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Cuando las tareas de los niños son perjudiciales

Antonio Wohlers
02 de abril, 2017

Si queremos mejores ciudadanos tenemos que tener niños más felices y mejor educados.

En países del primer mundo, como por ejemplo Finlandia, los niños van al colegio a estudiar a través del método de aprender jugando y cuando regresan a su casa no llevan deberes porque los educandos de estos países consideran que el niño debe ir a su casa a disfrutar de su familia, a jugar con sus mascotas, a hacer una deliciosa siesta, a hacer actividades extra curriculares tales como entrenar karate, danza, ballet, estudiar idiomas o simplemente descansar. 

Desgraciadamente en Guatemala se oye constantemente de la mala calidad educativa que ofrece el Ministerio de Educación por lo que muchos padres haciendo un esfuerzo económico inscriben a sus hijos en colegios privados en donde piensan que la educación va a ser de excelente calidad, situación que es muy cierta en la mayoría de colegios.  Pero la excesiva carga de tareas, desgraciadamente, produce en los niños depresión, ansiedad, colon irritable, gastritis, mala calidad de sueño, mala alimentación y en algunos casos ideas suicidas. 

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Además nos encontramos con la imposibilidad de una vida normal para el niño, ya que por el horario de estudios y las famosas tareas sumado al tiempo de ir y venir al colegio por el excesivo tráfico, el niño supera con creces la jornada laboral de un adulto.

Se sabe de niños que terminan hasta las 11 o 12 de la noche junto con sus padres haciendo interminables  e inútiles tareas que obligan al niño a levantarse a las 3 o 4 de la mañana para terminarlos so pena que la maestra los haga sentir mal en clase o los deje sin recreo.

Las tareas además de fomentar ansiedad y estrés promueven la competitividad entre alumnos y no la colaboración entre ellos.

Las tareas excesivas no generan comprensión sino memorización basada en repetición sin reflexión; además crea conflictos familiares y hasta violencia porque el niño lo que quiere es divertirse pero los padres lo obligan a estar sentado cuando eso va en contra de natura; el niño lo que quiere es jugar por lo que termina detestando sus tareas, sus padres, sus colegios y sus maestras.

Con cada año que el niño va cursando la carga de tareas va aumentando como que los colegios pensaran que mientras más tareas dejan son mejores, sin darse cuenta del verdadero daño que producen ya que recordemos que la etapa de la niñez es muy corta, después viene la pubertad y después el adulto joven en donde hay otro tipo de obligaciones.

Gracias a Dios en Guatemala ya hay algunos colegios, la minoría, que entienden que enviar una tarea breve, motivadora, que desarrolle en el niño la imaginación y el análisis y que tarde no más de 15 minutos es mucho más beneficiosa para el reforzamiento de lo aprendido en la jornada escolar.

¿Qué es lo que queremos para nuestros hijos?

Yo quiero que sean felices, que aprendan jugando, que gocen cada etapa de su niñez y adolescencia sin padecer de enfermedades depresivas o ansiedad porque sé que así aprenderán más y mejor. 

Y es de esta forma que lograremos mejores ciudadanos que harán un cambio en el futuro de este triste país que por la corrupción a todo nivel prefiere invertir el presupuesto nacional en cooptar los 3 poderes del estado en vez de invertir en la educación y alimentación de cada niño guatemalteco ya que recordemos que ni para refacción escolar había presupuesto y la poca comida entregada no podía ser ni de uso en animales por su mala calidad, como se recordaran el caso de El Bodegón cuyo ex ministro anda libre y por  su casa. Recordemos aquella ministra que usó parte del presupuesto en bolsones de malísima calidad y no en educación de calidad y que sigue libre por su casa.

Así que padres de familia los exhorto a que compartan esta información y exijan a los colegios de sus hijos a que analicen las nuevas tendencias de aprendizaje en donde el niño debe aprender jugando y gozando la etapa de su niñez y no deprimido y cansado con  un alta carga de tareas escolares.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Cuando las tareas de los niños son perjudiciales

Antonio Wohlers
02 de abril, 2017

Si queremos mejores ciudadanos tenemos que tener niños más felices y mejor educados.

