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TranseUrbano

María Dolores Arias
19 de febrero, 2018

La semana pasada el Ministerio Público, MP, y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, CICIG, explicaron el motivo de la captura del expresidente Álvaro Colom y de varios exministros de su gobierno. Según sus investigaciones, el expresidente Colom y sus exministros aprobaron de forma anómala la transferencia de Q270 millones a un grupo de seudoempresarios del transporte público.

El inicio de la trama de este “transe”, al parecer, data de 2007 cuando este grupo, la Asociación de Empresas de Autobuses Urbanos, AEAU, utilizó sus buses para movilizar votantes en las elecciones que ganó la Unidad de la Esperanza, UNE, partido con el que compitió Colom.

Sin embargo, si somos más acuciosos con la situación nos daremos cuenta que el problema del transporte público en la Ciudad de Guatemala data de mucho tiempo atrás, basta con recordar la compra de los buses “tomates” denunciada, en su momento, por los medios como anómala y con sospechas de corrupción.

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El “control” y la “regulación” del transporte público urbano en la ciudad ha sido una enorme oportunidad para expoliar a los tributarios. Con la excusa del bien público y del bien común, el gobierno ha asumido funciones de regulador del transporte urbano y con ello también la potestad de disponer de nuestros recursos,  léase impuestos, para “utilizarlos” en dicho fin.

Considero que el principal problema, además del robo de nuestro dinero, es el sistema de carteles que el mismo gobierno ha creado y mantiene en el transporte urbano. Permítame explicarles porqué las cosas no cambiarán si seguimos con el sistema actual:

Primero, un sistema cerrado donde no es posible la competencia ya que el gobierno la impide con barreras de entrada muy altas crea un servicio deficiente sino es que pésimo. Al no haber competencia, no hay necesidad de innovar ni mejorar, por consiguiente quienes ven las oportunidades de brindar un mejor servicio no pueden hacerlo ya que las regulaciones lo hacen complicado.  Hay muchas historias de dueños de microbuses que trataron de ofrecer sus servicios de forma privada en las colonias más alejadas del centro y fueron amenazados por los seudoempresarios del transporte para que desistieran.

Segundo: en un sistema donde el gobierno “controla” y “regula” los precios del transporte urbano, los seudoempresarios tienen la excusa perfecta para pedir un subsidio y los politiqueros para embolsarse una parte. En cambio, si el precio es libre y la competencia también, surgirán muchas opciones con diferentes precios desde tuc-tus en las colonias hasta servicios particulares colectivos. Uber es un ejemplo de cómo en libertad surgen múltiples opciones.

Tercero: Un sistema monopólico de carteles, controlado y regulado por el gobierno son los  sistemas ideales para hacer “alianzas” entre los políticos, burócratas y seudoempresarios para defraudar al tributario y robarle su dinero. Un ejemplo de esto fue el dinero que se usó, Q21.4 millones, para las “paradas solidarias”, las cuales se denunció habían sido sobrevaloradas, el pago de guardias por Q48 millones, o los contratos de cámaras de vigilancia por Q456.2 millones, así como la exoneración de impuestos en la compra de los buses que por cierto también salió del dinero de los tributarios.

El TranseUrbano sólo es un ejemplo de lo que sucede cuando el gobierno interviene el mercado, cuando nos hacen creer que no es posible encontrar mejores opciones de forma privada y que es el gobierno el único que puede solucionarlo.

El TranseUrbano nos ha costado mucho más de los Q270 millones que se ha determinado en esta primera fase de la investigación, ha costado muchas vidas en los asaltos y en las extorsiones, ha costado la doble tributación de muchos que prefieren usar opciones privadas más seguras pero “clandestinas”, según el gobierno, y por ello más caras.

El TranseUrbano es resultado de un sistema donde el gobierno lo controla todo, beneficia al gobernante de turno y a un pequeño grupo de “seudoempresarios”; y es el tributario, quién al final termina pagando todo. En pocas palabras, el TranseUrbano es el ejemplo del actual sistema donde el gobierno interviene en todo y el tributario paga la cuenta.

