Uno de octubre, cuando todos recuerdan los niños que alguna vez fueron y desean traer al presente esa idea infantil y optimista de vivir sin imposibles. Y no es que diga que eso este mal, para nada, solo opino que si pensamos en los niños que fuimos alguna vez y pudiéramos hacer algo, le daríamos ánimos y sobre todo lucharíamos porque no se sienta nunca vulnerable.

Ojalá pensáramos eso mismo para los niños del presente en Guatemala. Dentro de nuestro país, no hay que irse muy lejos para verlo, nuestros niños hacen de todo excepto ser niños. No se preocupan por la tarea de colegio o escuela, ni por pensar en la noche antes de dormir que jugarán a día siguiente en el patio del lugar. Ellos se preocupan por conseguir dinero y así poder aportar a su casa, por ayudar a criar, o hacerlo de lleno, a sus hermanos más pequeños. Ellos no piensan si de grandes pueden llegar a jugar fútbol tan bien como lo hace Messi o Cristiano Ronaldo. Ellos no pueden pensar en nada que los aleje de su vida responsable. Trabajan en condiciones inimaginables para muchos de nosotros. Tienen que pasar lo que sea que el clima traiga bajo la “protección” de un semáforo.

Hace poco leí una noticia que me partió el corazón y fue que un niño murió al ser arrollado mientras trabajaba. ¿De qué trabajaba? Rellenando baches, en una carretera. Un trabajo pesado, seguramente mal pagado y además mortal. Los niños no están hechos para trabajar, ellos deben de ir a estudiar, para aprender más y aprovechar desde muy temprano las mentes despiertas que tanto los caracteriza. No para trabajar.

Me llena un sentimiento de tristeza al pensar que los seres que más deberíamos de proteger entre todos, estén condenados a ser los más vulnerables Y se pone aún peor la cosa cuando recordamos que no es solamente son “presa fácil” de los trabajos mal pagados, sino que también están en constante peligro de ser reclutados por maras y conformarse con un destino cruel a cambio de conseguir dinero “fácilmente. Duele darse cuenta de lo duro que puede llegar a ser el mundo con los más pequeños. Exigir una vida de calidad para los más pequeños es también ejercer ciudadanía.

Es nuestro deber formar parte de una sociedad que no les arranque los sueños a los niños, sino que ayude a cuidarles los sueños. Y a nosotros desde el papel de grandes nos toca apoyar a los que tenemos cerca para que cumplan sus sueños y para que sepan desde ahora que son el presente de nuestro país.
Ojalá este día del niño haya más pequeños en heladerías, cines, restaurantes y haciendo tarea de la escuela. Que niños siendo cuidados por un semáforo.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo