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Así era el bus del Liceo Javier (pero en la tarde)

Gabriel Arana Fuentes
07 de enero, 2018

Explorando escritos viejos y atemporales encontré en el blog un texto que vale la pena revivir. Me evocó muchas risas. Si sos exalumno del Javier o del San Ignacio, puede que me des la razón, quizá no. Total es un recuerdo.

Cuando Pasita se peinó con un gargajo (El bus del colegio, Instituto san Ignacio 96-98)

El bus del instituto pasaba dejando a los güiritos del javier de prekinder y aprovechando, pasaba recogiendo a los alumnos del instituto en el que yo estudiaba (ustedes saben, los jesuitas saben ahorrar costos).

En la ruta que a mí me tocaba había varios personajes. Yo era uno de ellos, pero no era el más importante. Siempre me golpeaban o cosas similares, pero ese no es el motivo de este post.

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Hoy viene a mi memoria el recuerdo de Nelson. El chavo era bien turbio. Estábamos en primero básico y a aquel eso del estudio no muy le gustaba.  Era bien cabrón, pero solo para las mañas, con quien apredí, dicho sea de paso, un par de mañas que aún me sirven. A veces me tomaba por un amigo, jajajaj. Me daba jalón.

En realidad, Nelson era un maldito, no se dejaba de nadie, a todos chingaba.

Era uno de esos casos, en el que son cabrones para todo, menos para el estudio (pero solo porque no les interesaba). Aquél era el mejor maquinero, no había quien le ganara Street Fighter II, cuando nos capeábamos los lunes de física, a las máquinas de Metrosur (1996).

Eso terminó cuando una mamá del Javier vio a alguno de los capeados con el uniforme de física. Llamó y literalmente pisamos todos. Ya no era seguro ir a Metrosur.

Recuerdo muchas cafradas, solo en primero básico, de las que solo fui testigo, en su mayoría.

Momentos sin precio: Ese es Cristobal Colón vaa, Profe.

Otro personaje era Pasita. Era un sujeto que estaba un año arriba de nosotros que no era muy ducho para los estudios. Chaparrísimos como él solo, con lentes de botella y feo, tan feo que tenía la cara arrugada, he ahí su apodo Pasita.

Nunca supe su nombre. Cuando la chingadera en el bus no era contra mí, era en contra de él, y las cosas eran peor, creo que por su estatura, además todos éramos hombres. Lo cavernícola aflora en la adolescencia cuando no hay mujeres presentes.

Yo era el nuevo a quien debían chingar, pero a él le tenían menos respeto, insisto, por feo y enano. Pobre serote.

Jamás es debido amenazar a nadie de un grado superior. Cuestionar su autoridad, era pedir vergazos. Ah, si, lo olvidaba, Pasita era NECIO, el hombrecito era tan obcecado que desesperaba.

Pero Pasita buscaba respeto y se metía con los grados menores. Él en segundo básico y nosotros en primero.

Pasita siguió chingando. Recuerdo que ese día era tanto el barullo, deje de ver a la ventana para ver la escena, juro por lo más sagrado que tres sillones separaban a Nelson de Pasita.

No olvido como aquel gargajo salió de la boca de Nelson y floto en globito por los aires dentro del bus 4.

Íbamos por la Aguilar Batres, cuando aquel gargajo se posó directo a la cabeza semipeluda de Pasita, entonces el tiempo se detuvo.

Pero seamos justos, Nelson lo había puesto en aviso:

“No me chingués Pasita de mierda que te voy a escupir y luego te voy a verguiar”.

Fue un viernes, cuando a las 12:45 sucedió todo. Nos dirigíamos a clases, comenzaban a las 13:35 horas.

(los viernes la mara siempre estaba en otra onda como cuando los perros se muerden la cola).

Nelson, con la sonrisa más macabra que puede tener un adolescente relativamente normal, inhaló tanto aire que le permitió que el moco bajara de su cabeza a su boca. A su vez, el aire permitió que escupiera…

el gargajo voló sobre Christian Macdonal (creo que era él, el que estaba sentado entre ellos dos), pasó sobre un lugar vació y cuando Pasita volteó, el gargajo fue a caer exactamente en la coronilla.

La risa estalló entre los alumnos de primero y tercero básico.

Por el contrario, los alumnos de segundo, sus pares, estaban ofendidísimos.  Le reclamaban a Pasita, su compañero, el que se defendiera.

Nelson sentenció:

“¡Y te estás tranquila putita, si no, te recontratalegueo enano mierda!”.

Pasita se bajó del asiento (literalmente), y se le dejó ir a Nelson. La risa macabra de Nelson que también era chaparro, pero más alto que Pasita, lo recibió de un talegazo que lo lanzón al asiento de enfrente.

Nelson se le dejó ir, le dio tres trompones más. Pasita, se esmeraba en no llorar, y se tocaba la nariz para ver si tenía sangre. Todos en silencio. Pasita regresó a su asiento.

El silencio duro segundos. Los de terceros, que sí eran los grandes y verguiadores, comenzaron a burlarse con una voz fingida de caricatura:

“Iiiiiiiiii, Pasita Marica te verguiaron”,

“Iiiiiii Pasita… vos Pasita, mirame, Pasita, no llorés Pasita te vas a arrugar más y tus hermanas te van a verguiar”

Y un largo etcétera. El bus ya estaba estacionado dentro del colegio, y la chingadera no se detenía.

Ese día Pasita dejó de ser aquél serotio que chingaba. Pasó de ser un serotío, a ser un serotío que metía con todos, menos con Nelson, hasta que se metió conmigo.

La pelea no fue tan dramática, aunque logré tranquilizar al enanín. Hasta que se metieron sus amigos a defenderlo.

Esa vez, yo estaba solo en el bus, no había nadie de tercero ni de primero.

Link original: El bus del colegio (Instituto san Ignacio 96-98)

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Así era el bus del Liceo Javier (pero en la tarde)

Gabriel Arana Fuentes
07 de enero, 2018

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Cuando Pasita se peinó con un gargajo (El bus del colegio, Instituto san Ignacio 96-98)

El bus del instituto pasaba dejando a los güiritos del javier de prekinder y aprovechando, pasaba recogiendo a los alumnos del instituto en el que yo estudiaba (ustedes saben, los jesuitas saben ahorrar costos).

En la ruta que a mí me tocaba había varios personajes. Yo era uno de ellos, pero no era el más importante. Siempre me golpeaban o cosas similares, pero ese no es el motivo de este post.

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Hoy viene a mi memoria el recuerdo de Nelson. El chavo era bien turbio. Estábamos en primero básico y a aquel eso del estudio no muy le gustaba.  Era bien cabrón, pero solo para las mañas, con quien apredí, dicho sea de paso, un par de mañas que aún me sirven. A veces me tomaba por un amigo, jajajaj. Me daba jalón.

En realidad, Nelson era un maldito, no se dejaba de nadie, a todos chingaba.

Era uno de esos casos, en el que son cabrones para todo, menos para el estudio (pero solo porque no les interesaba). Aquél era el mejor maquinero, no había quien le ganara Street Fighter II, cuando nos capeábamos los lunes de física, a las máquinas de Metrosur (1996).

Eso terminó cuando una mamá del Javier vio a alguno de los capeados con el uniforme de física. Llamó y literalmente pisamos todos. Ya no era seguro ir a Metrosur.

Recuerdo muchas cafradas, solo en primero básico, de las que solo fui testigo, en su mayoría.

Momentos sin precio: Ese es Cristobal Colón vaa, Profe.

Otro personaje era Pasita. Era un sujeto que estaba un año arriba de nosotros que no era muy ducho para los estudios. Chaparrísimos como él solo, con lentes de botella y feo, tan feo que tenía la cara arrugada, he ahí su apodo Pasita.

Nunca supe su nombre. Cuando la chingadera en el bus no era contra mí, era en contra de él, y las cosas eran peor, creo que por su estatura, además todos éramos hombres. Lo cavernícola aflora en la adolescencia cuando no hay mujeres presentes.

Yo era el nuevo a quien debían chingar, pero a él le tenían menos respeto, insisto, por feo y enano. Pobre serote.

Jamás es debido amenazar a nadie de un grado superior. Cuestionar su autoridad, era pedir vergazos. Ah, si, lo olvidaba, Pasita era NECIO, el hombrecito era tan obcecado que desesperaba.

Pero Pasita buscaba respeto y se metía con los grados menores. Él en segundo básico y nosotros en primero.

Pasita siguió chingando. Recuerdo que ese día era tanto el barullo, deje de ver a la ventana para ver la escena, juro por lo más sagrado que tres sillones separaban a Nelson de Pasita.

No olvido como aquel gargajo salió de la boca de Nelson y floto en globito por los aires dentro del bus 4.

Íbamos por la Aguilar Batres, cuando aquel gargajo se posó directo a la cabeza semipeluda de Pasita, entonces el tiempo se detuvo.

Pero seamos justos, Nelson lo había puesto en aviso:

“No me chingués Pasita de mierda que te voy a escupir y luego te voy a verguiar”.

Fue un viernes, cuando a las 12:45 sucedió todo. Nos dirigíamos a clases, comenzaban a las 13:35 horas.

(los viernes la mara siempre estaba en otra onda como cuando los perros se muerden la cola).

Nelson, con la sonrisa más macabra que puede tener un adolescente relativamente normal, inhaló tanto aire que le permitió que el moco bajara de su cabeza a su boca. A su vez, el aire permitió que escupiera…

el gargajo voló sobre Christian Macdonal (creo que era él, el que estaba sentado entre ellos dos), pasó sobre un lugar vació y cuando Pasita volteó, el gargajo fue a caer exactamente en la coronilla.

La risa estalló entre los alumnos de primero y tercero básico.

Por el contrario, los alumnos de segundo, sus pares, estaban ofendidísimos.  Le reclamaban a Pasita, su compañero, el que se defendiera.

Nelson sentenció:

“¡Y te estás tranquila putita, si no, te recontratalegueo enano mierda!”.

Pasita se bajó del asiento (literalmente), y se le dejó ir a Nelson. La risa macabra de Nelson que también era chaparro, pero más alto que Pasita, lo recibió de un talegazo que lo lanzón al asiento de enfrente.

Nelson se le dejó ir, le dio tres trompones más. Pasita, se esmeraba en no llorar, y se tocaba la nariz para ver si tenía sangre. Todos en silencio. Pasita regresó a su asiento.

El silencio duro segundos. Los de terceros, que sí eran los grandes y verguiadores, comenzaron a burlarse con una voz fingida de caricatura:

“Iiiiiiiiii, Pasita Marica te verguiaron”,

“Iiiiiii Pasita… vos Pasita, mirame, Pasita, no llorés Pasita te vas a arrugar más y tus hermanas te van a verguiar”

Y un largo etcétera. El bus ya estaba estacionado dentro del colegio, y la chingadera no se detenía.

Ese día Pasita dejó de ser aquél serotio que chingaba. Pasó de ser un serotío, a ser un serotío que metía con todos, menos con Nelson, hasta que se metió conmigo.

La pelea no fue tan dramática, aunque logré tranquilizar al enanín. Hasta que se metieron sus amigos a defenderlo.

Esa vez, yo estaba solo en el bus, no había nadie de tercero ni de primero.

Link original: El bus del colegio (Instituto san Ignacio 96-98)

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