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No esperaba nada…

José Carlos Ortega
20 de enero, 2018

Los grupos desestabilizadores no le iban a permitir nada, ni haciendo, ni dejando de hacer.

Se dice que en una relación, uno de los puntos de mayor madurez y crecimiento emocional es cuando no se espera nada de la otra persona, y en cambio, se la acepta tal cual, o no. En las relaciones que deben existir, como la relación parental, filial, conyugal la respuesta a las frustraciones es eliminar esas expectativas y depender únicamente de mi comportamiento, haciendo para la relación el esfuerzo, el trabajo que yo deba realizar, lo que depende de mí: amo sin condiciones, acepto y lo reflejo con mis acciones.

Conocí al Presidente Jimmy Morales Cabrera cuando iniciaba la carrera presidencial en 2015. En esa atípica campaña electoral se presentó delante de un grupo de amigos, los que pertenecemos a un tanque de pensamiento en el que intentamos promover un Estado de Derecho que respete los derechos individuales de las personas – creación divina para los que creemos y biológica para los que no -, que son superiores y anteriores a la existencia – creación humana, por cierto – de los Estados. Promovemos la justicia, la libertad, los valores. En aquella ocasión, en compañía de su compañero de fórmula, el actual vicepresidente Dr. Jafeth Cabrera, exrector de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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La línea base de su planteamiento político-económica iniciaba con la necesidad de combatir la pobreza y la desigualdad. El método… bueno, el método era un gallo-gallina donde se promoverían ciertas cosas y el Estado serviría para combatir muchas otras, con la idea permanentemente absurda de que puede con todo y dispone de los recursos suficientes. Cuestionamos el método explicándole de forma brevísima el proceso económico para salir de la pobreza: que las personas tengan trabajo para suplir las necesidades de sus familias, por lo cual se necesitará de muchas más empresas que creen puestos de trabajo, lo cual requerirá de inversiones, que se sustentan en seguridad – jurídica en el cumplimiento de normas y contratos y no violencia o seguridad personal -, que significa CONFIANZA. Además de ello, fue cuestionado por su escasa participación política que se circunscribía a una candidatura a la alcaldía de la ciudad de Mixco cuatro años antes, la cual perdió. Su proyecto de vida incluía en 2015 realizar una campaña nacional, a la espera, como decía no sólo él, hacer cola para las siguientes elecciones.

Pasaba el año 2015 y una serie de eventos, en este caso afortunados, fue cambiando posiciones. Al mes se posicionó como la opción que más crecía en las redes sociales, y ante la ausencia de encuestas públicas, los rumores y el voto de rechazo a lo tradicional en la política fue haciendo que el nombre del candidato se rumoreara en las reuniones de los guatemaltecos.

También he de decir que nunca vi un programa completo del programa “Moralejas”, ni la película de Gerardi, protagonizada por su hermano Sammy, ni la película de “Un presidente de a sombrero” en la cual tenía una profética actuación estelar. Los muy escasos chistecillos del programa Moralejas que logré ver mientras hacía zapping no me parecían chistosos, y sin la obligación de tener que ver ese canal, a diferencia de miles de guatemaltecos a quienes esa era su única o muy escasa elección, cambiaba canal. Entendí que no estaba diseñado para que yo lo viera, no era yo su público objetivo, su “target”. Pero, el hoy presidente Jimmy Morales se posicionó en las mentes y corazones de los guatemaltecos, desarrolló una actividad económica en la creación de sus proyectos y de su empresa en un segmento tan complicado como el arte y cultura, pagó salarios e impuestos, fue creativo, sus bromas no eran inmorales, ni vulgares. Me molestó que luego de ser expuesta su posición en la entrevista que un conocido periodista le hiciera, donde se revelara la falta en la declaración de carreras universitarias aprobadas, la editaran y cambiaran los diálogos. Denotó falta de seriedad, transparencia y responsabilidad.

