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Hispano-Estadounidenses y el legado estatista

Redacción República
03 de noviembre, 2017

Cada mes, 50.000 ciudadanos estadounidenses de origen hispano cumplen 18 años. Cada ciclo electoral, con más de 25 millones de hispanos estadounidenses elegibles al voto, numerosas investigaciones tratan de identificar el carácter distintivo y las preferencias políticas de los votantes Hispano-Americanos. Cuestiones de interés específico, como la política de inmigración de los Estados Unidos, se han destacado como los principales impulsores del voto hispano-americano. Axiomático hasta cierto punto, pero pre-existe otra razón sociopolítica más fundamental.

La herencia socio-política proveniente de España, junto a la experiencia post-colonial de América Latina han generado en la población hispanoamericana un entendimiento de la función del gobierno muy diferente a los principios de gobierno limitado y derechos imprescriptibles promulgados por los Padre Fundadores de los Estados Unidos. El liberalismo clásico, o libertarianismo en el uso Norteamericano del término, no es una tendencia política natural en los hispanos.

En una encuesta, en respuesta a la pregunta: “¿Cuál de estas dos afirmaciones se acerca más a su opinión, (1) Mientras menos gobierno, mejor, o (2) El gobierno debería estar haciendo mas cosas,” 47,4 por ciento de la población blanca no Hispana respondió que “mientras menos gobierno, mejor.” En contraste, sólo el 17,9 por ciento de los hispanos respondieron de manera similar.

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En una pregunta con respecto a si prefieren soluciones a problemas económicos a través de mecanismos gubernamentales o por un mercado libre, el 35,8 por ciento de los blancos no hispanos opinó que el mercado libre puede resolver los problemas económicos, mientras que solamente el 16,7 por ciento de los hispanos expresaron confianza en soluciones asentadas en el mercado.

El liberalismo clásico, que limita el papel del gobierno y se centra en el individuo, no esta tan arraigado en la cultura hispana como en el pensamiento sociopolítico norteamericano. En cierta forma, esto socava la participación efectiva del hispano en las instituciones civiles de las sociedades libres.

Las tendencias hacia el colectivismo y política estatista de los hispanos son aún más predominantes en las sociedades que han vivido largos períodos de tiempo bajo regímenes totalitarios. Para el pueblo cubano, la experiencia de más de medio siglo de régimen totalitario, y el constante bombardeo de retórica marxista-leninista, significan el legado de una sociedad con escasa preparación civil para las responsabilidades ciudadanas de una democracia liberal y una economía de mercado libre.

Reflexionando sobre la gobernabilidad democrática, una pregunta clave es: ¿Produce la sociedad civil la libertad, o es el compromiso con los derechos naturales lo que produce una sociedad civil? La respuesta requiere un entendimiento de que una sociedad libre es una sociedad pluralista, sin una jerarquía común de fines particulares. Los Padres Fundadores abordaron la cuestión enarbolando tres posibles limitaciones al poder federal: la separación de poderes, el federalismo y los derechos inalienables del individuo.

Los dos primeros límites son institucionales, y es el compromiso inquebrantable con los derechos individuales lo que ofrece la mejor protección contra el insidioso totalitarismo. Una sociedad que busca implementar políticas colectivistas no puede ser democrática en el sentido de garantizar las libertades individuales ya que el perseguir condiciones igualitarias obliga al gobierno a tomar acciones coercitivas.

Para lograr éxito económico en los mercados altamente competitivos de hoy, una sociedad necesita promover el desarrollo de los talentos individuales de sus ciudadanos. Esto conduce lógicamente a que los individuos logren resultados desiguales ya que todos difieren en capacidad o interés.

El pensamiento político hispano, seducido por el canto de sirena de la “justicia social”, tiene dificultades aceptando los resultados desiguales que produce un mercado libre. Este pensamiento político, descontento con el mercado, invoca el poder del Estado ignorando el precepto Kantiano de que las leyes deben centrarse en la protección de derechos, no en intentar crear felicidad. Característicamente el pensamiento político hispano busca cierta forma de colectivismo mesiánico. “El Socialismo del Siglo 21” de Hugo Chávez es ejemplo de las ideológicas grotescas que se producen cuando no tomamos en serio nuestra ignorancia política.

El capitalismo es racionalista, anti-heroico y anti-místico. El mercado libre, con todos sus defectos, es el sistema económico de los pueblos libres. Dentro del electorado hispano, si examinamos a fondo los argumentos en contra del libre mercado, estos revelan una incomodidad intelectual con la libertad individual. Una condición realmente lamentable, ya que el único cimiento firme para mejorar la condición humana es la libertad.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Hispano-Estadounidenses y el legado estatista

Redacción República
03 de noviembre, 2017

Cada mes, 50.000 ciudadanos estadounidenses de origen hispano cumplen 18 años. Cada ciclo electoral, con más de 25 millones de hispanos estadounidenses elegibles al voto, numerosas investigaciones tratan de identificar el carácter distintivo y las preferencias políticas de los votantes Hispano-Americanos. Cuestiones de interés específico, como la política de inmigración de los Estados Unidos, se han destacado como los principales impulsores del voto hispano-americano. Axiomático hasta cierto punto, pero pre-existe otra razón sociopolítica más fundamental.

La herencia socio-política proveniente de España, junto a la experiencia post-colonial de América Latina han generado en la población hispanoamericana un entendimiento de la función del gobierno muy diferente a los principios de gobierno limitado y derechos imprescriptibles promulgados por los Padre Fundadores de los Estados Unidos. El liberalismo clásico, o libertarianismo en el uso Norteamericano del término, no es una tendencia política natural en los hispanos.

En una encuesta, en respuesta a la pregunta: “¿Cuál de estas dos afirmaciones se acerca más a su opinión, (1) Mientras menos gobierno, mejor, o (2) El gobierno debería estar haciendo mas cosas,” 47,4 por ciento de la población blanca no Hispana respondió que “mientras menos gobierno, mejor.” En contraste, sólo el 17,9 por ciento de los hispanos respondieron de manera similar.

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En una pregunta con respecto a si prefieren soluciones a problemas económicos a través de mecanismos gubernamentales o por un mercado libre, el 35,8 por ciento de los blancos no hispanos opinó que el mercado libre puede resolver los problemas económicos, mientras que solamente el 16,7 por ciento de los hispanos expresaron confianza en soluciones asentadas en el mercado.

El liberalismo clásico, que limita el papel del gobierno y se centra en el individuo, no esta tan arraigado en la cultura hispana como en el pensamiento sociopolítico norteamericano. En cierta forma, esto socava la participación efectiva del hispano en las instituciones civiles de las sociedades libres.

Las tendencias hacia el colectivismo y política estatista de los hispanos son aún más predominantes en las sociedades que han vivido largos períodos de tiempo bajo regímenes totalitarios. Para el pueblo cubano, la experiencia de más de medio siglo de régimen totalitario, y el constante bombardeo de retórica marxista-leninista, significan el legado de una sociedad con escasa preparación civil para las responsabilidades ciudadanas de una democracia liberal y una economía de mercado libre.

Reflexionando sobre la gobernabilidad democrática, una pregunta clave es: ¿Produce la sociedad civil la libertad, o es el compromiso con los derechos naturales lo que produce una sociedad civil? La respuesta requiere un entendimiento de que una sociedad libre es una sociedad pluralista, sin una jerarquía común de fines particulares. Los Padres Fundadores abordaron la cuestión enarbolando tres posibles limitaciones al poder federal: la separación de poderes, el federalismo y los derechos inalienables del individuo.

Los dos primeros límites son institucionales, y es el compromiso inquebrantable con los derechos individuales lo que ofrece la mejor protección contra el insidioso totalitarismo. Una sociedad que busca implementar políticas colectivistas no puede ser democrática en el sentido de garantizar las libertades individuales ya que el perseguir condiciones igualitarias obliga al gobierno a tomar acciones coercitivas.

Para lograr éxito económico en los mercados altamente competitivos de hoy, una sociedad necesita promover el desarrollo de los talentos individuales de sus ciudadanos. Esto conduce lógicamente a que los individuos logren resultados desiguales ya que todos difieren en capacidad o interés.

El pensamiento político hispano, seducido por el canto de sirena de la “justicia social”, tiene dificultades aceptando los resultados desiguales que produce un mercado libre. Este pensamiento político, descontento con el mercado, invoca el poder del Estado ignorando el precepto Kantiano de que las leyes deben centrarse en la protección de derechos, no en intentar crear felicidad. Característicamente el pensamiento político hispano busca cierta forma de colectivismo mesiánico. “El Socialismo del Siglo 21” de Hugo Chávez es ejemplo de las ideológicas grotescas que se producen cuando no tomamos en serio nuestra ignorancia política.

El capitalismo es racionalista, anti-heroico y anti-místico. El mercado libre, con todos sus defectos, es el sistema económico de los pueblos libres. Dentro del electorado hispano, si examinamos a fondo los argumentos en contra del libre mercado, estos revelan una incomodidad intelectual con la libertad individual. Una condición realmente lamentable, ya que el único cimiento firme para mejorar la condición humana es la libertad.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo