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#ForObjetivista: filosofía en los negocios

María Dolores Arias
08 de agosto, 2017

Ayer tuve la oportunidad, en el #ForObjetivista, de dar una conferencia sobre la relación entre La rebelión de Atlas y los negocios. Este foro, que hoy continúa, es una valiosa oportunidad para discutir sobre las ideas que te ayudan vivir feliz y plenamente en esta tierra.

La rebelión de Atlas es la magnum opus de Ayn Rand, dicha obra le tomó doce años escribirla y en ella plasma, a través de las acciones de sus personajes, los principios fundamentales de la filosofía que desarrolló a la cual llamó “Objetivismo”. A lo largo de la historia trata temas que conciernen a la vida diaria desde tener un propósito en la vida hasta las consecuencias de la moral altruista donde cualquiera es sacrificable.

En el ámbito de los negocios es muy importante tener claras las ideas, y en especial, identificar la filosofía con la que interactúas en el mundo, reconocer la moral que guía tus acciones. ¿Con cuáles ideas te identificas como empresario? ¿Eres sacrificable? ¿Tus derechos están supeditados a la aprobación del resto? ¿Son permisos que te otorga la mayoría? ¿Tu libertad de acción está sujeta a consultas populares o impopulares?  En tus respuestas puedes tener una pista de tu filosofía y cómo actúas en el mundo no sólo de los negocios sino en tu vida diaria.

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La ausencia de una filosofía identificada, consistente y sin contradicciones se refleja claramente en los casos donde los empresarios han sido extorsionados para no perder lo que es suyo. También se refleja en el caso de aquellos, mercantilistas, que han sobornado a los políticos para conseguir lo que no se han ganado.

En el caso de los extorsionados, es tal la contradicción que consideran “normal” darle a los saqueadores parte de lo que es suyo bajo amenaza de perderlo todo, consideran “normal” entregar coimas a cambio de contratos estatales.

No entienden, como le pasó en la novela a Hank Rearden, que “no hay conflicto de intereses entre hombres que no demandan lo que no han ganado y que no practican sacrificios humanos.” Aceptan como “bueno”, “normal” y hasta “correcto” que para hacer negocios con el gobierno se deba ceder a los chantajes.

Se visualizan como animales sacrificables o por lo menos huésped de los parásitos que cual sanguijuelas le succionan la riqueza necesaria para vivir bien sin matar al huésped. Desconocen que existe una forma moral de hacer negocios y se resignan a vivir bajo esa filosofía. Otros prefieren acomodarse y subsistir que hacer el esfuerzo por resolver sus contradicciones y vivir acorde a su naturaleza racional.

En el caso de los mercantilistas, su moral se basa en el saqueo y la expoliación. Usan su mente para expoliar, para aliarse con el político y quedarse, impunemente, con la riqueza que otros producen. Consideran a los demás como animales de sacrificio, como piezas intercambiables en sus negociaciones. Utilizan su conocimiento y poder no para producir sino para saquear, consideran estúpido a quien no lo hace, por consiguiente se consideran listos y sagaces cuando se asocian en contubernio con los políticos de turno en el poder.

Es importante que en lo individual identifiquemos nuestra filosofía, que comprendamos qué código moral nos ayuda a vivir bien y no aceptemos ser tratados como animales sacrificables. Que tengamos tratos con quienes solo aceptan lo que se han ganado en intercambios libres y voluntarios.

Por el bien propio, de su familia y para que pueda vivir en una sociedad que premia al virtuoso y castiga al vicioso, es importante que analice  el código moral que acepta como propio.  Para finalizar, le dejo esta reflexión de John Galt en La rebelión de Atlas: “Comprendí que llega un punto, en la derrota de todo ser virtuoso, en que su consentimiento es necesario para que el mal triunfe… y que ningún tipo de daño que le hagan los demás puede tener éxito si él decide negar su consentimiento. Comprendí que podía poner fin a sus atropellos pronunciando una simple palabra en mi mente. La pronuncié. La palabra es: ‘No’.”

