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La cruda realidad

Claudia Galán
23 de enero, 2018

Meses atrás se anunciaba como un posible efecto del cese de operaciones de Minera San Rafael, la pérdida de empleos formales generados a través de esta actividad productiva.

Lamentablemente hoy ya es una realidad. Justamente el pasado lunes fue anunciada la pérdida de 250 empleos derivado de la paralización de operaciones de la minera.

Si vemos la evolución en la contribución de este sector en la producción nacional durante los últimos cinco años, para 2012 la explotación minera representó el 2.83% del PIB. Mientras que para 2017 su impacto en la economía fue del -0.35%.

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Este drástico cambio del aporte de la minería en la economía guatemalteca sin duda ha tenido un impacto nocivo en la generación de empleo formal, de acuerdo a la población afiliada al seguro social en el municipio de San Rafael Las Flores, con 19% menos.

Si contrastamos esta realidad con el aporte de la minería en otras economías latinoamericanas como el caso del Ecuador, el escenario es totalmente contrario.

Los sectores de la minería y la construcción aportaron más de US$2 mil millones al crecimiento de la economía ecuatoriana en el 2018.

Fue galardonado como el mejor país en desarrollo minero y el país más innovador en los Mines and Money Americas 2017. Este sector superó la meta en atracción de IED al alcanzar más de US$1 mil 300 millones en explotación y desarrollo de proyectos entre 2017 y 2021, generando alrededor de 1 mil 636 nuevos empleos el año anterior con un aporte proyectado de US$1 mil millones a la economía este año. Por primera vez en la última década, retomó procesos de diálogo con la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, con el fin de socializar proyectos mineros estratégicos y definir su participación en el desarrollo de esta industria.

La realidad para Guatemala es totalmente contraria. Los fallos desfavorables de las cortes, la débil certeza jurídica y la falta de reglas claras con instituciones fuertes y sólidas, golpeó la contribución económica de la minería no solamente en términos del PIB y la generación de empleo, sino también en materia de regalías y recaudación tributaria.

Revertir esta cruda realidad obliga a pensar en crear las condiciones necesarias para estimular la inversión en este u otros sectores productivos. La realidad es que hoy ningún sector absorbe los empleos perdidos y no existen las condiciones para atraer nuevos. Mientras no exista un plan de reactivación económica a través de un incremento en el gasto público, no veremos un cambio sólido que se traduzca en mayor desarrollo para el país.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

La cruda realidad

Claudia Galán
23 de enero, 2018

Meses atrás se anunciaba como un posible efecto del cese de operaciones de Minera San Rafael, la pérdida de empleos formales generados a través de esta actividad productiva.

Lamentablemente hoy ya es una realidad. Justamente el pasado lunes fue anunciada la pérdida de 250 empleos derivado de la paralización de operaciones de la minera.

Si vemos la evolución en la contribución de este sector en la producción nacional durante los últimos cinco años, para 2012 la explotación minera representó el 2.83% del PIB. Mientras que para 2017 su impacto en la economía fue del -0.35%.

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Este drástico cambio del aporte de la minería en la economía guatemalteca sin duda ha tenido un impacto nocivo en la generación de empleo formal, de acuerdo a la población afiliada al seguro social en el municipio de San Rafael Las Flores, con 19% menos.

Si contrastamos esta realidad con el aporte de la minería en otras economías latinoamericanas como el caso del Ecuador, el escenario es totalmente contrario.

Los sectores de la minería y la construcción aportaron más de US$2 mil millones al crecimiento de la economía ecuatoriana en el 2018.

Fue galardonado como el mejor país en desarrollo minero y el país más innovador en los Mines and Money Americas 2017. Este sector superó la meta en atracción de IED al alcanzar más de US$1 mil 300 millones en explotación y desarrollo de proyectos entre 2017 y 2021, generando alrededor de 1 mil 636 nuevos empleos el año anterior con un aporte proyectado de US$1 mil millones a la economía este año. Por primera vez en la última década, retomó procesos de diálogo con la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, con el fin de socializar proyectos mineros estratégicos y definir su participación en el desarrollo de esta industria.

La realidad para Guatemala es totalmente contraria. Los fallos desfavorables de las cortes, la débil certeza jurídica y la falta de reglas claras con instituciones fuertes y sólidas, golpeó la contribución económica de la minería no solamente en términos del PIB y la generación de empleo, sino también en materia de regalías y recaudación tributaria.

Revertir esta cruda realidad obliga a pensar en crear las condiciones necesarias para estimular la inversión en este u otros sectores productivos. La realidad es que hoy ningún sector absorbe los empleos perdidos y no existen las condiciones para atraer nuevos. Mientras no exista un plan de reactivación económica a través de un incremento en el gasto público, no veremos un cambio sólido que se traduzca en mayor desarrollo para el país.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo