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¿Qué papel juega la emoción en el Arte?

Redacción República
02 de julio, 2017

En el artículo anterior analicé cómo, por qué y para qué se concreta una imagen en el arte y profundicé en el concepto y función de la psico-epistemología en el arte objetivista. En este explico, a manera de conclusión de la ampliación explicativa de la definición objetiva de arte, cuál es el fin último, tanto de una creación, como la de una apreciación artística. Cuando un artista crea, éste expresa una visión general de sí mismo con la existencia y cuando el espectador aprecia, éste se emociona de manera universal, identificándose con esa visión. El artista expresa un sentido de vida y el espectador se identifica (o no) con un sentido de vida. El artista personifica y concreta ese sentido de vida que posee, esa emoción universal que comunica y el cuerpo del espectador funciona como un filtro, como lo ejemplificaba Aristóteles; su catarsis, como el efecto purificador y liberador que provocaba la tragedia griega en los espectadores y los hacía pasar por una experiencia existencial profunda. Para este gigante de la filosofía hubo dos causas que originaron la poesía y el arte en general, la primera fue la imitación como él llamaba a la recreación a través de una imagen de lo que es, de lo que puede ser y de los que debería de ser; y la segunda causa, que es la que más nos compete aquí para apoyar la tesis objetivista, fue el placer, el placer que la imitación provocaba por la adquisición y confirmación e identificación con el nuevo conocimiento, como lo explica en el capítulo IV de su Poética.

Antes de profundizar más en la emoción particular que siente el hombre al crear y disfrutar del arte, debo ahondar en el concepto de sentido de vida. Para Ayn Rand un sentido de vida es un equivalente pre-conceptual de la metafísica, un entendimiento subconsciente integrado y emocional del hombre con su existencia, que muchas veces desarrolla antes de haber razonado de manera consciente y conceptual sobre sus juicios de valor metafísicos, es decir, sobre su base ética. Para la filósofa este mecanismo subconsciente integra sus conclusiones, reacciones y o evasiones en un total emocional generando una respuesta automática al mundo que rodea al individuo. Es una sensación generalizada, es una emoción universal constante, la cual envuelve a todas sus otras emociones y la base de todas sus experiencias. A esto última llama ella sentido de vida. Pero tener una filosofía no es lo mismo que tener un sentido de vida y la diferencia es esencial para comprender qué es lo que recrea, lo que imita a manera de una imagen en la obra de arte.

“Para vivir, el hombre debe actuar; para actuar, debe elegir opciones; para elegir opciones, debe definir un código de valores; para definir un código de valores, debe saber qué es él y dónde se encuentra, o sea, debe conocer su propia naturaleza (incluyendo sus medios de aprendizaje) y la naturaleza del universo en el que actúa, es decir, necesita metafísica, epistemología, ética, lo que significa: filosofía. No puede escapar de esta necesidad; su única alternativa es si la filosofía que lo guíe será escogida por su mente o por casualidad.”

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Ayn Rand, Manifiesto Romántico, Sentido de vida, ps, pág. 38.
Una filosofía es un tratado y un sentido de vida es una sensación generalizada que evoca dicha filosofía a manera de emoción y es precisamente en el amor, en la amistad y en el arte donde el sentido de vida más se expresa. Las emociones básicas del hombre son las reacciones automáticas a los juicios de valores integrados en su subconsciente; son estimaciones de aquello que protege sus valores o que los pone en peligro, lo que está a favor de su vida o en contra de ella. La emoción es un efecto, no una causa. El sentido de vida del artista es la esencia de lo que concreta él con el tema y estilo que elija, a las que hace realidad a través de una imagen personificada. Y es el observador con su propio sentido de vida, que responde a la obra de arte a través de una reacción inmediata a manera de sensación emocional, reaccionando de manera positiva, negativa o indiferente. El contemplador de la obra la aprueba, le gusta y le complace o la rechaza de manera automática. El juicio de valor involucrado, tanto para el artista creador como para el espectador es casi existencial, su estándar es lo que importa o no importa para él en la vida. Es cómo cada uno de ellos ve la vida; el artista proyecta un mundo ideal como el cree que debería ser y el admirador se identifica, valora y por ende goza y disfruta, o no se identifica, lo rechaza y le disgusta.

