Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

Si Dios me quita la vida

Gabriel Arana Fuentes
12 de noviembre, 2017

Estas son las Crónicas policiales del Comisario W.P. Chanan. Comenzamos con Si Dios me quita la vida. El autor es Francisco Alejandro Méndez. República la publicará domingo a domingo. Para más información consultá el correo [email protected] o en Twitter: @elgranfascinado

Capítulo 1

Estadio Doroteo Flores Guamuch, 19:30 horas

El coloso lucía espectacular: la iluminación, carteles, mantas, olas humanas; futbolistas calentando en la cancha. Desde el cielo se podía observar una gran luz blanca saliendo del estadio. Eso contrastaba con la oscuridad de la cercanía.

La afición portaba camisas blancas atravesadas por una línea azul; algunos se habían pintado la cara, portaban sombreros, gorras, todo lo que indicara apoyo a su selección. Familias enteras habían llegado cuatro horas antes, hicieron cola e ingresaron unos minutos antes del inicio del encuentro. Llamadas por celular, tomas de fotografías. El estadio estaba prácticamente vestido de blanco. No cabía un alma más en los graderíos. El coloso tenía una capacidad para veinticinco mil personas, pero parecía que cada espacio, destinado a una persona, estaba habitado por dos o tres.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

La prensa, tanto nacional como extranjera, había tomado posesión de lugares estratégicos para transmitir el partido por televisión y radio. Era decisivo para las aspiraciones de Guatemala para clasificar a un mundial. Sin embargo, el equipo contrario, Costa Rica, era una selección que en encuentros anteriores había aplastado a la selección de casa. En algunos partidos, hasta había sacado más de cuatro goles de ventaja.

El comisario Wenceslao Pérez Chanán y su equipo patrullaban las cercanías del Doroteo Guamuch, conocido popularmente como Mateo Flores.  La presencia de ambos mandatarios en la tribuna de honor había provocado un fuerte operativo de seguridad.

Wenceslao conducía su patrulla en dirección al centro, es decir hacia el sur, a la altura de donde iniciaba el casco central urbano. Constantemente mantenía comunicación con sus muchachos, con pilotos de helicópteros, varios oficiales del ejército y miembros del estado mayor presidencial, encargados de la seguridad, tanto del presidente de Guatemala, como el de Costa Rica y claro, algunos de sus ministros.

Pérez Chanán masticaba maní garapiñado. Con la otra oreja escuchaba a Lavoe.

Contaba los minutos para que todo terminara esa noche.

Definitivamente le disgustaba este tipo de trabajo policial. No por su evidente rechazo hacia el fútbol, sino por la falta de acción. En algún momento, mientras cursaba diversificado en el instituto, lo practico. Entonces era conocido por sus veloces carreras por toda la cancha. Sin embargo, nunca tuvo la habilidad de dominar la pelota o realizar pases exactos.

La boca de lobo que babeaba muerte le demostraría en breve que estaba equivocado.

Estas son las Crónicas policiales del Comisario W.P. Chanan. Comenzamos con Si Dios me quita la vida. El autor es Francisco Alejandro Méndez. República la publicará domingo a domingo. Para más información consultá el correo [email protected] o en Twitter: @elgranfascinado.

Francisco Alejandro Méndez es Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias 2017

Si Dios me quita la vida

Gabriel Arana Fuentes
12 de noviembre, 2017

Estas son las Crónicas policiales del Comisario W.P. Chanan. Comenzamos con Si Dios me quita la vida. El autor es Francisco Alejandro Méndez. República la publicará domingo a domingo. Para más información consultá el correo [email protected] o en Twitter: @elgranfascinado

Capítulo 1

Estadio Doroteo Flores Guamuch, 19:30 horas

El coloso lucía espectacular: la iluminación, carteles, mantas, olas humanas; futbolistas calentando en la cancha. Desde el cielo se podía observar una gran luz blanca saliendo del estadio. Eso contrastaba con la oscuridad de la cercanía.

La afición portaba camisas blancas atravesadas por una línea azul; algunos se habían pintado la cara, portaban sombreros, gorras, todo lo que indicara apoyo a su selección. Familias enteras habían llegado cuatro horas antes, hicieron cola e ingresaron unos minutos antes del inicio del encuentro. Llamadas por celular, tomas de fotografías. El estadio estaba prácticamente vestido de blanco. No cabía un alma más en los graderíos. El coloso tenía una capacidad para veinticinco mil personas, pero parecía que cada espacio, destinado a una persona, estaba habitado por dos o tres.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

La prensa, tanto nacional como extranjera, había tomado posesión de lugares estratégicos para transmitir el partido por televisión y radio. Era decisivo para las aspiraciones de Guatemala para clasificar a un mundial. Sin embargo, el equipo contrario, Costa Rica, era una selección que en encuentros anteriores había aplastado a la selección de casa. En algunos partidos, hasta había sacado más de cuatro goles de ventaja.

El comisario Wenceslao Pérez Chanán y su equipo patrullaban las cercanías del Doroteo Guamuch, conocido popularmente como Mateo Flores.  La presencia de ambos mandatarios en la tribuna de honor había provocado un fuerte operativo de seguridad.

Wenceslao conducía su patrulla en dirección al centro, es decir hacia el sur, a la altura de donde iniciaba el casco central urbano. Constantemente mantenía comunicación con sus muchachos, con pilotos de helicópteros, varios oficiales del ejército y miembros del estado mayor presidencial, encargados de la seguridad, tanto del presidente de Guatemala, como el de Costa Rica y claro, algunos de sus ministros.

Pérez Chanán masticaba maní garapiñado. Con la otra oreja escuchaba a Lavoe.

Contaba los minutos para que todo terminara esa noche.

Definitivamente le disgustaba este tipo de trabajo policial. No por su evidente rechazo hacia el fútbol, sino por la falta de acción. En algún momento, mientras cursaba diversificado en el instituto, lo practico. Entonces era conocido por sus veloces carreras por toda la cancha. Sin embargo, nunca tuvo la habilidad de dominar la pelota o realizar pases exactos.

La boca de lobo que babeaba muerte le demostraría en breve que estaba equivocado.

Estas son las Crónicas policiales del Comisario W.P. Chanan. Comenzamos con Si Dios me quita la vida. El autor es Francisco Alejandro Méndez. República la publicará domingo a domingo. Para más información consultá el correo [email protected] o en Twitter: @elgranfascinado.

Francisco Alejandro Méndez es Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias 2017