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La corrupción es el nombre y no el apellido

Claudia Galán
22 de febrero, 2018

Uno de los principales retos de las ciencias sociales y particularmente de la economía, es inferir en cómo alcanzar crecimiento económico sostenido. Existen numerosos estudios que muestran la incidencia de diferentes variables en el crecimiento de los países, entre ellas las instituciones y la corrupción.

Para entender la relación entre corrupción y crecimiento es importante abordar primeramente la institucionalidad. Esta última tiene una fuerte contribución en la competitividad y el crecimiento, dado que una fuerte institucionalidad afianza las inversiones en un país, organiza la producción y juega un papel fundamental en la implementación de políticas públicas.

Sin embargo, cuando las instituciones son débiles y no funcionan de manera adecuada la corrupción puede ser un elemento perjudicial. Esta puede remplazar la carencia de las funciones institucionales y actuar en contra de la producción.

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En este sentido, la corrupción se convierte en una variable perjudicial para el crecimiento. Para muestra un botón. Guatemala hoy ya ha evidenciado el impacto económico de los altos niveles de corrupción, al disminuir la inversión doméstica, la Inversión Extranjera Directa (IED), y la productividad del país. La inversión ha caído a niveles del 2014 y apenas alcanza el 1.6% del PIB, mientras otros países de la región como Nicaragua y Panamá superan el 5% del PIB.

Aunque lo anterior no parece preocupar a las cortes del país al suspender un proyecto minero con alto impacto en el desarrollo económico y social del departamento de Santa Rosa, en el largo plazo las mermas en el empleo formal serán perjudiciales para el país.

Es así como la corrupción genera fuertes distorsiones al impactar el sistema institucional entendiendo los derechos de propiedad, la estabilidad política y el sistema político como tal.

Bajo la premisa que el gobierno recauda impuestos e invierte en bienes públicos de calidad para facilitar la producción privada, el crecimiento es mayor cuando la estabilidad política y los derechos de propiedad son tomados en cuenta. Pero los resultados se revierten cuando existe corrupción y se analiza el impacto en las instituciones.

Nos encontramos frente a un país con instituciones débiles, con altos niveles de corrupción que hoy ya impactan el crecimiento económico en el país. Dado que la débil institucionalidad es un resultado de la corrupción, está última se convierte en el nombre más no el apellido de la falta de desarrollo económico sostenible en Guatemala.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

La corrupción es el nombre y no el apellido

Claudia Galán
22 de febrero, 2018

Uno de los principales retos de las ciencias sociales y particularmente de la economía, es inferir en cómo alcanzar crecimiento económico sostenido. Existen numerosos estudios que muestran la incidencia de diferentes variables en el crecimiento de los países, entre ellas las instituciones y la corrupción.

Para entender la relación entre corrupción y crecimiento es importante abordar primeramente la institucionalidad. Esta última tiene una fuerte contribución en la competitividad y el crecimiento, dado que una fuerte institucionalidad afianza las inversiones en un país, organiza la producción y juega un papel fundamental en la implementación de políticas públicas.

Sin embargo, cuando las instituciones son débiles y no funcionan de manera adecuada la corrupción puede ser un elemento perjudicial. Esta puede remplazar la carencia de las funciones institucionales y actuar en contra de la producción.

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En este sentido, la corrupción se convierte en una variable perjudicial para el crecimiento. Para muestra un botón. Guatemala hoy ya ha evidenciado el impacto económico de los altos niveles de corrupción, al disminuir la inversión doméstica, la Inversión Extranjera Directa (IED), y la productividad del país. La inversión ha caído a niveles del 2014 y apenas alcanza el 1.6% del PIB, mientras otros países de la región como Nicaragua y Panamá superan el 5% del PIB.

Aunque lo anterior no parece preocupar a las cortes del país al suspender un proyecto minero con alto impacto en el desarrollo económico y social del departamento de Santa Rosa, en el largo plazo las mermas en el empleo formal serán perjudiciales para el país.

Es así como la corrupción genera fuertes distorsiones al impactar el sistema institucional entendiendo los derechos de propiedad, la estabilidad política y el sistema político como tal.

Bajo la premisa que el gobierno recauda impuestos e invierte en bienes públicos de calidad para facilitar la producción privada, el crecimiento es mayor cuando la estabilidad política y los derechos de propiedad son tomados en cuenta. Pero los resultados se revierten cuando existe corrupción y se analiza el impacto en las instituciones.

Nos encontramos frente a un país con instituciones débiles, con altos niveles de corrupción que hoy ya impactan el crecimiento económico en el país. Dado que la débil institucionalidad es un resultado de la corrupción, está última se convierte en el nombre más no el apellido de la falta de desarrollo económico sostenible en Guatemala.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo