No es un secreto que, así como es una herramienta increíble para acortar distancias y encontrar información al instante, también es un arma que bombardea con desinformación a millones de personas cada día. Y no solo desinformar, de alguna manera puede llegar a distorsionar nuestra realidad y las relaciones interpersonales que pretendemos mantener en el mundo real.
Un ejemplo claro que acaba de ocurrir es el de la decisión de unificar las clases de artes plásticas y formación musical. Alguien adentro de las redes sociales dijo que el Ministerio de Educación estaba suprimiendo ambas materias y como era de esperarse se armó todo un relajo. Si la decisión es correcta o no es harina de otro costal, el caso es que se difundió una información errónea y como si esto fuera poco, llegó a generar debate algo que no estaba ocurriendo.
Y el problema de la desinformación es que hay muchísimas personas que se quedan con lo erróneo y transmiten una y otra vez eso que está mal. Es como estar enfermo de gripe y toser con aboca abierta. Un acto descortés y que además afectará tarde o temprano al prójimo.
Si bien es responsabilidad de los medios entregar información verídica y lo más exacta posible, también forma parte de nuestra responsabilidad no creer lo primero que encontramos, ni en los medios tradicionales como radio y tele, mucho menos en internet. Digo que mucho menos en Internet porque todos tenemos la libertad de escribir y decir cualquier cosa, entonces podemos encontrar siempre información mal intencionada con ganas de crear controversia y alejar el foco de lo realmente importante. El consejo es este, comparar la información con varias fuentes y no compartir así por así algo que nos sorprenda o indigne. En especial si su intención es proteger a las personas que ama o recriminar una acción que parece injusta o cruel.
Sabemos que la información es poder y quién tiene la información, correcta, puede dominar. Es nuestra responsabilidad encontrar ese poder y utilizarlo de una manera consciente para que la misma fuerza que tiene vaya moviendo de a pocos aquellas acciones o actitudes que nos desagradan, incomodan y molestan. Llegó el momento de utilizar Internet de manera consciente y ordenada, de dejar de lado la excusa, muy antigua por cierto, de “lo dijeron en la radio”, “Es que así dijeron en la tele” o el nuevo de “Yo vi en Facebook que…” es una excusa porque nos volvimos tan haraganes que dejamos que nuestras herramientas para ir más allá piensen por nosotros.
República es ajena a la opinión expresada en este artículo
No es un secreto que, así como es una herramienta increíble para acortar distancias y encontrar información al instante, también es un arma que bombardea con desinformación a millones de personas cada día. Y no solo desinformar, de alguna manera puede llegar a distorsionar nuestra realidad y las relaciones interpersonales que pretendemos mantener en el mundo real.
Un ejemplo claro que acaba de ocurrir es el de la decisión de unificar las clases de artes plásticas y formación musical. Alguien adentro de las redes sociales dijo que el Ministerio de Educación estaba suprimiendo ambas materias y como era de esperarse se armó todo un relajo. Si la decisión es correcta o no es harina de otro costal, el caso es que se difundió una información errónea y como si esto fuera poco, llegó a generar debate algo que no estaba ocurriendo.
Y el problema de la desinformación es que hay muchísimas personas que se quedan con lo erróneo y transmiten una y otra vez eso que está mal. Es como estar enfermo de gripe y toser con aboca abierta. Un acto descortés y que además afectará tarde o temprano al prójimo.
Si bien es responsabilidad de los medios entregar información verídica y lo más exacta posible, también forma parte de nuestra responsabilidad no creer lo primero que encontramos, ni en los medios tradicionales como radio y tele, mucho menos en internet. Digo que mucho menos en Internet porque todos tenemos la libertad de escribir y decir cualquier cosa, entonces podemos encontrar siempre información mal intencionada con ganas de crear controversia y alejar el foco de lo realmente importante. El consejo es este, comparar la información con varias fuentes y no compartir así por así algo que nos sorprenda o indigne. En especial si su intención es proteger a las personas que ama o recriminar una acción que parece injusta o cruel.
Sabemos que la información es poder y quién tiene la información, correcta, puede dominar. Es nuestra responsabilidad encontrar ese poder y utilizarlo de una manera consciente para que la misma fuerza que tiene vaya moviendo de a pocos aquellas acciones o actitudes que nos desagradan, incomodan y molestan. Llegó el momento de utilizar Internet de manera consciente y ordenada, de dejar de lado la excusa, muy antigua por cierto, de “lo dijeron en la radio”, “Es que así dijeron en la tele” o el nuevo de “Yo vi en Facebook que…” es una excusa porque nos volvimos tan haraganes que dejamos que nuestras herramientas para ir más allá piensen por nosotros.
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