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Lo que nadie dice

Redacción
28 de octubre, 2017

Varias han sido las ocasiones en las que he hablado de violencia. Sobre lo mucho que me frustra y duele pensar en las miles de familias a las que este fenómeno tan triste les ha cambiado la vida. La manera en la que en un instante una esposa paso a ser viuda o un esposo queda viudo. Además de los miles de niños, niñas y adolescentes que han quedado huérfanos por la violencia que tenemos en nuestro país. Todo porque se opusieron a un asalto, porque se niegan a regalar parte de sus ganancias o porque dijeron algo mal en el momento equivocado.
Y aunque con, mucha tristeza, ya estamos acostumbrados a ver este tipo de noticias o escucharlas por algún medio, nada nos prepara para tener el choque que tenemos al enterarnos que algún familiar falleció por un hecho de violencia. Es un balde de agua hirviendo y en la cara. Y no importa cómo haya sido, ese sentimiento de impotencia siempre permanecerá ahí.
El proceso para lograr recuperar el cadáver de un fallecido a causa de violencia es incómodo para el doliente, tras tener que identificar el cuerpo tocará responder una serie de preguntas que a causa del primer paso no se está ni con ánimos de responder ni con las capacidades de responderlas correctamente. Y después de eso, dependiendo la hora del día, habrá que esperar a que se realice la necropsia. Nada puede prepararnos para eso., nada nos prepara para escuchar en la radio el nombre de un hermano, de un amigo o un vecino. Nada nos anticipa lo cruel que puede ser hacer parte de un número más dentro de las estadísticas del país.
Pero lo peor es que nadie lo dice, la parte que importa y manda tiene más que ver con la manera en la que estos temas son abordados dentro de los medios, donde ya se ve totalmente deshumanizado el tema y las fotos ponen los ríos de sangre, los cadáveres tapados por un nylon negro y se congratulan al poder fotografiar a un familiar que llega a la escena del crimen y como es lógico, rompe en gritos o en llanto.
Hacer a un lado lo humano logra que se aleje por completo el sentido de empatía y solidaridad y ayuda a que se normalicen aún más la violencia, que se haga parte de la cena, del desayuno y de la vida.
Lo que nadie dice es esa sensación de vacío y de tristeza que deja una partida tan abrupta que deja un hecho violento, esas cosas incompletas que deja, las lágrimas que hace llorar y los dolores del alma que ya no se van.
Nadie te dice que nunca vas a estar listo, nadie nunca nos dijo lo que iba a doler.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Lo que nadie dice

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28 de octubre, 2017

Varias han sido las ocasiones en las que he hablado de violencia. Sobre lo mucho que me frustra y duele pensar en las miles de familias a las que este fenómeno tan triste les ha cambiado la vida. La manera en la que en un instante una esposa paso a ser viuda o un esposo queda viudo. Además de los miles de niños, niñas y adolescentes que han quedado huérfanos por la violencia que tenemos en nuestro país. Todo porque se opusieron a un asalto, porque se niegan a regalar parte de sus ganancias o porque dijeron algo mal en el momento equivocado.
Y aunque con, mucha tristeza, ya estamos acostumbrados a ver este tipo de noticias o escucharlas por algún medio, nada nos prepara para tener el choque que tenemos al enterarnos que algún familiar falleció por un hecho de violencia. Es un balde de agua hirviendo y en la cara. Y no importa cómo haya sido, ese sentimiento de impotencia siempre permanecerá ahí.
El proceso para lograr recuperar el cadáver de un fallecido a causa de violencia es incómodo para el doliente, tras tener que identificar el cuerpo tocará responder una serie de preguntas que a causa del primer paso no se está ni con ánimos de responder ni con las capacidades de responderlas correctamente. Y después de eso, dependiendo la hora del día, habrá que esperar a que se realice la necropsia. Nada puede prepararnos para eso., nada nos prepara para escuchar en la radio el nombre de un hermano, de un amigo o un vecino. Nada nos anticipa lo cruel que puede ser hacer parte de un número más dentro de las estadísticas del país.
Pero lo peor es que nadie lo dice, la parte que importa y manda tiene más que ver con la manera en la que estos temas son abordados dentro de los medios, donde ya se ve totalmente deshumanizado el tema y las fotos ponen los ríos de sangre, los cadáveres tapados por un nylon negro y se congratulan al poder fotografiar a un familiar que llega a la escena del crimen y como es lógico, rompe en gritos o en llanto.
Hacer a un lado lo humano logra que se aleje por completo el sentido de empatía y solidaridad y ayuda a que se normalicen aún más la violencia, que se haga parte de la cena, del desayuno y de la vida.
Lo que nadie dice es esa sensación de vacío y de tristeza que deja una partida tan abrupta que deja un hecho violento, esas cosas incompletas que deja, las lágrimas que hace llorar y los dolores del alma que ya no se van.
Nadie te dice que nunca vas a estar listo, nadie nunca nos dijo lo que iba a doler.

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