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Ahorcando al Estado

Redacción
28 de enero, 2018

En 2021 será lo que suele llamarse el bicentenario de la emancipación política de Guatemala del España. En el periodo colonial Guatemala con una extensión territorial de 404,000 kilómetros cuadrados era una metrópoli. Sin un Virrey como fue el caso de la Nueva España y Perú dependía en sus acciones directamente de la corte real. En 1821 comenzó una serie de intestinas confrontaciones que hoy a tres años del bicentenario queda reducida a una porción de su territorio. 120,000 fueron cedidos a México y 21,900 kilómetros usurpados por Gran Bretaña y declarada independiente de esta el 21 de septiembre de 1981. Una acción a todas luces con vicios y autores de esos vicios.

La desaceleración económica debido a falta de seguridad jurídica y fallos totalmente ilegales producidos en el seno mismo de la Corte de Constitucionalidad en cuanto a la producción minera e hidroeléctrica alejan del sector formal del país a la industria guatemalteca produciendo un efecto dominó entre los más necesitados. Sin embargo, la carga tributaria impuesta sobre unos pocos hace ver a Solorzano Foppa como un héroe nacional cuando con sus acciones es responsable de la miseria económica del Estado con políticas terroristas de recaudación sobre la minoría de los que tributan.

El ministro de educación Oscar Hugo López Rivas es incapaz de responder ese retroceso en la educación cuando se recetan incrementos debido a pactos colectivos a costa de la naturaleza de la propia institución. Solamente un centavo de cada quetzal asignado a esa cartera se invierte en educación de adultos y el Conalfa y su pléyade de sindicatos han destruido la razón de ser de una institución que claramente debe desaparecer.

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Los niveles alcanzados durante el gobierno de Alfonso Portillo en el cual la cobertura escolar del nivel primario llegó a su mejor momento con un noventa y seis por ciento de cobertura descendió en el último lustro a ochenta y cinco por ciento. El resultado del censo de población que se tiene planificado mostrará cifras muchísimo mas alarmantes. Esto quiere decir que cuando la curva de población llegue a su nivel más alto y de ahí inicie el descenso poblacional la mayor parte de lo logrado hasta hoy habrá desaparecido. Si hoy quince de cada cien guatemaltecos no tienen acceso a niveles elementales de educación para 2035 el país tendrá índices alarmantes en subdesarrollo a pesar de que las industrias por el tamaño de la población habrán optimizado completamente su eficiencia productiva.

La destrucción del Estado guatemalteco ha sido histórica, sistemática y paulatina. Sin embargo, ahora se unen a ese proceso sus propias instituciones creando un canibalismo político en manos de oportunistas a manos llenas.

Ahorcar al Estado de Guatemala es confiar que los que están provocando cambios están haciendo las cosas sensatamente. Lo que han hecho es dejar que muchos ciudadanos no tengan oportunidades de empleo y que la economía se desacelere en forma alarmante.

Este ahogo del Estado es producto de personas que cobrando jugosos salarios se han perpetuado en el Congreso sin poder ser agente de cambio, pero si tienen una enorme boca para vociferar en contra de quien trabaja.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Ahorcando al Estado

Redacción
28 de enero, 2018

En 2021 será lo que suele llamarse el bicentenario de la emancipación política de Guatemala del España. En el periodo colonial Guatemala con una extensión territorial de 404,000 kilómetros cuadrados era una metrópoli. Sin un Virrey como fue el caso de la Nueva España y Perú dependía en sus acciones directamente de la corte real. En 1821 comenzó una serie de intestinas confrontaciones que hoy a tres años del bicentenario queda reducida a una porción de su territorio. 120,000 fueron cedidos a México y 21,900 kilómetros usurpados por Gran Bretaña y declarada independiente de esta el 21 de septiembre de 1981. Una acción a todas luces con vicios y autores de esos vicios.

La desaceleración económica debido a falta de seguridad jurídica y fallos totalmente ilegales producidos en el seno mismo de la Corte de Constitucionalidad en cuanto a la producción minera e hidroeléctrica alejan del sector formal del país a la industria guatemalteca produciendo un efecto dominó entre los más necesitados. Sin embargo, la carga tributaria impuesta sobre unos pocos hace ver a Solorzano Foppa como un héroe nacional cuando con sus acciones es responsable de la miseria económica del Estado con políticas terroristas de recaudación sobre la minoría de los que tributan.

El ministro de educación Oscar Hugo López Rivas es incapaz de responder ese retroceso en la educación cuando se recetan incrementos debido a pactos colectivos a costa de la naturaleza de la propia institución. Solamente un centavo de cada quetzal asignado a esa cartera se invierte en educación de adultos y el Conalfa y su pléyade de sindicatos han destruido la razón de ser de una institución que claramente debe desaparecer.

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Los niveles alcanzados durante el gobierno de Alfonso Portillo en el cual la cobertura escolar del nivel primario llegó a su mejor momento con un noventa y seis por ciento de cobertura descendió en el último lustro a ochenta y cinco por ciento. El resultado del censo de población que se tiene planificado mostrará cifras muchísimo mas alarmantes. Esto quiere decir que cuando la curva de población llegue a su nivel más alto y de ahí inicie el descenso poblacional la mayor parte de lo logrado hasta hoy habrá desaparecido. Si hoy quince de cada cien guatemaltecos no tienen acceso a niveles elementales de educación para 2035 el país tendrá índices alarmantes en subdesarrollo a pesar de que las industrias por el tamaño de la población habrán optimizado completamente su eficiencia productiva.

La destrucción del Estado guatemalteco ha sido histórica, sistemática y paulatina. Sin embargo, ahora se unen a ese proceso sus propias instituciones creando un canibalismo político en manos de oportunistas a manos llenas.

Ahorcar al Estado de Guatemala es confiar que los que están provocando cambios están haciendo las cosas sensatamente. Lo que han hecho es dejar que muchos ciudadanos no tengan oportunidades de empleo y que la economía se desacelere en forma alarmante.

Este ahogo del Estado es producto de personas que cobrando jugosos salarios se han perpetuado en el Congreso sin poder ser agente de cambio, pero si tienen una enorme boca para vociferar en contra de quien trabaja.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo