Antes de presidir el Congreso de la República, Mario Taracena fue desde constitucionalista en 1985, hasta jefe de bancada del Partido de Avanzada Nacional y luego de la Unidad Nacional de la Esperanza, en donde se ganó la fama de controversial.
Era común verlo pelear con sus compañeras del hemiciclo, al punto que se ganó varias denuncias de diputadas que aseguraban que sufrían de violencia psicológica por parte del legislador.
Al igual que todos los políticos, despotricaba contra la corrupción, y cuando alcanzó la presidencia enarboló la bandera de la transparencia afectando los intereses de sus colegas, incluso algunos de sus compañeros de bancada. Basta recordar su cruce de palabras con César Fajardo, a quien le sacó en cara el elevado costo de su oficina.
Cuando asumió la presidencia Taracena estaba seguro que caminaba por la vía correcta. Hizo lo que ningún congresista se atrevía a publicar: la planilla de trabajadores del Congreso de la República.
Además transparentó varias acciones del Congreso y por primera vez se cumplía con facilitar la información por medio de la Unidad de Acceso. Logró la aprobación de importantes decretos como La Ley de Servicio Civil y reformas a la Ley Orgánica del Congreso.
Sin embargo, la suerte le cambió esta semana cuando salió a relucir que la Contraloría General de Cuentas, en su informe de auditoría de la ejecución presupuestaria 2016, incluía denuncias que alcanzaron a su directiva.
El informe se menciona la denuncia penal por irregularidades en la contratación de personal bajo el renglón 022, por un monto de Q72.8 millones.
Su reacción no se hizo esperar y tocó las puertas de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) para denunciar una posible red de auditores que buscaban perjudicar a las entidades que apoyaron las reformas constitucionales.
Ahora será el Ministerio Público el que se encargará de establecer si hay delito que perseguir mientras que la CICIG podría aclarar si son ciertos los temores de Taracena sobre una conspiración. Lo que es un hecho es que el congresista seguirá dando de qué hablar.
- Te sugerimos leer: Presentan denuncia penal contra directiva de Taracena
Antes de presidir el Congreso de la República, Mario Taracena fue desde constitucionalista en 1985, hasta jefe de bancada del Partido de Avanzada Nacional y luego de la Unidad Nacional de la Esperanza, en donde se ganó la fama de controversial.
Era común verlo pelear con sus compañeras del hemiciclo, al punto que se ganó varias denuncias de diputadas que aseguraban que sufrían de violencia psicológica por parte del legislador.
Al igual que todos los políticos, despotricaba contra la corrupción, y cuando alcanzó la presidencia enarboló la bandera de la transparencia afectando los intereses de sus colegas, incluso algunos de sus compañeros de bancada. Basta recordar su cruce de palabras con César Fajardo, a quien le sacó en cara el elevado costo de su oficina.
Cuando asumió la presidencia Taracena estaba seguro que caminaba por la vía correcta. Hizo lo que ningún congresista se atrevía a publicar: la planilla de trabajadores del Congreso de la República.
Además transparentó varias acciones del Congreso y por primera vez se cumplía con facilitar la información por medio de la Unidad de Acceso. Logró la aprobación de importantes decretos como La Ley de Servicio Civil y reformas a la Ley Orgánica del Congreso.
Sin embargo, la suerte le cambió esta semana cuando salió a relucir que la Contraloría General de Cuentas, en su informe de auditoría de la ejecución presupuestaria 2016, incluía denuncias que alcanzaron a su directiva.
El informe se menciona la denuncia penal por irregularidades en la contratación de personal bajo el renglón 022, por un monto de Q72.8 millones.
Su reacción no se hizo esperar y tocó las puertas de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) para denunciar una posible red de auditores que buscaban perjudicar a las entidades que apoyaron las reformas constitucionales.
Ahora será el Ministerio Público el que se encargará de establecer si hay delito que perseguir mientras que la CICIG podría aclarar si son ciertos los temores de Taracena sobre una conspiración. Lo que es un hecho es que el congresista seguirá dando de qué hablar.
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