Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

Las historias de los abuelos

Redacción
21 de octubre, 2017

Uno de mis escapes favoritos de la turbulencia en la que vivimos es sentarme a escuchar las fascinantes historias de mi abuelo. Su voz, sus gestos, su mirada… la manera de relatar sus memorias hacen de mi abuelo el mejor storyteller que he conocido. A menudo me cobijo en aquellas anécdotas de la Guatemala de hace setenta-ochenta años que, contadas de tal forma, despiertan en mi un impulso insaciable de querer vivir en esa época. Pocos podrán contradecirme: hay algo en las historias de los abuelos que nos hacen creer que ese tiempo en que vivían era, definitivamente, el mejor de todos. Quizá sea su manera de narrar la vida cotidiana en aquella Ciudad de Guatemala que ya es cosa del pasado, o tal vez sean las descripciones de esos paisajes abarrotados de junglas vírgenes en el interior del país. Puede ser que se deba al entusiasmo con el que se hablan de la patria en “aquel entonces”, o a la tranquilidad y paz que transmiten sus vivencias. Sea por la razón que sea, una cosa es cierta: los abuelos saben transmitirnos esos “años dorados”.

Pero los tiempos cambian. Por más común que sea esta frase, su popularidad se debe a la veracidad que alberga. No hay segundo igual a otro y el ser humano llegó al mundo para cambiar su entorno; modificar su espacio. Las historias de los abuelos pueden ser geniales, pero está en nuestras manos crear nuevas para poder transmitir ese mismo sentimiento de genialidad a las generaciones venideras.

Partiendo del escandaloso escenario político al que estamos sometidos los guatemaltecos, considero que solo nos queda extraer aquellos momentos dorados de las generaciones pasadas y pensar de qué manera podemos sembrarlos en nuestro presente, que es el que nos ha tocado vivir. Las memorias de mi sabio abuelito no serían tan geniales de no ser por esas generaciones más antiguas que se preocuparon por el futuro y que pensaron en las historias que contarían sus hijos a los hijos de sus hijos.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

La pregunta es, ¿qué tan seguido pensamos en la calidad de relatos que les permitiremos contar a nuestros hijos? ¿qué tanto nos esforzamos por mejorar nuestro entorno con miras a un mejor destino? He ahí una de las claves de nuestro progreso o declive, no solo como sociedad o país, pero como especie.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Las historias de los abuelos

Redacción
21 de octubre, 2017

Uno de mis escapes favoritos de la turbulencia en la que vivimos es sentarme a escuchar las fascinantes historias de mi abuelo. Su voz, sus gestos, su mirada… la manera de relatar sus memorias hacen de mi abuelo el mejor storyteller que he conocido. A menudo me cobijo en aquellas anécdotas de la Guatemala de hace setenta-ochenta años que, contadas de tal forma, despiertan en mi un impulso insaciable de querer vivir en esa época. Pocos podrán contradecirme: hay algo en las historias de los abuelos que nos hacen creer que ese tiempo en que vivían era, definitivamente, el mejor de todos. Quizá sea su manera de narrar la vida cotidiana en aquella Ciudad de Guatemala que ya es cosa del pasado, o tal vez sean las descripciones de esos paisajes abarrotados de junglas vírgenes en el interior del país. Puede ser que se deba al entusiasmo con el que se hablan de la patria en “aquel entonces”, o a la tranquilidad y paz que transmiten sus vivencias. Sea por la razón que sea, una cosa es cierta: los abuelos saben transmitirnos esos “años dorados”.

Pero los tiempos cambian. Por más común que sea esta frase, su popularidad se debe a la veracidad que alberga. No hay segundo igual a otro y el ser humano llegó al mundo para cambiar su entorno; modificar su espacio. Las historias de los abuelos pueden ser geniales, pero está en nuestras manos crear nuevas para poder transmitir ese mismo sentimiento de genialidad a las generaciones venideras.

Partiendo del escandaloso escenario político al que estamos sometidos los guatemaltecos, considero que solo nos queda extraer aquellos momentos dorados de las generaciones pasadas y pensar de qué manera podemos sembrarlos en nuestro presente, que es el que nos ha tocado vivir. Las memorias de mi sabio abuelito no serían tan geniales de no ser por esas generaciones más antiguas que se preocuparon por el futuro y que pensaron en las historias que contarían sus hijos a los hijos de sus hijos.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

La pregunta es, ¿qué tan seguido pensamos en la calidad de relatos que les permitiremos contar a nuestros hijos? ¿qué tanto nos esforzamos por mejorar nuestro entorno con miras a un mejor destino? He ahí una de las claves de nuestro progreso o declive, no solo como sociedad o país, pero como especie.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo