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Paridad de género

Redacción República
21 de octubre, 2017

Qué injusto se siente cuando los opresores usan su poder de manera descarada. Si de por si, el simple hecho de la desigualdad genera un sentimiento horrible de ira, la opresión de éste tipo dan ganas incluso de llorar. Que alguien me explique ¿cómo a pleno siglo XXI siguen existiendo desigualdades tan propias de sociedades primitivas como lo es la desigualdad de género?

Dentro de las reformas a la ley electoral que se discutieron ésta semana que pasó, una de las puertas que quedó cerrada fue aquella que proponía la paridad de género. ¿Qué significa esto? Que un grupo privilegiado de hombres decidieron decirle “no” a una participación equilibrada de hombres y mujeres en posiciones de poder en el país.
Me parece de lo más frívolo que se convoque a un grupo de ciudadanos que en su mayoría pertenece al género masculino, a una reunión para discutir la inclusión de las mujeres. Me recuerda automáticamente a una noticia que leí en un medio internacional que tocaba el tema de la planificación familiar y lo poco que se les podía confiar esta decisión a las mujeres; porque claro, son los hombres los que sufren cambios hormonales a causa de los anticonceptivos ¿verdad? Es como hablar de neurocirugía y que en vez de confiar en la intervención de dos cirujanos, decidamos escuchar a un peluquero. Sencillamente, no hace sentido.
Históricamente las mujeres han tenido que luchar por cada pequeño espacio que han encontrado para sobresalir. No importa de que se trate. ¿Educación? Tuvieron que luchar para obtener acceso. ¿Derechos? ¿Voto? ¿Participación política? Lo mismo. Alguna vez una maravillosa activista dijo que las mujeres no deberíamos celebrar que “obtuvimos algo” porque en realidad, nadie nos dio nada; fue trabajo nuestro ir a buscarlo o hacernos un espacio.

El desarrollo, como tantas veces lo he repetido, jamás llegará si seguimos subestimando la participación de las mujeres en cualquier proceso. La mujer guatemalteca debería ser considerada como una ciudadana completa que tiene derecho a incursionar en cualquier disciplina que se proponga, desde la participación política hasta la más mínima acción que se lleve a cabo en el país. ¡Dejemos de subestimar la desigualdad latente que hay en Guatemala! La próxima vez que alguien les diga que las mujeres no tenemos nada de qué quejarnos, hagan evidente que es 2017 y vivimos en un país tercermundista que nos trata de accidentes biológicos.

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República es ajena a la opinión expresada en este artículo

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Qué injusto se siente cuando los opresores usan su poder de manera descarada. Si de por si, el simple hecho de la desigualdad genera un sentimiento horrible de ira, la opresión de éste tipo dan ganas incluso de llorar. Que alguien me explique ¿cómo a pleno siglo XXI siguen existiendo desigualdades tan propias de sociedades primitivas como lo es la desigualdad de género?

Dentro de las reformas a la ley electoral que se discutieron ésta semana que pasó, una de las puertas que quedó cerrada fue aquella que proponía la paridad de género. ¿Qué significa esto? Que un grupo privilegiado de hombres decidieron decirle “no” a una participación equilibrada de hombres y mujeres en posiciones de poder en el país.
Me parece de lo más frívolo que se convoque a un grupo de ciudadanos que en su mayoría pertenece al género masculino, a una reunión para discutir la inclusión de las mujeres. Me recuerda automáticamente a una noticia que leí en un medio internacional que tocaba el tema de la planificación familiar y lo poco que se les podía confiar esta decisión a las mujeres; porque claro, son los hombres los que sufren cambios hormonales a causa de los anticonceptivos ¿verdad? Es como hablar de neurocirugía y que en vez de confiar en la intervención de dos cirujanos, decidamos escuchar a un peluquero. Sencillamente, no hace sentido.
Históricamente las mujeres han tenido que luchar por cada pequeño espacio que han encontrado para sobresalir. No importa de que se trate. ¿Educación? Tuvieron que luchar para obtener acceso. ¿Derechos? ¿Voto? ¿Participación política? Lo mismo. Alguna vez una maravillosa activista dijo que las mujeres no deberíamos celebrar que “obtuvimos algo” porque en realidad, nadie nos dio nada; fue trabajo nuestro ir a buscarlo o hacernos un espacio.

El desarrollo, como tantas veces lo he repetido, jamás llegará si seguimos subestimando la participación de las mujeres en cualquier proceso. La mujer guatemalteca debería ser considerada como una ciudadana completa que tiene derecho a incursionar en cualquier disciplina que se proponga, desde la participación política hasta la más mínima acción que se lleve a cabo en el país. ¡Dejemos de subestimar la desigualdad latente que hay en Guatemala! La próxima vez que alguien les diga que las mujeres no tenemos nada de qué quejarnos, hagan evidente que es 2017 y vivimos en un país tercermundista que nos trata de accidentes biológicos.

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