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Haciendo el mínimo esfuerzo

Carolina Castellanos
30 de noviembre, 2017

O sea, “al llegue”, como decimos en buen chapín.

Conversando con un buen amigo el otro día, él me decía que le habló a sus hijos respecto a esto. Les dijo que graduarse de la universidad, trabajar honradamente, cumplir con sus obligaciones impositivas y legales, es lo mínimo que debe hacer. Me quedé pensando al respecto…

La mayoría de nosotros somos buenos guatemaltecos. Muchos de nosotros trabajamos en emprendimientos propios. Otros tienen un trabajo en alguna empresa. El 70% de la economía es informal, lo que significa que no pagan impuestos, no cumplen con leyes laborales, corporativas, nada. Aún así, supongo que la mayoría son también buenos guatemaltecos.

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En los momentos que estamos viviendo en Guatemala, me parece que estamos haciendo el mínimo. Si bien estamos cumpliendo con nuestras obligaciones, trabajando honradamente (la mayoría de nosotros), también la gran mayoría no está yendo más allá. Están en “modo de supervivencia”. Esto es bueno, en el sentido que están logrando sostener su empleo, su empresa, generando ingresos para cubrir sus necesidades. Pero Guatemala reclama más.

Seguramente usted que amablemente lee mi artículo, participa en varios “chats” en WhatsApp. También está activo en otras redes sociales como Facebook y Twitter. Estoy segura que lee, una y otra vez, como se rasgan las vestiduras los que interactúan con usted. Se quejan de la situación en el pais, que las ventas están bajas, que la justicia no es justicia, que la izquierda, que la derecha, y un largo etcétera.

También estoy segura que lee muy pocas propuestas. En algunos “chats”, no hay ninguna. Solo hay quejas, lamentos, reclamos. Y todo esto es válido. Somos libres (aún) para expresar lo que pensamos y sentimos. Y es bueno desahogarse con nuestros “amigos” de redes y de la vida diaria, con los compañeros de trabajo, de estudios, de la iglesia a la que asista, con la familia, etc. Es una terapia sana. Pero Guatemala reclama más.

He escrito varías veces acerca de la horrible y extrema polarización, de las desacreditaciones que hacen unos contra otros porque opinan diferente. Y muchos otros columnistas y personas que interactúan en las redes, también lo hacen. Bueno, esto es solo un comienzo: reconocer y aceptar que hay muchos problemas en nuestro país que requieren una solución inmediata. Pero Guatemala reclama más.

¿Qué más? Guatemala requiere de verdaderos y auténticos líderes que saquen la cabeza y trabajen para cambiar las cosas. Abundan los pseudo líderes que dicen mil cosas pero, al averiguar quiénes son, carecen de autoridad moral y de credibilidad. Por eso hablo de líderes auténticos. Ninguno de nosotros es perfecto, pero estoy segura qué  hay muchos por allí con buenas ideas y con dotes de liderazgo que lograrían incidir lo suficiente como para generar cambios.

Guatemala requiere de caras nuevas, liderazgos auténticos, ideas frescas, propuestas, no protestas, quejas, reclamos, llantos y lamentos. Podemos seguir en ese desahogo, pero como dice el viejo refrán “a Dios rogando pero con el mazo dando”.

Lo invito a que usted sea un nuevo líder. No tiene que lanzarse a una campaña política. Solo tiene que lograr transmitir sus ideas y propuestas lo suficiente como para incidir. Hay temas urgentes, como las reformas a la ley electoral. Se nos viene un proceso eleccionario nuevo y los votantes tenemos que poder elegir por nombre, no por listado, a cada uno de los diputados.. Es imperativo cambiar el actual sistema de elección, o estaremos condenados a seguir con esa misma nefasta calidad de funcionarios.

Ese y otros cambios, como la elección de jueces, del fiscal general, y de otros cargos, no se dan solos. Los actuales funcionarios no quieren cambios. Ni modo, buscan perpetuarse en sus cargos. La corrupción está peor cada día pues no han habido cambios de fondo a los sistemas de compras, de nombramientos de funcionarios, de nada.

O nos ponemos a trabajar más allá de nuestras obligaciones mínimas, o nos seguiremos quejando hasta que nos hayan quitado la libertad de expresarnos, de quejarnos, de opinar. Ya nos dijeron “si no opina como yo, es corrupto”. Este es solo el comienzo. ¡Luchemos todos por nuestra libertad y nuestro futuro!

