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Es cuestión de principio

Betty Marroquin
19 de diciembre, 2017

Lamentablemente, nos hemos vuelto una sociedad de miopes. Gente que con tal que “frieguen” al que nos cae mal, al político, al empresario, al que tiene lo que desearíamos tener, al que ocupa un cargo público (porque “todos” los políticos son una basura… leo esa expresión en redes a diario), al que nos irrita porque nos resulta antipático, aplaudimos y ni cuenta nos damos de lo que estamos haciendo.

Las Leyes son igual para todos, es decir, nos rigen las mismas normas, y nos debiera amparar la misma Constitución. El que vengan violados los derechos de uno que cae en las categorías anteriormente enumeradas, nos alegra, sin darnos cuenta que hoy le pasa a quien nos cae mal, y mañana podríamos ser nosotros. En el Derecho, y que me corrijan los juristas, se establece lo consuetudinario, una vez que se ha ejecutado la norma con base a un criterio es muy probable que el mismo criterio venga usado en el siguiente caso. Es decir, si hoy meten preso a Fernando Linares Beltranena por opinar algo, mañana puedo ser yo, o cualquiera de ustedes.

Opinar, tener criterio propio, sea correcto o equivocado, es un derecho consuetudinario típico de un sistema republicano y democrático como que el que hasta ahora hemos tenido. El callar las opiniones que resultan molestas, es típico de una dictadura y especialmente, de corte totalitario, comunista.

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La libertad, insisto, es nuestro tesoro más preciado. Sin ella no podemos hacer lo que nuestra voluntad nos dicta, sin ella somos como borregos, esclavos del criterio de alguien más, que si tiene la libertad de coartar la nuestra, de impedirnos o manipularnos a su sabor y antojo.

Muchos de los que hemos alzado la voz ante situaciones que consideramos nefastas, preocupantes, negativas lo hacemos por amor al país, exponiendo nuestra integridad gratis, ante lo que vemos como una amenaza a nuestra sacrosanta (literalmente) libertad. Pero la gente en su euforia, o en su profundo malestar por el país, no se da cuenta que permitir el abuso contra un guatemalteco es permitirlo contra todos.

Recuerdo la historia de las hermanas Mirabal en la República Dominicana bajo la dictadura del famoso Chivo. Fueron asesinadas por alzar su voz contra los abusos de Rafael Leonidas Trujillo, Leopoldo López igual por Chavez y Maduro, Armando Valladares y cientos de cubanos por los Castro, y como ellos tantos y tantos en todos los confines del planeta dónde el totalitarismo, donde las dictaduras han tomado el poder. Lo hemos visto en todos los continentes.

La Constitución Política de la República de Guatemala es la Ley fundamental de nuestro país. Es la que nos garantiza nuestros derechos constitucionales, que la Corte de Constitucionalidad debe defender y garantizar. Según las normas que nos rigen, el Juez Pesquisidor determina si el derecho de antejuicio debe o no ser retirado a un funcionario, y es a ese juez a quien compete la última palabra. Si esta vez la Corte Suprema ignora lo que diga el Juez Pesquisidor, ¿quién garantiza que no volverá a hacerlo en otro caso? Con ello, quedaría ignorado el papel de dicho juez, y por ende, anulado su rol en el proceso judicial. Todo porque resulta conveniente a quienes tienen secuestrado el Organismo Judicial que hoy día ha olvidado el emblema que lo representa (la mujer con los ojos vendados porque la justicia debe ser ciega, y la balanza porque debe ser justa) y tiene la balanza inclinada hacia la izquierda y en lugar de venda tiene una lupa para buscar a quien le resulta incómodo a su amo.

La gente es siempre rápida a criticar al Congreso. Pregunto, ¿en estas condiciones, estarían dispuestos a ocupar una curul en el Congreso y poner sus acciones dónde ponen sus palabras, sus insultos y su teclado?

Si hoy permitimos esta nueva forma de dictadura, que el país esté secuestrado por una casta que ha tomado el dominio de uno de los tres poderes del Estado, que no es precisamente el Ejecutivo, hasta dónde nos van a llevar. Ayer era corrupción, hoy es libre expresión del pensamiento. ¿Y mañana?

¿Es eso lo que queremos para Guatemala?