Este es el fin último y más importante del arte; el que la pintura o escultura sea admirada y gozada por identificación de sentido de vida; disfrutar de un estado exaltado intelectual, con el que sintamos que vale la pena vivir y alcanzar nuestros más altos valores (o todo lo contrario). Lo importante del arte no es aprender, sino experimentar, sentir que el mundo ideal es alcanzable (o no lo es). El arte es el espejo del alma, es el reflejo de nuestro espíritu. Vale la pena que aclare en este capítulo, aunque lo veremos a detalle en los próximos, que la filosofía de un artista puede estar equivocada bajo la lupa del filósofo, su sentido de vida puede ser fatal, pero aun así puede ser una obra maestra, ya que el arte no juzga la validez filosófica y moral de diferentes tipos de juicios de valor, sino que juzga únicamente cómo los comunica. El crítico del arte no debe juzgar la validez o invalidez de qué comunica una obra, aunque por supuesto que puede opinar, pero ante nada, debe juzgar el medio, la manera en que recrea y representa su sentido de vida el artista. El cómo es lo que hará de una obra de arte una obra maestra, una obra mediocre o un completo mamarracho.

Ahora, para concluir con el mejor entendimiento de la función del sentido de vida en las artes, analizo un poco el cómo, el medio que se utiliza para expresar dicha emoción o sensación generalizada. Rand dice que en una obra de arte existen dos elementos distintos que deben integrarse: uno es el tema y el otro es el estilo. El artista decide qué va a simbolizar, uno, y dos, cómo lo va a simbolizar. El tema representa la visión existencial, la metafísica del artista. El estilo representa su psico-epistemología. Concluyo este artículo mostrando como ejemplo dos obras de arte con el mismo tema fundamental, aunque el juicio de valor metafísico varía según cómo se presenta la figura humana, con dos psico-epistemologías totalmente distintas desembocando en dos diferentes sentidos de vida. El tema que elegí fue la Pietá. Analizo primero una obra Gótica de la Virgen velando el cuerpo de Cristo, cuyos aspectos más enfatizados eran la anatomía desproporcionada, con una expresión facial tortuosa y tormento físico. El sufrimiento como un ideal o sufrimiento como castigo fue todo lo que el arte medieval ofreció a sus héroes o pecadores aquí en la tierra; un sentido de vida de derrota, de miedo existencial, de culpa.

Röttgen Pietá, c. 1300-25, madera pintada, 34 1/ 2 ” de alto. Rheinisches Landesmuseum, Bonn, Alemania.

En el Renacimiento renace la esperanza humanística. El misticismo, que había invadido cada aspecto de la vida y cultura medieval, perdió su influencia en la mente del hombre. El hombre ya no es visto como una imagen monstruosa y depravada, en cambio se ve al hombre como hecho a la imagen de Dios. La belleza e inteligencia fueron valores a alcanzar nuevamente. Un renacer de la razón y lo concerniente a esta tierra, era la base de todos los logros del Renacimiento. Ambos, la escultura y el espíritu griego permanecieron enterrados hasta el Renacimiento, cuya metafísica y epistemología eran esencialmente Aristotélicas, y en cuya época, desde la ciencia, a la literatura y al arte, reflejaban la visión, donde el hombre era un ser de valor, capaz de entender el universo, y que valía la pena estudiarlo e interesarse por él. Era un ser que podía nuevamente alcanzar grandeza. El sentido de vida de las mejores esculturas de esta época expresa una visión heroica del ser humano. El estilo es de un cuasi realismo absoluto y la piel era tratada de la manera más fina, talladas y pulidas con las técnicas más depuradas y excelentes en los mármoles más finos.

La Pietá, 1499. Mármol, altura174cm. Incluyendo la base 195cm. San Pedro, Roma.

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¿Qué papel juega la emoción en el Arte?

Redacción República
02 de julio, 2017

En el artículo anterior analicé cómo, por qué y para qué se concreta una imagen en el arte y profundicé en el concepto y función de la psico-epistemología en el arte objetivista. En este explico, a manera de conclusión de la ampliación explicativa de la definición objetiva de arte, cuál es el fin último, tanto de una creación, como la de una apreciación artística. Cuando un artista crea, éste expresa una visión general de sí mismo con la existencia y cuando el espectador aprecia, éste se emociona de manera universal, identificándose con esa visión. El artista expresa un sentido de vida y el espectador se identifica (o no) con un sentido de vida. El artista personifica y concreta ese sentido de vida que posee, esa emoción universal que comunica y el cuerpo del espectador funciona como un filtro, como lo ejemplificaba Aristóteles; su catarsis, como el efecto purificador y liberador que provocaba la tragedia griega en los espectadores y los hacía pasar por una experiencia existencial profunda. Para este gigante de la filosofía hubo dos causas que originaron la poesía y el arte en general, la primera fue la imitación como él llamaba a la recreación a través de una imagen de lo que es, de lo que puede ser y de los que debería de ser; y la segunda causa, que es la que más nos compete aquí para apoyar la tesis objetivista, fue el placer, el placer que la imitación provocaba por la adquisición y confirmación e identificación con el nuevo conocimiento, como lo explica en el capítulo IV de su Poética.

Antes de profundizar más en la emoción particular que siente el hombre al crear y disfrutar del arte, debo ahondar en el concepto de sentido de vida. Para Ayn Rand un sentido de vida es un equivalente pre-conceptual de la metafísica, un entendimiento subconsciente integrado y emocional del hombre con su existencia, que muchas veces desarrolla antes de haber razonado de manera consciente y conceptual sobre sus juicios de valor metafísicos, es decir, sobre su base ética. Para la filósofa este mecanismo subconsciente integra sus conclusiones, reacciones y o evasiones en un total emocional generando una respuesta automática al mundo que rodea al individuo. Es una sensación generalizada, es una emoción universal constante, la cual envuelve a todas sus otras emociones y la base de todas sus experiencias. A esto última llama ella sentido de vida. Pero tener una filosofía no es lo mismo que tener un sentido de vida y la diferencia es esencial para comprender qué es lo que recrea, lo que imita a manera de una imagen en la obra de arte.

“Para vivir, el hombre debe actuar; para actuar, debe elegir opciones; para elegir opciones, debe definir un código de valores; para definir un código de valores, debe saber qué es él y dónde se encuentra, o sea, debe conocer su propia naturaleza (incluyendo sus medios de aprendizaje) y la naturaleza del universo en el que actúa, es decir, necesita metafísica, epistemología, ética, lo que significa: filosofía. No puede escapar de esta necesidad; su única alternativa es si la filosofía que lo guíe será escogida por su mente o por casualidad.”

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Ayn Rand, Manifiesto Romántico, Sentido de vida, ps, pág. 38.
Una filosofía es un tratado y un sentido de vida es una sensación generalizada que evoca dicha filosofía a manera de emoción y es precisamente en el amor, en la amistad y en el arte donde el sentido de vida más se expresa. Las emociones básicas del hombre son las reacciones automáticas a los juicios de valores integrados en su subconsciente; son estimaciones de aquello que protege sus valores o que los pone en peligro, lo que está a favor de su vida o en contra de ella. La emoción es un efecto, no una causa. El sentido de vida del artista es la esencia de lo que concreta él con el tema y estilo que elija, a las que hace realidad a través de una imagen personificada. Y es el observador con su propio sentido de vida, que responde a la obra de arte a través de una reacción inmediata a manera de sensación emocional, reaccionando de manera positiva, negativa o indiferente. El contemplador de la obra la aprueba, le gusta y le complace o la rechaza de manera automática. El juicio de valor involucrado, tanto para el artista creador como para el espectador es casi existencial, su estándar es lo que importa o no importa para él en la vida. Es cómo cada uno de ellos ve la vida; el artista proyecta un mundo ideal como el cree que debería ser y el admirador se identifica, valora y por ende goza y disfruta, o no se identifica, lo rechaza y le disgusta.

Este es el fin último y más importante del arte; el que la pintura o escultura sea admirada y gozada por identificación de sentido de vida; disfrutar de un estado exaltado intelectual, con el que sintamos que vale la pena vivir y alcanzar nuestros más altos valores (o todo lo contrario). Lo importante del arte no es aprender, sino experimentar, sentir que el mundo ideal es alcanzable (o no lo es). El arte es el espejo del alma, es el reflejo de nuestro espíritu. Vale la pena que aclare en este capítulo, aunque lo veremos a detalle en los próximos, que la filosofía de un artista puede estar equivocada bajo la lupa del filósofo, su sentido de vida puede ser fatal, pero aun así puede ser una obra maestra, ya que el arte no juzga la validez filosófica y moral de diferentes tipos de juicios de valor, sino que juzga únicamente cómo los comunica. El crítico del arte no debe juzgar la validez o invalidez de qué comunica una obra, aunque por supuesto que puede opinar, pero ante nada, debe juzgar el medio, la manera en que recrea y representa su sentido de vida el artista. El cómo es lo que hará de una obra de arte una obra maestra, una obra mediocre o un completo mamarracho.

Ahora, para concluir con el mejor entendimiento de la función del sentido de vida en las artes, analizo un poco el cómo, el medio que se utiliza para expresar dicha emoción o sensación generalizada. Rand dice que en una obra de arte existen dos elementos distintos que deben integrarse: uno es el tema y el otro es el estilo. El artista decide qué va a simbolizar, uno, y dos, cómo lo va a simbolizar. El tema representa la visión existencial, la metafísica del artista. El estilo representa su psico-epistemología. Concluyo este artículo mostrando como ejemplo dos obras de arte con el mismo tema fundamental, aunque el juicio de valor metafísico varía según cómo se presenta la figura humana, con dos psico-epistemologías totalmente distintas desembocando en dos diferentes sentidos de vida. El tema que elegí fue la Pietá. Analizo primero una obra Gótica de la Virgen velando el cuerpo de Cristo, cuyos aspectos más enfatizados eran la anatomía desproporcionada, con una expresión facial tortuosa y tormento físico. El sufrimiento como un ideal o sufrimiento como castigo fue todo lo que el arte medieval ofreció a sus héroes o pecadores aquí en la tierra; un sentido de vida de derrota, de miedo existencial, de culpa.

Röttgen Pietá, c. 1300-25, madera pintada, 34 1/ 2 ” de alto. Rheinisches Landesmuseum, Bonn, Alemania.

En el Renacimiento renace la esperanza humanística. El misticismo, que había invadido cada aspecto de la vida y cultura medieval, perdió su influencia en la mente del hombre. El hombre ya no es visto como una imagen monstruosa y depravada, en cambio se ve al hombre como hecho a la imagen de Dios. La belleza e inteligencia fueron valores a alcanzar nuevamente. Un renacer de la razón y lo concerniente a esta tierra, era la base de todos los logros del Renacimiento. Ambos, la escultura y el espíritu griego permanecieron enterrados hasta el Renacimiento, cuya metafísica y epistemología eran esencialmente Aristotélicas, y en cuya época, desde la ciencia, a la literatura y al arte, reflejaban la visión, donde el hombre era un ser de valor, capaz de entender el universo, y que valía la pena estudiarlo e interesarse por él. Era un ser que podía nuevamente alcanzar grandeza. El sentido de vida de las mejores esculturas de esta época expresa una visión heroica del ser humano. El estilo es de un cuasi realismo absoluto y la piel era tratada de la manera más fina, talladas y pulidas con las técnicas más depuradas y excelentes en los mármoles más finos.

La Pietá, 1499. Mármol, altura174cm. Incluyendo la base 195cm. San Pedro, Roma.

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