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Haciendo el mínimo esfuerzo

Carolina Castellanos
30 de noviembre, 2017

O sea, “al llegue”, como decimos en buen chapín.

Conversando con un buen amigo el otro día, él me decía que le habló a sus hijos respecto a esto. Les dijo que graduarse de la universidad, trabajar honradamente, cumplir con sus obligaciones impositivas y legales, es lo mínimo que debe hacer. Me quedé pensando al respecto…

La mayoría de nosotros somos buenos guatemaltecos. Muchos de nosotros trabajamos en emprendimientos propios. Otros tienen un trabajo en alguna empresa. El 70% de la economía es informal, lo que significa que no pagan impuestos, no cumplen con leyes laborales, corporativas, nada. Aún así, supongo que la mayoría son también buenos guatemaltecos.

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En los momentos que estamos viviendo en Guatemala, me parece que estamos haciendo el mínimo. Si bien estamos cumpliendo con nuestras obligaciones, trabajando honradamente (la mayoría de nosotros), también la gran mayoría no está yendo más allá. Están en “modo de supervivencia”. Esto es bueno, en el sentido que están logrando sostener su empleo, su empresa, generando ingresos para cubrir sus necesidades. Pero Guatemala reclama más.

Seguramente usted que amablemente lee mi artículo, participa en varios “chats” en WhatsApp. También está activo en otras redes sociales como Facebook y Twitter. Estoy segura que lee, una y otra vez, como se rasgan las vestiduras los que interactúan con usted. Se quejan de la situación en el pais, que las ventas están bajas, que la justicia no es justicia, que la izquierda, que la derecha, y un largo etcétera.

También estoy segura que lee muy pocas propuestas. En algunos “chats”, no hay ninguna. Solo hay quejas, lamentos, reclamos. Y todo esto es válido. Somos libres (aún) para expresar lo que pensamos y sentimos. Y es bueno desahogarse con nuestros “amigos” de redes y de la vida diaria, con los compañeros de trabajo, de estudios, de la iglesia a la que asista, con la familia, etc. Es una terapia sana. Pero Guatemala reclama más.

He escrito varías veces acerca de la horrible y extrema polarización, de las desacreditaciones que hacen unos contra otros porque opinan diferente. Y muchos otros columnistas y personas que interactúan en las redes, también lo hacen. Bueno, esto es solo un comienzo: reconocer y aceptar que hay muchos problemas en nuestro país que requieren una solución inmediata. Pero Guatemala reclama más.

¿Qué más? Guatemala requiere de verdaderos y auténticos líderes que saquen la cabeza y trabajen para cambiar las cosas. Abundan los pseudo líderes que dicen mil cosas pero, al averiguar quiénes son, carecen de autoridad moral y de credibilidad. Por eso hablo de líderes auténticos. Ninguno de nosotros es perfecto, pero estoy segura qué  hay muchos por allí con buenas ideas y con dotes de liderazgo que lograrían incidir lo suficiente como para generar cambios.

Guatemala requiere de caras nuevas, liderazgos auténticos, ideas frescas, propuestas, no protestas, quejas, reclamos, llantos y lamentos. Podemos seguir en ese desahogo, pero como dice el viejo refrán “a Dios rogando pero con el mazo dando”.

Lo invito a que usted sea un nuevo líder. No tiene que lanzarse a una campaña política. Solo tiene que lograr transmitir sus ideas y propuestas lo suficiente como para incidir. Hay temas urgentes, como las reformas a la ley electoral. Se nos viene un proceso eleccionario nuevo y los votantes tenemos que poder elegir por nombre, no por listado, a cada uno de los diputados.. Es imperativo cambiar el actual sistema de elección, o estaremos condenados a seguir con esa misma nefasta calidad de funcionarios.

Ese y otros cambios, como la elección de jueces, del fiscal general, y de otros cargos, no se dan solos. Los actuales funcionarios no quieren cambios. Ni modo, buscan perpetuarse en sus cargos. La corrupción está peor cada día pues no han habido cambios de fondo a los sistemas de compras, de nombramientos de funcionarios, de nada.

O nos ponemos a trabajar más allá de nuestras obligaciones mínimas, o nos seguiremos quejando hasta que nos hayan quitado la libertad de expresarnos, de quejarnos, de opinar. Ya nos dijeron “si no opina como yo, es corrupto”. Este es solo el comienzo. ¡Luchemos todos por nuestra libertad y nuestro futuro!

República es ajena a la opinión expresada en este artículo