@Md30

Facebook.com/Mda30

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

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María Dolores Arias
19 de febrero, 2018

La semana pasada el Ministerio Público, MP, y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, CICIG, explicaron el motivo de la captura del expresidente Álvaro Colom y de varios exministros de su gobierno. Según sus investigaciones, el expresidente Colom y sus exministros aprobaron de forma anómala la transferencia de Q270 millones a un grupo de seudoempresarios del transporte público.

El inicio de la trama de este “transe”, al parecer, data de 2007 cuando este grupo, la Asociación de Empresas de Autobuses Urbanos, AEAU, utilizó sus buses para movilizar votantes en las elecciones que ganó la Unidad de la Esperanza, UNE, partido con el que compitió Colom.

Sin embargo, si somos más acuciosos con la situación nos daremos cuenta que el problema del transporte público en la Ciudad de Guatemala data de mucho tiempo atrás, basta con recordar la compra de los buses “tomates” denunciada, en su momento, por los medios como anómala y con sospechas de corrupción.

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El “control” y la “regulación” del transporte público urbano en la ciudad ha sido una enorme oportunidad para expoliar a los tributarios. Con la excusa del bien público y del bien común, el gobierno ha asumido funciones de regulador del transporte urbano y con ello también la potestad de disponer de nuestros recursos,  léase impuestos, para “utilizarlos” en dicho fin.

Considero que el principal problema, además del robo de nuestro dinero, es el sistema de carteles que el mismo gobierno ha creado y mantiene en el transporte urbano. Permítame explicarles porqué las cosas no cambiarán si seguimos con el sistema actual:

Primero, un sistema cerrado donde no es posible la competencia ya que el gobierno la impide con barreras de entrada muy altas crea un servicio deficiente sino es que pésimo. Al no haber competencia, no hay necesidad de innovar ni mejorar, por consiguiente quienes ven las oportunidades de brindar un mejor servicio no pueden hacerlo ya que las regulaciones lo hacen complicado.  Hay muchas historias de dueños de microbuses que trataron de ofrecer sus servicios de forma privada en las colonias más alejadas del centro y fueron amenazados por los seudoempresarios del transporte para que desistieran.

Segundo: en un sistema donde el gobierno “controla” y “regula” los precios del transporte urbano, los seudoempresarios tienen la excusa perfecta para pedir un subsidio y los politiqueros para embolsarse una parte. En cambio, si el precio es libre y la competencia también, surgirán muchas opciones con diferentes precios desde tuc-tus en las colonias hasta servicios particulares colectivos. Uber es un ejemplo de cómo en libertad surgen múltiples opciones.

Tercero: Un sistema monopólico de carteles, controlado y regulado por el gobierno son los  sistemas ideales para hacer “alianzas” entre los políticos, burócratas y seudoempresarios para defraudar al tributario y robarle su dinero. Un ejemplo de esto fue el dinero que se usó, Q21.4 millones, para las “paradas solidarias”, las cuales se denunció habían sido sobrevaloradas, el pago de guardias por Q48 millones, o los contratos de cámaras de vigilancia por Q456.2 millones, así como la exoneración de impuestos en la compra de los buses que por cierto también salió del dinero de los tributarios.

El TranseUrbano sólo es un ejemplo de lo que sucede cuando el gobierno interviene el mercado, cuando nos hacen creer que no es posible encontrar mejores opciones de forma privada y que es el gobierno el único que puede solucionarlo.

El TranseUrbano nos ha costado mucho más de los Q270 millones que se ha determinado en esta primera fase de la investigación, ha costado muchas vidas en los asaltos y en las extorsiones, ha costado la doble tributación de muchos que prefieren usar opciones privadas más seguras pero “clandestinas”, según el gobierno, y por ello más caras.

El TranseUrbano es resultado de un sistema donde el gobierno lo controla todo, beneficia al gobernante de turno y a un pequeño grupo de “seudoempresarios”; y es el tributario, quién al final termina pagando todo. En pocas palabras, el TranseUrbano es el ejemplo del actual sistema donde el gobierno interviene en todo y el tributario paga la cuenta.

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República es ajena a la opinión expresada en este artículo