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Es cuestión de principio

Betty Marroquin
19 de diciembre, 2017

Lamentablemente, nos hemos vuelto una sociedad de miopes. Gente que con tal que “frieguen” al que nos cae mal, al político, al empresario, al que tiene lo que desearíamos tener, al que ocupa un cargo público (porque “todos” los políticos son una basura… leo esa expresión en redes a diario), al que nos irrita porque nos resulta antipático, aplaudimos y ni cuenta nos damos de lo que estamos haciendo.

Las Leyes son igual para todos, es decir, nos rigen las mismas normas, y nos debiera amparar la misma Constitución. El que vengan violados los derechos de uno que cae en las categorías anteriormente enumeradas, nos alegra, sin darnos cuenta que hoy le pasa a quien nos cae mal, y mañana podríamos ser nosotros. En el Derecho, y que me corrijan los juristas, se establece lo consuetudinario, una vez que se ha ejecutado la norma con base a un criterio es muy probable que el mismo criterio venga usado en el siguiente caso. Es decir, si hoy meten preso a Fernando Linares Beltranena por opinar algo, mañana puedo ser yo, o cualquiera de ustedes.

Opinar, tener criterio propio, sea correcto o equivocado, es un derecho consuetudinario típico de un sistema republicano y democrático como que el que hasta ahora hemos tenido. El callar las opiniones que resultan molestas, es típico de una dictadura y especialmente, de corte totalitario, comunista.

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La libertad, insisto, es nuestro tesoro más preciado. Sin ella no podemos hacer lo que nuestra voluntad nos dicta, sin ella somos como borregos, esclavos del criterio de alguien más, que si tiene la libertad de coartar la nuestra, de impedirnos o manipularnos a su sabor y antojo.

Muchos de los que hemos alzado la voz ante situaciones que consideramos nefastas, preocupantes, negativas lo hacemos por amor al país, exponiendo nuestra integridad gratis, ante lo que vemos como una amenaza a nuestra sacrosanta (literalmente) libertad. Pero la gente en su euforia, o en su profundo malestar por el país, no se da cuenta que permitir el abuso contra un guatemalteco es permitirlo contra todos.

Recuerdo la historia de las hermanas Mirabal en la República Dominicana bajo la dictadura del famoso Chivo. Fueron asesinadas por alzar su voz contra los abusos de Rafael Leonidas Trujillo, Leopoldo López igual por Chavez y Maduro, Armando Valladares y cientos de cubanos por los Castro, y como ellos tantos y tantos en todos los confines del planeta dónde el totalitarismo, donde las dictaduras han tomado el poder. Lo hemos visto en todos los continentes.

La Constitución Política de la República de Guatemala es la Ley fundamental de nuestro país. Es la que nos garantiza nuestros derechos constitucionales, que la Corte de Constitucionalidad debe defender y garantizar. Según las normas que nos rigen, el Juez Pesquisidor determina si el derecho de antejuicio debe o no ser retirado a un funcionario, y es a ese juez a quien compete la última palabra. Si esta vez la Corte Suprema ignora lo que diga el Juez Pesquisidor, ¿quién garantiza que no volverá a hacerlo en otro caso? Con ello, quedaría ignorado el papel de dicho juez, y por ende, anulado su rol en el proceso judicial. Todo porque resulta conveniente a quienes tienen secuestrado el Organismo Judicial que hoy día ha olvidado el emblema que lo representa (la mujer con los ojos vendados porque la justicia debe ser ciega, y la balanza porque debe ser justa) y tiene la balanza inclinada hacia la izquierda y en lugar de venda tiene una lupa para buscar a quien le resulta incómodo a su amo.

La gente es siempre rápida a criticar al Congreso. Pregunto, ¿en estas condiciones, estarían dispuestos a ocupar una curul en el Congreso y poner sus acciones dónde ponen sus palabras, sus insultos y su teclado?

Si hoy permitimos esta nueva forma de dictadura, que el país esté secuestrado por una casta que ha tomado el dominio de uno de los tres poderes del Estado, que no es precisamente el Ejecutivo, hasta dónde nos van a llevar. Ayer era corrupción, hoy es libre expresión del pensamiento. ¿Y mañana?

¿Es eso lo que queremos para Guatemala?

República es ajena a la opinión expresada en este artículo