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“No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”

Redacción
02 de septiembre, 2017

Dos semanas de desorden. Un presidente mal asesorado luchando contra un comisionado que quizás nunca debió estar en el país. Medios de comunicación llenándose con el huracán de sensacionalismo. Una comunidad internacional gozándose la novela como estreno de temporada en Netflix. Y una ciudadanía víctima del temblor, corriendo de un lugar a otro, saltando de bando en bando, cayendo en una batalla ideológica innecesaria, retrocediendo un par de décadas en la historia, destrozándose en las redes sociales y manifestándose sin claridad en una plaza prostituida.

Más allá de que si Iván Velásquez debería permanecer en Guatemala o no porque quizás se haya extralimitado de sus funciones como comisionado. Más allá de que si debió haber una CICIG en nuestro país o no. Más allá de que si el presidente no siguió todos los procesos legales para que su declaración de non grato tuviese efecto. Más allá de que si el presidente posiblemente esté envuelto en un caso de corrupción. Más allá de lo que sea, nosotros estamos llamados a mantener la cordura. ¡Tenemos que ser capaces de poder debatir y expresarnos sin tirarnos encima de quien piensa distinto!

Pareciera que vivimos en una época en la que defendemos con garras la libertad de expresión, pero si alguien dice algo que no compartimos, estamos dispuestos a atacarlo con las mismas garras, dando los golpes más bajos y utilizando las armas más desastrosas (en sentido verbal, por el momento). ¿Dónde está la coherencia? Soy partidario de la frase de Voltaire: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”. ¿Qué tal si aplicamos esto a partir de hoy?

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La turbulencia que vivimos estas dos semanas puede ser beneficiosa si sabemos ver el lado positivo. Vendrán más tormentas y sorpresas; vivimos en Guatemala, el país del eterno drama, y es por esto que tenemos que aprender a reaccionar. Necesitamos escuchar, informarnos (eso incluye la correcta elección de la fuente) y dialogar. Ningún resultado exitoso ha surgido de gritos e insultos ciegos y sordos. Dejaremos de ser un escándalo cuando aprendamos a comportarnos y solo después de eso podremos exigir autoridades competentes, estadistas en vez de políticos, y quizás así podamos, al fin, encargarnos de nuestra justicia sin la necesidad de entes internacionales diciéndonos como hacer las cosas, cual país inmaduro en la edad de piedra.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

“No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”

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02 de septiembre, 2017

Dos semanas de desorden. Un presidente mal asesorado luchando contra un comisionado que quizás nunca debió estar en el país. Medios de comunicación llenándose con el huracán de sensacionalismo. Una comunidad internacional gozándose la novela como estreno de temporada en Netflix. Y una ciudadanía víctima del temblor, corriendo de un lugar a otro, saltando de bando en bando, cayendo en una batalla ideológica innecesaria, retrocediendo un par de décadas en la historia, destrozándose en las redes sociales y manifestándose sin claridad en una plaza prostituida.

Más allá de que si Iván Velásquez debería permanecer en Guatemala o no porque quizás se haya extralimitado de sus funciones como comisionado. Más allá de que si debió haber una CICIG en nuestro país o no. Más allá de que si el presidente no siguió todos los procesos legales para que su declaración de non grato tuviese efecto. Más allá de que si el presidente posiblemente esté envuelto en un caso de corrupción. Más allá de lo que sea, nosotros estamos llamados a mantener la cordura. ¡Tenemos que ser capaces de poder debatir y expresarnos sin tirarnos encima de quien piensa distinto!

Pareciera que vivimos en una época en la que defendemos con garras la libertad de expresión, pero si alguien dice algo que no compartimos, estamos dispuestos a atacarlo con las mismas garras, dando los golpes más bajos y utilizando las armas más desastrosas (en sentido verbal, por el momento). ¿Dónde está la coherencia? Soy partidario de la frase de Voltaire: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”. ¿Qué tal si aplicamos esto a partir de hoy?

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República es ajena a la opinión expresada en este artículo