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Agenda Empresarial
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En mi profesión el acoso es habitual

Redacción
07 de marzo, 2018

Con base en las declaraciones de *María José

A todas nos gritan groserías en la calle. Lastimosamente vivimos en una sociedad en la que nosotras tenemos que pensar dos veces en qué ropa vamos a usar o si es buena idea ir caminando a algún lugar.

Nunca pensé que las situaciones que he vivido en mi carrera como arquitecta pudieran convertirse en historias que valga la pena leer, hasta que me convencieron de denunciar el acoso que se vive en este campo.

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Les voy a contar mi experiencia en la calle, en las construcciones y con un cliente. Termino con una breve reflexión sobre qué podemos hacer para cambiar esta situación.

“La calle”

Empecemos por allí. Ese es el lugar en el que somos totalmente vulnerables a cualquier tipo de comentarios. Una vez iba de camino de la oficina hacia el parqueo. Todo esto en la zona 13. Una camioneta de una empresa con la que estaba trabajando iba también de salida. De repente iniciaron unos comentarios fuera de lugar por parte de los obreros que iban allí. Nunca he sido de las que callan cuando algo me molesta así que les dije que los iba a denunciar y tomé fotos del vehículo.

Para mi sorpresa, los comentarios no se detuvieron. Es más, fueron acompañados de amenazas de parte de ellos. No sentí miedo o tal vez estoy acostumbrada. Hasta les dije “¿Por estarme amenazando creen que voy a parar?” A lo que respondieron: “Va a ver. Ya sabemos donde parquea.”

Esto solo incrementó mi enojo. Denuncié con la empresa en la que trabajaban lo que había pasado. Escribí por correo electrónico y Facebook. Nunca tuve una respuesta.

Las empresas no se hacen responsables del acoso

Tuve una situación parecida en un edificio en construcción en zona 14. Los albañiles, una vez más, me gritaron obscenidades. Cuando recurrí a la administración a denunciar respondieron: “Vamos a llamarles la atención.” No me quedé tranquila y escribí a la desarrolladora. De nuevo, nunca obtuve una respuesta.

Siento que mientras menos arreglada vaya, más respeto tengo, cosa que no me gusta porque de verdad disfruto arreglarme para trabajar.

Sin embargo, con descuidar mi apariencia no es suficiente. Basta con notar el trato que nos dan a la mujeres. A los hombres los llaman por su título pero a nosotras nos dicen nuestro nombre, pero de forma despectiva. Así son las cosas a diario, aún cuando nunca me imaginé esta situación cuando decidí ser arquitecta.

Clientes que se pasan de la raya

Hace poco tenía un muy buen cliente en términos de los proyectos que podía ofrecerme para trabajar. Sin embargo, la historia era diferente a la hora de tratar con él. Esta persona encontraba una razón para tocarme la cara, la cabeza o se acercaba demasiado. Incluso decía cosas inapropiadas o fuera de contexto.

Lo peor eran los comentarios como: Me encantaría estar con usted pero sexualmente me mataría.

Las mujeres entenderán el sentimiento tan horrible que este tipo de cosas genera. Me daba náusea pensar que tenía que trabajar con alguien así. Pero tenía que ponerme a pensar que si me peleaba con alguien de su estatus yo saldría perjudicada. Soy joven, empezando mi propio estudio y algo como eso podría estropear todo mi futuro.

Llegó un momento en el que decidí hablar. Le dije que no me gustaba ese tipo de bromas y que no me sentía a gusto. Esto siempre manteniendo un tono de broma. Me contestó que estaba bien pero como en burla.

Tristemente, le conté este tipo de situaciones a un amigo. Así confirmé que el acoso es visto como algo habitual porque él me contestó: “¿Así les toca a ustedes, no?

No, nos toca respeto

Mientras reflexiono sobre lo que tiene que cambiar lo primero que se me viene a la mente es la educación. Lo que nos dicen en casa o en el colegio repercute por siempre en nuestras vidas.

Además creo que tendría que pasar algo en Guatemala como lo que pasó en Hollywood. Que se digan los nombres de los acosadores. Tristemente, el cliente tiene el poder de destruir nuestras carreras.

Quienes podrían hacer un esfuerzo son los jefes de las empresas. Deben decirles a sus trabajadores que el acoso está totalmente prohibido y tener cero tolerancia con este tema. Mientras no pase esto, seguirá siendo raro ver mujeres a las que les guste la supervisión en las obras de construcción. Ese campo es de los hombres y tal vez inconscientemente las mujeres nos estamos aislando.