Los grandes contendientes no eran queridos por la población, rojo prepotente presidente se le decía que no, verde displicente quería hacernos olvidar la amenaza de su futura elección y permanencia voluntaria, además de la corrupción en el gobierno donde hiciera de las funciones usurpación, y el naranja echando tierra de por medio en cada día que el gobierno que co-presidían se despedazaba.

Los otros candidatos, con discursos agotados, no crecían y la promesa de “ni corrupto, ni ladrón” fue colándose en la mente de los votantes. Lo primero, eso sí, era librarse de la amenaza rojiverde.

Entonces, nunca esperé nada… solo lograr librarnos de caer en… manos de lo peor. Con la esperanza que no se agota, le deseamos lo mejor, pero sabiendo que las competencias no eran suficientes, no eran adecuadas.

Por ello surgió el primer gran error de su gobierno, el intentar hacer suya el combate a la corrupción y la impunidad. Ni era de él, ni le iban a compartir la gloria. La señal más clara era el apresamiento y de algunos de los militares que lo apoyaron y le eran cercanos, a pocos días de la investidura presidencial. Los grupos desestabilizadores no le iban a permitir nada, ni haciendo, ni dejando de hacer.

El agotamiento ha sido grave, alianzas con los sectores señalados para replegarse y hacer un frente común. El presidente ha quedado entre dos fuegos, pero con la capa con los supuestos poderes de invisibilidad. A lo único que le puede apostar es a personas fieles, el peligro es que sean señalados y acusados y lo involucren o hagan caer también a él.

El panorama no es alentador. Escasez de esperanza, en un año cargado de incertidumbre, que en la ecuación económica no luce bien. El camino, el de siempre, principios y valores antes que personas. Hacer lo correcto para la conciencia. Trabajar con ahínco y llamar a los mejores en el marco de la lealtad, y regresar al Mejor de los mejores.

A diferencia de otras relaciones donde o yo esperaba, o esperaban mucho de mí, no espero nada, no puedo ser defaudado… he allí el panorama de la segunda mitad.

Sígame y coménte en Twitter: @josekrlos

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

No esperaba nada…

José Carlos Ortega
20 de enero, 2018

Los grupos desestabilizadores no le iban a permitir nada, ni haciendo, ni dejando de hacer.

Se dice que en una relación, uno de los puntos de mayor madurez y crecimiento emocional es cuando no se espera nada de la otra persona, y en cambio, se la acepta tal cual, o no. En las relaciones que deben existir, como la relación parental, filial, conyugal la respuesta a las frustraciones es eliminar esas expectativas y depender únicamente de mi comportamiento, haciendo para la relación el esfuerzo, el trabajo que yo deba realizar, lo que depende de mí: amo sin condiciones, acepto y lo reflejo con mis acciones.

Conocí al Presidente Jimmy Morales Cabrera cuando iniciaba la carrera presidencial en 2015. En esa atípica campaña electoral se presentó delante de un grupo de amigos, los que pertenecemos a un tanque de pensamiento en el que intentamos promover un Estado de Derecho que respete los derechos individuales de las personas – creación divina para los que creemos y biológica para los que no -, que son superiores y anteriores a la existencia – creación humana, por cierto – de los Estados. Promovemos la justicia, la libertad, los valores. En aquella ocasión, en compañía de su compañero de fórmula, el actual vicepresidente Dr. Jafeth Cabrera, exrector de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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La línea base de su planteamiento político-económica iniciaba con la necesidad de combatir la pobreza y la desigualdad. El método… bueno, el método era un gallo-gallina donde se promoverían ciertas cosas y el Estado serviría para combatir muchas otras, con la idea permanentemente absurda de que puede con todo y dispone de los recursos suficientes. Cuestionamos el método explicándole de forma brevísima el proceso económico para salir de la pobreza: que las personas tengan trabajo para suplir las necesidades de sus familias, por lo cual se necesitará de muchas más empresas que creen puestos de trabajo, lo cual requerirá de inversiones, que se sustentan en seguridad – jurídica en el cumplimiento de normas y contratos y no violencia o seguridad personal -, que significa CONFIANZA. Además de ello, fue cuestionado por su escasa participación política que se circunscribía a una candidatura a la alcaldía de la ciudad de Mixco cuatro años antes, la cual perdió. Su proyecto de vida incluía en 2015 realizar una campaña nacional, a la espera, como decía no sólo él, hacer cola para las siguientes elecciones.

Pasaba el año 2015 y una serie de eventos, en este caso afortunados, fue cambiando posiciones. Al mes se posicionó como la opción que más crecía en las redes sociales, y ante la ausencia de encuestas públicas, los rumores y el voto de rechazo a lo tradicional en la política fue haciendo que el nombre del candidato se rumoreara en las reuniones de los guatemaltecos.

También he de decir que nunca vi un programa completo del programa “Moralejas”, ni la película de Gerardi, protagonizada por su hermano Sammy, ni la película de “Un presidente de a sombrero” en la cual tenía una profética actuación estelar. Los muy escasos chistecillos del programa Moralejas que logré ver mientras hacía zapping no me parecían chistosos, y sin la obligación de tener que ver ese canal, a diferencia de miles de guatemaltecos a quienes esa era su única o muy escasa elección, cambiaba canal. Entendí que no estaba diseñado para que yo lo viera, no era yo su público objetivo, su “target”. Pero, el hoy presidente Jimmy Morales se posicionó en las mentes y corazones de los guatemaltecos, desarrolló una actividad económica en la creación de sus proyectos y de su empresa en un segmento tan complicado como el arte y cultura, pagó salarios e impuestos, fue creativo, sus bromas no eran inmorales, ni vulgares. Me molestó que luego de ser expuesta su posición en la entrevista que un conocido periodista le hiciera, donde se revelara la falta en la declaración de carreras universitarias aprobadas, la editaran y cambiaran los diálogos. Denotó falta de seriedad, transparencia y responsabilidad.

Los grandes contendientes no eran queridos por la población, rojo prepotente presidente se le decía que no, verde displicente quería hacernos olvidar la amenaza de su futura elección y permanencia voluntaria, además de la corrupción en el gobierno donde hiciera de las funciones usurpación, y el naranja echando tierra de por medio en cada día que el gobierno que co-presidían se despedazaba.

Los otros candidatos, con discursos agotados, no crecían y la promesa de “ni corrupto, ni ladrón” fue colándose en la mente de los votantes. Lo primero, eso sí, era librarse de la amenaza rojiverde.

Entonces, nunca esperé nada… solo lograr librarnos de caer en… manos de lo peor. Con la esperanza que no se agota, le deseamos lo mejor, pero sabiendo que las competencias no eran suficientes, no eran adecuadas.

Por ello surgió el primer gran error de su gobierno, el intentar hacer suya el combate a la corrupción y la impunidad. Ni era de él, ni le iban a compartir la gloria. La señal más clara era el apresamiento y de algunos de los militares que lo apoyaron y le eran cercanos, a pocos días de la investidura presidencial. Los grupos desestabilizadores no le iban a permitir nada, ni haciendo, ni dejando de hacer.

El agotamiento ha sido grave, alianzas con los sectores señalados para replegarse y hacer un frente común. El presidente ha quedado entre dos fuegos, pero con la capa con los supuestos poderes de invisibilidad. A lo único que le puede apostar es a personas fieles, el peligro es que sean señalados y acusados y lo involucren o hagan caer también a él.

El panorama no es alentador. Escasez de esperanza, en un año cargado de incertidumbre, que en la ecuación económica no luce bien. El camino, el de siempre, principios y valores antes que personas. Hacer lo correcto para la conciencia. Trabajar con ahínco y llamar a los mejores en el marco de la lealtad, y regresar al Mejor de los mejores.

A diferencia de otras relaciones donde o yo esperaba, o esperaban mucho de mí, no espero nada, no puedo ser defaudado… he allí el panorama de la segunda mitad.

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República es ajena a la opinión expresada en este artículo