En países del primer mundo, como por ejemplo Finlandia, los niños van al colegio a estudiar a través del método de aprender jugando y cuando regresan a su casa no llevan deberes porque los educandos de estos países consideran que el niño debe ir a su casa a disfrutar de su familia, a jugar con sus mascotas, a hacer una deliciosa siesta, a hacer actividades extra curriculares tales como entrenar karate, danza, ballet, estudiar idiomas o simplemente descansar. 

Desgraciadamente en Guatemala se oye constantemente de la mala calidad educativa que ofrece el Ministerio de Educación por lo que muchos padres haciendo un esfuerzo económico inscriben a sus hijos en colegios privados en donde piensan que la educación va a ser de excelente calidad, situación que es muy cierta en la mayoría de colegios.  Pero la excesiva carga de tareas, desgraciadamente, produce en los niños depresión, ansiedad, colon irritable, gastritis, mala calidad de sueño, mala alimentación y en algunos casos ideas suicidas. 

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Además nos encontramos con la imposibilidad de una vida normal para el niño, ya que por el horario de estudios y las famosas tareas sumado al tiempo de ir y venir al colegio por el excesivo tráfico, el niño supera con creces la jornada laboral de un adulto.

Se sabe de niños que terminan hasta las 11 o 12 de la noche junto con sus padres haciendo interminables  e inútiles tareas que obligan al niño a levantarse a las 3 o 4 de la mañana para terminarlos so pena que la maestra los haga sentir mal en clase o los deje sin recreo.

Las tareas además de fomentar ansiedad y estrés promueven la competitividad entre alumnos y no la colaboración entre ellos.

Las tareas excesivas no generan comprensión sino memorización basada en repetición sin reflexión; además crea conflictos familiares y hasta violencia porque el niño lo que quiere es divertirse pero los padres lo obligan a estar sentado cuando eso va en contra de natura; el niño lo que quiere es jugar por lo que termina detestando sus tareas, sus padres, sus colegios y sus maestras.

Con cada año que el niño va cursando la carga de tareas va aumentando como que los colegios pensaran que mientras más tareas dejan son mejores, sin darse cuenta del verdadero daño que producen ya que recordemos que la etapa de la niñez es muy corta, después viene la pubertad y después el adulto joven en donde hay otro tipo de obligaciones.

Gracias a Dios en Guatemala ya hay algunos colegios, la minoría, que entienden que enviar una tarea breve, motivadora, que desarrolle en el niño la imaginación y el análisis y que tarde no más de 15 minutos es mucho más beneficiosa para el reforzamiento de lo aprendido en la jornada escolar.

¿Qué es lo que queremos para nuestros hijos?

Yo quiero que sean felices, que aprendan jugando, que gocen cada etapa de su niñez y adolescencia sin padecer de enfermedades depresivas o ansiedad porque sé que así aprenderán más y mejor. 

Y es de esta forma que lograremos mejores ciudadanos que harán un cambio en el futuro de este triste país que por la corrupción a todo nivel prefiere invertir el presupuesto nacional en cooptar los 3 poderes del estado en vez de invertir en la educación y alimentación de cada niño guatemalteco ya que recordemos que ni para refacción escolar había presupuesto y la poca comida entregada no podía ser ni de uso en animales por su mala calidad, como se recordaran el caso de El Bodegón cuyo ex ministro anda libre y por  su casa. Recordemos aquella ministra que usó parte del presupuesto en bolsones de malísima calidad y no en educación de calidad y que sigue libre por su casa.

Así que padres de familia los exhorto a que compartan esta información y exijan a los colegios de sus hijos a que analicen las nuevas tendencias de aprendizaje en donde el niño debe aprender jugando y gozando la etapa de su niñez y no deprimido y cansado con  un alta carga de tareas escolares.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo