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El abordaje de la literatura latinoamericana (1)

Redacción República
06 de agosto, 2017

Fredy Portillo es el uno de los columnistas de literatura de República, encuentre un texto nuevo, cada domingo.

 Analizar la literatura latinoamericana es plantear un escenario demasiado ambicioso, no solo por la enorme cantidad de creación que ha surgido en miles de kilómetros desde el sur de los Estados Unidos hasta la Patagonia, sino también por la compleja y heterogénea conformación de sus sociedades, que fueron producto de miles de combinaciones genéticas, culturales y lingüísticas, entre otras.

Latinoamérica es la patria grande del mestizaje. Las cosmogonías maya y azteca, con sus cantos nostálgicos y su paciencia ancestral para conocer el Universo, así como las costumbres y tradiciones orales de los pueblos originarios de Perú, Chile, Brasil y Argentina, se fusionaron con la sangre castellana, y en muchos casos también con la africana cuyos descendientes también poblaron el Caribe y las Antillas.

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En ese sentido, América se parece a un caudal violento de elementos diversos que confluyeron durante la conquista y la colonia, dando origen las primeras comunidades del continente, en las cuales coexisten individuos de todas los colores, tamaños, pensamientos y cosmogonías que dieron vida a ese colorario majestuoso que es la raza latina.

Una gama tan variada es una tierra fértil e inagotable de historias entrecuzadas de miles de seres humanos que, como fruto de ese mestizaje violento, se quedaron huérfanos de una herencia cultural completa por lo que expulsados de sus orígenes empezaron a vagar por la historia para tratar de encontrarse.

“Por la afinidad del paisaje, por la formación, por la ontología, por la presencia fáustica del indio y del negro, por la Revolución que constituyó su reciente descubrimiento, por los profundos mestizajes que provocó, América está lejos de haber agotado su caudal de mitologías”, advierte en 1948, en el prólogo de la novela El reino de este mundo.

Estas mitologías continúan sorprendiendo, 70 años después, a quienes buscan historias que contar en un mundo lleno de complejidades y de absurdos sobre los cuales se basa la convivencia de las sociedades latinoamericanas modernas, que a pesar de su imperfección no pierden su soberbia y pujanza, tal y como sucedió hace 200 años.

L a novela, entonces, ha intentado descubrir al verdadero ser latinoamericano pues para ello no es suficiente la historia oficial, la cual guarda bajo reserva ciertos componentes subjetivos, que explican el ayer y pueden delinear el futuro.

Para ello, sirve la literatura, pues como un producto social logra reestablecer los cabos que la teoría científica ha dejado sueltos y con lo cual todo empieza a tomar sentido. Pero para descubrirlos es imperativo dedicarse al oficio de una lectura permanente con la mente bien abierta y el ánimo dispuesto.

El abordaje de la literatura latinoamericana (1)

Redacción República
06 de agosto, 2017

Fredy Portillo es el uno de los columnistas de literatura de República, encuentre un texto nuevo, cada domingo.

 Analizar la literatura latinoamericana es plantear un escenario demasiado ambicioso, no solo por la enorme cantidad de creación que ha surgido en miles de kilómetros desde el sur de los Estados Unidos hasta la Patagonia, sino también por la compleja y heterogénea conformación de sus sociedades, que fueron producto de miles de combinaciones genéticas, culturales y lingüísticas, entre otras.

Latinoamérica es la patria grande del mestizaje. Las cosmogonías maya y azteca, con sus cantos nostálgicos y su paciencia ancestral para conocer el Universo, así como las costumbres y tradiciones orales de los pueblos originarios de Perú, Chile, Brasil y Argentina, se fusionaron con la sangre castellana, y en muchos casos también con la africana cuyos descendientes también poblaron el Caribe y las Antillas.

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En ese sentido, América se parece a un caudal violento de elementos diversos que confluyeron durante la conquista y la colonia, dando origen las primeras comunidades del continente, en las cuales coexisten individuos de todas los colores, tamaños, pensamientos y cosmogonías que dieron vida a ese colorario majestuoso que es la raza latina.

Una gama tan variada es una tierra fértil e inagotable de historias entrecuzadas de miles de seres humanos que, como fruto de ese mestizaje violento, se quedaron huérfanos de una herencia cultural completa por lo que expulsados de sus orígenes empezaron a vagar por la historia para tratar de encontrarse.

“Por la afinidad del paisaje, por la formación, por la ontología, por la presencia fáustica del indio y del negro, por la Revolución que constituyó su reciente descubrimiento, por los profundos mestizajes que provocó, América está lejos de haber agotado su caudal de mitologías”, advierte en 1948, en el prólogo de la novela El reino de este mundo.

Estas mitologías continúan sorprendiendo, 70 años después, a quienes buscan historias que contar en un mundo lleno de complejidades y de absurdos sobre los cuales se basa la convivencia de las sociedades latinoamericanas modernas, que a pesar de su imperfección no pierden su soberbia y pujanza, tal y como sucedió hace 200 años.

L a novela, entonces, ha intentado descubrir al verdadero ser latinoamericano pues para ello no es suficiente la historia oficial, la cual guarda bajo reserva ciertos componentes subjetivos, que explican el ayer y pueden delinear el futuro.

Para ello, sirve la literatura, pues como un producto social logra reestablecer los cabos que la teoría científica ha dejado sueltos y con lo cual todo empieza a tomar sentido. Pero para descubrirlos es imperativo dedicarse al oficio de una lectura permanente con la mente bien abierta y el ánimo dispuesto.