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La debilidad del nombre y apellido; CICIG y MP

Redacción
26 de agosto, 2017

Mucho se ha dicho ya del escándalo entre el Ejecutivo y la CICIG; Jimmy Morales e Iván Velásquez. Las redes sociales explotaron a favor del comisionado, el hashtag #IvanSeQueda fue trending topic, la aceptación del presidente descendió, todos los medios hablaron del tema y la Fiscal General del Ministerio Público, Thelma Aldana, “amenazó” con abandonar su cargo si acaso se atendieran las supuestas peticiones de Morales para destituir a Velásquez.   

Dentro de este chirmol típico guatemalteco, hay un aspecto que ha llamado mi atención. La debilidad de Sector Justicia ha quedado expuesta una vez más, por una vieja  costumbre muy guatemalteca: instituciones débiles que dependen al cien por ciento de una persona. Da la impresión de que el MP y la CICIG funcionan solamente por sus dirigentes. La opinión pública y el “clamor guatemalteco” sugiere, indirectamente quizás, que  si “Iván se larga” la CICIG se quiebra. Lo mismo con Thelma Aldana, quien al amenazar que se retira de su cargo si el comisionado es destituido, da un mensaje claro: el MP como lo hemos conocido en estos años no funciona sin Aldana, quien no funciona sin Velásquez.  

El problema entonces no es quién se va o quién se queda. El problema pareciera estar en que las instituciones son tan débiles que dependen de un nombre y un apellido para funcionar, de lo contario mueren o se corrompen. Velásquez y Aldana no son vitalicios, jamás lo fueron y jamás lo serán (por el bien de una democracia que limita el poder). Esto es un hecho. Entonces, ¿por qué la CICIG y el MP dependen de ellos para funcionar? ¿Cuál es el plan? ¿Desmoronarse cuando el nombre y el apellido sea distinto? ¿Es esto cierto? Puede que no, y esperaría que no, pero este tipo de escándalos y reacciones prematuras de ambos lados (Ejecutivo y MP/CICIG) provoca más dudas y nos da más argumentos para volcarnos a un sí como respuesta.

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El buen liderazgo no está en dar una buena cara y funcionar mientras se esté al mando. El liderazgo como tal sugiere sentar las bases para que cualquier institución funcione y sobreviva sin depender al cien por ciento de sus futuros dirigentes. No me malinterpreten, por supuesto que las cabezas son importantes y, de cierta forma, pilotean la nave. Pero no deberían, a mi parecer, ser el motor de la nave.  ¿Me explico?

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

La debilidad del nombre y apellido; CICIG y MP

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26 de agosto, 2017

Mucho se ha dicho ya del escándalo entre el Ejecutivo y la CICIG; Jimmy Morales e Iván Velásquez. Las redes sociales explotaron a favor del comisionado, el hashtag #IvanSeQueda fue trending topic, la aceptación del presidente descendió, todos los medios hablaron del tema y la Fiscal General del Ministerio Público, Thelma Aldana, “amenazó” con abandonar su cargo si acaso se atendieran las supuestas peticiones de Morales para destituir a Velásquez.   

Dentro de este chirmol típico guatemalteco, hay un aspecto que ha llamado mi atención. La debilidad de Sector Justicia ha quedado expuesta una vez más, por una vieja  costumbre muy guatemalteca: instituciones débiles que dependen al cien por ciento de una persona. Da la impresión de que el MP y la CICIG funcionan solamente por sus dirigentes. La opinión pública y el “clamor guatemalteco” sugiere, indirectamente quizás, que  si “Iván se larga” la CICIG se quiebra. Lo mismo con Thelma Aldana, quien al amenazar que se retira de su cargo si el comisionado es destituido, da un mensaje claro: el MP como lo hemos conocido en estos años no funciona sin Aldana, quien no funciona sin Velásquez.  

El problema entonces no es quién se va o quién se queda. El problema pareciera estar en que las instituciones son tan débiles que dependen de un nombre y un apellido para funcionar, de lo contario mueren o se corrompen. Velásquez y Aldana no son vitalicios, jamás lo fueron y jamás lo serán (por el bien de una democracia que limita el poder). Esto es un hecho. Entonces, ¿por qué la CICIG y el MP dependen de ellos para funcionar? ¿Cuál es el plan? ¿Desmoronarse cuando el nombre y el apellido sea distinto? ¿Es esto cierto? Puede que no, y esperaría que no, pero este tipo de escándalos y reacciones prematuras de ambos lados (Ejecutivo y MP/CICIG) provoca más dudas y nos da más argumentos para volcarnos a un sí como respuesta.

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