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Mucho ruido y pocas nueces

María Dolores Arias
28 de noviembre, 2017

¿Alguna vez ha tenido la percepción que a pesar de tanto cambio, todo sigue igual? ¿O que precisamente por tanto cambio en realidad nada ha cambiado? Algo parecido es lo que sucedió con las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, LEPP, que se analizaron durante las últimas semanas.

Las discusiones de la Comisión de Asuntos Electorales del Congreso fueron diversas, superficiales y especialmente esquivas para tratar los temas de fondo que cambian la forma en que, los diputados, llegan al poder. En lugar de eso, trataron temas accesorios como  usar los recursos del tributario para pagar campañas políticas, establecer una segunda vuelta para la elección de alcaldes, crear una sala de apelaciones en materia electoral y eliminar el requisito de ser abogado para ser magistrado del Tribunal Supremo Electoral, TSE, entre otros cambios.

La propuesta de los magistrados del TSE tampoco, en su mayoría, incluye cambios de fondo sino de forma. Incluyen nuevamente el tema de las cuotas, la paridad y la alternancia, las cuales pierden sentido si dejan en libertad al ciudadano de decidir por quién votar directamente. Lo rescatable de esta propuesta es la reducción, aún tímida, del número de diputados a 150, la creación de partidos distritales y la revocatoria de mandato, a falta de elecciones intermedias,

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En un principio, los diputados rechazaron el tema de los subdistritos, las excusas que pusieron para ello fueron por demás insulsas, desde el tamaño de la boleta de votación hasta la “protección paternalista” del electorado que no entendería  cómo votar. Después, al conocer que los magistrados del TSE incluirían el tema de los subdistritos en su propuesta, la incluyeron en el dictamen y las excusas anteriores, que ellos mismos habían argumentado, se volvieron irrelevantes.

Sin embargo el tema de fondo, la votación uninominal de los candidatos a diputados se ignoró y en su lugar “concedieron” la creación de subdistritos. Estos sólo se aprobaron para aquellos departamentos dónde se elijan a más de seis diputados, pero ¿por qué no aplicarlo a todos los departamentos? ¿Por qué no aplicar el mismo principio de relacionar directamente la decisión del voto al elector?

No conformes con sólo aplicar los subdistritos  a unos cuantos, además incluyeron el voto preferente y la fórmula “Argueta” para asegurarse que todo siguiera igual que antes pero haciendo creer al votante que todo cambió.  Es decir, hicieron las listas más pequeñas pero la forma en que llegan al poder es muy parecida a la que actualmente se utiliza: listas cerradas y con un sistema de minorías.

Las reformas electorales que se incluyen en el dictamen de la Comisión de Asuntos Electorales tuvieron mucha discusión y pocos argumentación de principios, muchos cambios accesorios y pocos, si no es que ninguno, de fondo, muchos subdistritos y ningún voto uninominal, mucha fórmula y poca relación del votante con el candidato electo.

Es decir, “mucho ruido y pocas nueces”, una vez más la deuda política es de los diputados a los ciudadanos. Sin un cambio de fondo que incluya subdistritos, voto uninominal y método de elección, es preferible que no se aprueben reformas que poco o nada mejoran el sistema. ¿Y, usted está conforme con el voto preferente?

@Md30

Facebook.com/Mda30

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Mucho ruido y pocas nueces

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¿Alguna vez ha tenido la percepción que a pesar de tanto cambio, todo sigue igual? ¿O que precisamente por tanto cambio en realidad nada ha cambiado? Algo parecido es lo que sucedió con las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, LEPP, que se analizaron durante las últimas semanas.

Las discusiones de la Comisión de Asuntos Electorales del Congreso fueron diversas, superficiales y especialmente esquivas para tratar los temas de fondo que cambian la forma en que, los diputados, llegan al poder. En lugar de eso, trataron temas accesorios como  usar los recursos del tributario para pagar campañas políticas, establecer una segunda vuelta para la elección de alcaldes, crear una sala de apelaciones en materia electoral y eliminar el requisito de ser abogado para ser magistrado del Tribunal Supremo Electoral, TSE, entre otros cambios.

La propuesta de los magistrados del TSE tampoco, en su mayoría, incluye cambios de fondo sino de forma. Incluyen nuevamente el tema de las cuotas, la paridad y la alternancia, las cuales pierden sentido si dejan en libertad al ciudadano de decidir por quién votar directamente. Lo rescatable de esta propuesta es la reducción, aún tímida, del número de diputados a 150, la creación de partidos distritales y la revocatoria de mandato, a falta de elecciones intermedias,

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En un principio, los diputados rechazaron el tema de los subdistritos, las excusas que pusieron para ello fueron por demás insulsas, desde el tamaño de la boleta de votación hasta la “protección paternalista” del electorado que no entendería  cómo votar. Después, al conocer que los magistrados del TSE incluirían el tema de los subdistritos en su propuesta, la incluyeron en el dictamen y las excusas anteriores, que ellos mismos habían argumentado, se volvieron irrelevantes.

Sin embargo el tema de fondo, la votación uninominal de los candidatos a diputados se ignoró y en su lugar “concedieron” la creación de subdistritos. Estos sólo se aprobaron para aquellos departamentos dónde se elijan a más de seis diputados, pero ¿por qué no aplicarlo a todos los departamentos? ¿Por qué no aplicar el mismo principio de relacionar directamente la decisión del voto al elector?

No conformes con sólo aplicar los subdistritos  a unos cuantos, además incluyeron el voto preferente y la fórmula “Argueta” para asegurarse que todo siguiera igual que antes pero haciendo creer al votante que todo cambió.  Es decir, hicieron las listas más pequeñas pero la forma en que llegan al poder es muy parecida a la que actualmente se utiliza: listas cerradas y con un sistema de minorías.

Las reformas electorales que se incluyen en el dictamen de la Comisión de Asuntos Electorales tuvieron mucha discusión y pocos argumentación de principios, muchos cambios accesorios y pocos, si no es que ninguno, de fondo, muchos subdistritos y ningún voto uninominal, mucha fórmula y poca relación del votante con el candidato electo.

Es decir, “mucho ruido y pocas nueces”, una vez más la deuda política es de los diputados a los ciudadanos. Sin un cambio de fondo que incluya subdistritos, voto uninominal y método de elección, es preferible que no se aprueben reformas que poco o nada mejoran el sistema. ¿Y, usted está conforme con el voto preferente?

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República es ajena a la opinión expresada en este artículo