@Md30

Facebook.com/Mda30

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

#ForObjetivista: filosofía en los negocios

María Dolores Arias
08 de agosto, 2017

Ayer tuve la oportunidad, en el #ForObjetivista, de dar una conferencia sobre la relación entre La rebelión de Atlas y los negocios. Este foro, que hoy continúa, es una valiosa oportunidad para discutir sobre las ideas que te ayudan vivir feliz y plenamente en esta tierra.

La rebelión de Atlas es la magnum opus de Ayn Rand, dicha obra le tomó doce años escribirla y en ella plasma, a través de las acciones de sus personajes, los principios fundamentales de la filosofía que desarrolló a la cual llamó “Objetivismo”. A lo largo de la historia trata temas que conciernen a la vida diaria desde tener un propósito en la vida hasta las consecuencias de la moral altruista donde cualquiera es sacrificable.

En el ámbito de los negocios es muy importante tener claras las ideas, y en especial, identificar la filosofía con la que interactúas en el mundo, reconocer la moral que guía tus acciones. ¿Con cuáles ideas te identificas como empresario? ¿Eres sacrificable? ¿Tus derechos están supeditados a la aprobación del resto? ¿Son permisos que te otorga la mayoría? ¿Tu libertad de acción está sujeta a consultas populares o impopulares?  En tus respuestas puedes tener una pista de tu filosofía y cómo actúas en el mundo no sólo de los negocios sino en tu vida diaria.

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La ausencia de una filosofía identificada, consistente y sin contradicciones se refleja claramente en los casos donde los empresarios han sido extorsionados para no perder lo que es suyo. También se refleja en el caso de aquellos, mercantilistas, que han sobornado a los políticos para conseguir lo que no se han ganado.

En el caso de los extorsionados, es tal la contradicción que consideran “normal” darle a los saqueadores parte de lo que es suyo bajo amenaza de perderlo todo, consideran “normal” entregar coimas a cambio de contratos estatales.

No entienden, como le pasó en la novela a Hank Rearden, que “no hay conflicto de intereses entre hombres que no demandan lo que no han ganado y que no practican sacrificios humanos.” Aceptan como “bueno”, “normal” y hasta “correcto” que para hacer negocios con el gobierno se deba ceder a los chantajes.

Se visualizan como animales sacrificables o por lo menos huésped de los parásitos que cual sanguijuelas le succionan la riqueza necesaria para vivir bien sin matar al huésped. Desconocen que existe una forma moral de hacer negocios y se resignan a vivir bajo esa filosofía. Otros prefieren acomodarse y subsistir que hacer el esfuerzo por resolver sus contradicciones y vivir acorde a su naturaleza racional.

En el caso de los mercantilistas, su moral se basa en el saqueo y la expoliación. Usan su mente para expoliar, para aliarse con el político y quedarse, impunemente, con la riqueza que otros producen. Consideran a los demás como animales de sacrificio, como piezas intercambiables en sus negociaciones. Utilizan su conocimiento y poder no para producir sino para saquear, consideran estúpido a quien no lo hace, por consiguiente se consideran listos y sagaces cuando se asocian en contubernio con los políticos de turno en el poder.

Es importante que en lo individual identifiquemos nuestra filosofía, que comprendamos qué código moral nos ayuda a vivir bien y no aceptemos ser tratados como animales sacrificables. Que tengamos tratos con quienes solo aceptan lo que se han ganado en intercambios libres y voluntarios.

Por el bien propio, de su familia y para que pueda vivir en una sociedad que premia al virtuoso y castiga al vicioso, es importante que analice  el código moral que acepta como propio.  Para finalizar, le dejo esta reflexión de John Galt en La rebelión de Atlas: “Comprendí que llega un punto, en la derrota de todo ser virtuoso, en que su consentimiento es necesario para que el mal triunfe… y que ningún tipo de daño que le hagan los demás puede tener éxito si él decide negar su consentimiento. Comprendí que podía poner fin a sus atropellos pronunciando una simple palabra en mi mente. La pronuncié. La palabra es: ‘No’.”

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República es ajena a la opinión expresada en este artículo