también tienen en sus manos la responsabilidad de criar y acompañar en la vida a sus hijos. Porque no es justo arruinar tan pronto el futuro de esos niños.

Desde el fondo de mi corazón abrazo a todos los niños de mi país que han perdido a sus padres o madres de familia en hechos de violencia.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo