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¿Quién se pone en la fila?

José Carlos Ortega
07 de octubre, 2017

…hay varios asuntos que me causan demasiado problema: perder los principios de la justicia con tal de obtener justicia, porque eso termina – como ya está pasando – mal.

Los que me conocen saben que no soy fan, ni un poquito del alcalde y expresidente Álvaro Enrique Arzú Irigoyen. He escrito en contra de sus actuaciones, como por ejemplo su incitación a la violencia, que fue todo un chiste, ¿o tal vez la resolución de la juez fue la broma de mal gusto? No me gusta muchas de sus actuaciones que no son transparentes, que esconden saber qué cosas (aunque todos sepamos qué es…), no me gustó la forma en que negoció las privatizaciones, no me parece cómo se hizo del Estado un botín durante su periodo, ni sus reseñas a las mujeres, como en la conferencia organizada por Fundación Esquipulas el año pasado. He trabajado para su salida del Palacio de la Loba, arduamente, con muchas horas de trabajo e inversión personal. Me negué a coparticipar en alianza con él. Debo reconocer, con profundo dolor, que además de ser posiblemente, el político más exitoso de nuestro país, ha tenido resultados en varias áreas; que sabe leer al electorado, y pese la multitud de sus actuaciones abusivas, de su trato a damas y periodistas (por cierto, ¿será que sólo yo me di cuenta como tocó a la reportera de CNN en la entrevista improvisada al salir del Ministerio Público?), de sus actos sumamente dudosos, tiene resultados, lo que posiblemente nos lleva a recordar el famoso dicho: “en el país de los ciegos, el tuerto es rey”. Podría pasar todo un día escribiendo de los actos dudosos y otros muy equivocados del alcalde, pero hoy no se trata de eso.

Critiqué también como el presidente Jimmy Morales ha estado buscando apoyo, y lo ha encontrado, posiblemente con las personas menos adecuadas, como por ejemplo la dinastía Arzú y todo su equipo estratégico y de comunicación, con los ganaderos y otros con más mala imagen que buena.

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También, tratando de ser lo más objetivo posible, y conociendo la condición humana de no serlo completamente, he aplaudido el combate a la corrupción y un poquito a la impunidad (los niveles siguen por arriba del 90% – eso no se puede llamar reducción de la impunidad). Reconozco, tristemente, que solo con los Ministerios Públicos recientes, no se hubiera logrado las investigaciones existentes, las acusaciones y algunos resultados en ese sentido. Entiendo que la CICIG es como el hospital que necesita un enfermo cuando necesita cuidados especializados en cuestión de salud, pero que no es la forma normal de vivir, ¡nadie quiere vivir en un hospital!

Pero… hay varios asuntos que me causan demasiado problema: perder los principios de la justicia con tal de obtener justicia, porque eso termina – como ya está pasando – mal. Cuando un poder obtiene demasiado poder, lo único seguro que va a pasar es que va a abusar. Cuando los ciudadanos, las personas, el Estado renunció a velar una solución para sus problemas, cedió poder y autoridad, y seguramente, al no limitar a quien se lo daba, iba a ser abusado. Desgraciadamente, cada vez que veo la actuación de CICIG, la embajada de los Estados Unidos de América – pese a que admiro muchos de los valores, normas y principios de cómo se fundó ese país y cómo se mantiene -, los países amigos… y otros que quieren imponer sus soluciones a nuestro país, por medio de la coacción, veo más el maquiavélico estilo “del fin justifica los medios” y no el fin y los medios correctos y morales, respetando los principios de justicia.

Si los encargados de hacer justicia realizan actos abusivos, fuera del respeto de los principios de justicia, terminan actuando tan mal como aquellos que persiguen, tal cual escuadrones de la muerte. Los derechos de justicia son irrenunciables y su violencia es un linchamiento que no debe ser aceptado, porque si hoy abusan de uno, mañana abusarán de todos, convirtiéndose en los dictadores de la justicia.

Defender algunas de las situaciones que suceden con el presidente de la República, su familia, o con el alcalde Arzú, sobre el debido proceso, la politización de la justicia, la judicialización de la política, la falta de ecuanimidad, la polarización, y otra muy importante, como la independencia y autonomía judicial, puede ponerlo al frente de la lista de las investigaciones.

Si la CICIG y el Ministerio Público, de veras, quieren rescatar el trabajo correcto que han realizado, deben someterse a los principios universales de la justicia, hacer las cosas correctas siempre y empezar a destapar casos que ya tienen listos, en contra de políticos de otra ideología. (Y CICIG, debe considerar que su mejor legado no es quedarse para siempre, sino trasladar las competencias para que el enfermo salga de la enfermedad…)
Sígame y coménteme en Twitter: @josekrlos

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

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07 de octubre, 2017

…hay varios asuntos que me causan demasiado problema: perder los principios de la justicia con tal de obtener justicia, porque eso termina – como ya está pasando – mal.

Los que me conocen saben que no soy fan, ni un poquito del alcalde y expresidente Álvaro Enrique Arzú Irigoyen. He escrito en contra de sus actuaciones, como por ejemplo su incitación a la violencia, que fue todo un chiste, ¿o tal vez la resolución de la juez fue la broma de mal gusto? No me gusta muchas de sus actuaciones que no son transparentes, que esconden saber qué cosas (aunque todos sepamos qué es…), no me gustó la forma en que negoció las privatizaciones, no me parece cómo se hizo del Estado un botín durante su periodo, ni sus reseñas a las mujeres, como en la conferencia organizada por Fundación Esquipulas el año pasado. He trabajado para su salida del Palacio de la Loba, arduamente, con muchas horas de trabajo e inversión personal. Me negué a coparticipar en alianza con él. Debo reconocer, con profundo dolor, que además de ser posiblemente, el político más exitoso de nuestro país, ha tenido resultados en varias áreas; que sabe leer al electorado, y pese la multitud de sus actuaciones abusivas, de su trato a damas y periodistas (por cierto, ¿será que sólo yo me di cuenta como tocó a la reportera de CNN en la entrevista improvisada al salir del Ministerio Público?), de sus actos sumamente dudosos, tiene resultados, lo que posiblemente nos lleva a recordar el famoso dicho: “en el país de los ciegos, el tuerto es rey”. Podría pasar todo un día escribiendo de los actos dudosos y otros muy equivocados del alcalde, pero hoy no se trata de eso.

Critiqué también como el presidente Jimmy Morales ha estado buscando apoyo, y lo ha encontrado, posiblemente con las personas menos adecuadas, como por ejemplo la dinastía Arzú y todo su equipo estratégico y de comunicación, con los ganaderos y otros con más mala imagen que buena.

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También, tratando de ser lo más objetivo posible, y conociendo la condición humana de no serlo completamente, he aplaudido el combate a la corrupción y un poquito a la impunidad (los niveles siguen por arriba del 90% – eso no se puede llamar reducción de la impunidad). Reconozco, tristemente, que solo con los Ministerios Públicos recientes, no se hubiera logrado las investigaciones existentes, las acusaciones y algunos resultados en ese sentido. Entiendo que la CICIG es como el hospital que necesita un enfermo cuando necesita cuidados especializados en cuestión de salud, pero que no es la forma normal de vivir, ¡nadie quiere vivir en un hospital!

Pero… hay varios asuntos que me causan demasiado problema: perder los principios de la justicia con tal de obtener justicia, porque eso termina – como ya está pasando – mal. Cuando un poder obtiene demasiado poder, lo único seguro que va a pasar es que va a abusar. Cuando los ciudadanos, las personas, el Estado renunció a velar una solución para sus problemas, cedió poder y autoridad, y seguramente, al no limitar a quien se lo daba, iba a ser abusado. Desgraciadamente, cada vez que veo la actuación de CICIG, la embajada de los Estados Unidos de América – pese a que admiro muchos de los valores, normas y principios de cómo se fundó ese país y cómo se mantiene -, los países amigos… y otros que quieren imponer sus soluciones a nuestro país, por medio de la coacción, veo más el maquiavélico estilo “del fin justifica los medios” y no el fin y los medios correctos y morales, respetando los principios de justicia.

Si los encargados de hacer justicia realizan actos abusivos, fuera del respeto de los principios de justicia, terminan actuando tan mal como aquellos que persiguen, tal cual escuadrones de la muerte. Los derechos de justicia son irrenunciables y su violencia es un linchamiento que no debe ser aceptado, porque si hoy abusan de uno, mañana abusarán de todos, convirtiéndose en los dictadores de la justicia.

Defender algunas de las situaciones que suceden con el presidente de la República, su familia, o con el alcalde Arzú, sobre el debido proceso, la politización de la justicia, la judicialización de la política, la falta de ecuanimidad, la polarización, y otra muy importante, como la independencia y autonomía judicial, puede ponerlo al frente de la lista de las investigaciones.

Si la CICIG y el Ministerio Público, de veras, quieren rescatar el trabajo correcto que han realizado, deben someterse a los principios universales de la justicia, hacer las cosas correctas siempre y empezar a destapar casos que ya tienen listos, en contra de políticos de otra ideología. (Y CICIG, debe considerar que su mejor legado no es quedarse para siempre, sino trasladar las competencias para que el enfermo salga de la enfermedad…)
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República es ajena a la opinión expresada en este artículo