*nombre ficticio

En mi profesión el acoso es habitual

Redacción
07 de marzo, 2018

Con base en las declaraciones de *María José

A todas nos gritan groserías en la calle. Lastimosamente vivimos en una sociedad en la que nosotras tenemos que pensar dos veces en qué ropa vamos a usar o si es buena idea ir caminando a algún lugar.

Nunca pensé que las situaciones que he vivido en mi carrera como arquitecta pudieran convertirse en historias que valga la pena leer, hasta que me convencieron de denunciar el acoso que se vive en este campo.

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Les voy a contar mi experiencia en la calle, en las construcciones y con un cliente. Termino con una breve reflexión sobre qué podemos hacer para cambiar esta situación.

“La calle”

Empecemos por allí. Ese es el lugar en el que somos totalmente vulnerables a cualquier tipo de comentarios. Una vez iba de camino de la oficina hacia el parqueo. Todo esto en la zona 13. Una camioneta de una empresa con la que estaba trabajando iba también de salida. De repente iniciaron unos comentarios fuera de lugar por parte de los obreros que iban allí. Nunca he sido de las que callan cuando algo me molesta así que les dije que los iba a denunciar y tomé fotos del vehículo.

Para mi sorpresa, los comentarios no se detuvieron. Es más, fueron acompañados de amenazas de parte de ellos. No sentí miedo o tal vez estoy acostumbrada. Hasta les dije “¿Por estarme amenazando creen que voy a parar?” A lo que respondieron: “Va a ver. Ya sabemos donde parquea.”

Esto solo incrementó mi enojo. Denuncié con la empresa en la que trabajaban lo que había pasado. Escribí por correo electrónico y Facebook. Nunca tuve una respuesta.

Las empresas no se hacen responsables del acoso

Tuve una situación parecida en un edificio en construcción en zona 14. Los albañiles, una vez más, me gritaron obscenidades. Cuando recurrí a la administración a denunciar respondieron: “Vamos a llamarles la atención.” No me quedé tranquila y escribí a la desarrolladora. De nuevo, nunca obtuve una respuesta.

Siento que mientras menos arreglada vaya, más respeto tengo, cosa que no me gusta porque de verdad disfruto arreglarme para trabajar.

Sin embargo, con descuidar mi apariencia no es suficiente. Basta con notar el trato que nos dan a la mujeres. A los hombres los llaman por su título pero a nosotras nos dicen nuestro nombre, pero de forma despectiva. Así son las cosas a diario, aún cuando nunca me imaginé esta situación cuando decidí ser arquitecta.

Clientes que se pasan de la raya

Hace poco tenía un muy buen cliente en términos de los proyectos que podía ofrecerme para trabajar. Sin embargo, la historia era diferente a la hora de tratar con él. Esta persona encontraba una razón para tocarme la cara, la cabeza o se acercaba demasiado. Incluso decía cosas inapropiadas o fuera de contexto.

Lo peor eran los comentarios como: Me encantaría estar con usted pero sexualmente me mataría.

Las mujeres entenderán el sentimiento tan horrible que este tipo de cosas genera. Me daba náusea pensar que tenía que trabajar con alguien así. Pero tenía que ponerme a pensar que si me peleaba con alguien de su estatus yo saldría perjudicada. Soy joven, empezando mi propio estudio y algo como eso podría estropear todo mi futuro.

Llegó un momento en el que decidí hablar. Le dije que no me gustaba ese tipo de bromas y que no me sentía a gusto. Esto siempre manteniendo un tono de broma. Me contestó que estaba bien pero como en burla.

Tristemente, le conté este tipo de situaciones a un amigo. Así confirmé que el acoso es visto como algo habitual porque él me contestó: “¿Así les toca a ustedes, no?

No, nos toca respeto

Mientras reflexiono sobre lo que tiene que cambiar lo primero que se me viene a la mente es la educación. Lo que nos dicen en casa o en el colegio repercute por siempre en nuestras vidas.

Además creo que tendría que pasar algo en Guatemala como lo que pasó en Hollywood. Que se digan los nombres de los acosadores. Tristemente, el cliente tiene el poder de destruir nuestras carreras.

Quienes podrían hacer un esfuerzo son los jefes de las empresas. Deben decirles a sus trabajadores que el acoso está totalmente prohibido y tener cero tolerancia con este tema. Mientras no pase esto, seguirá siendo raro ver mujeres a las que les guste la supervisión en las obras de construcción. Ese campo es de los hombres y tal vez inconscientemente las mujeres nos estamos aislando.

*nombre ficticio